Ese racismo del que usted me habla
En realidad hay que dar las gracias al community manager en cuestión, por utilizar las populares redes sociales de la Policía Nacional, ahí es nada, para aclarar definitivamente lo que venía siendo sospecha colectiva: en lo que al fútbol español respecta, hay racismo salvo que se produzca en determinado sitio, hay racistas salvo que sean aficionados de determinado equipo, no hay víctimas salvo que tengan determinado nombre.
Se defiende incluso la teoría del error, faltaría más, pero si lo fue resulta que lo cometieron todos prácticamente a la vez: porque al famoso tuit del sábado con una imagen del Metropolitano, sustituido después por una furgoneta de la propia fuerza de seguridad, se ve que ya no tenían más fotografías de estadios, conviene añadir una nota oficial negro sobre blanco y un video en el que una portavoz policial se las apaña en dos minutos para hacer exactamente lo mismo: no mencionar el recinto en el que se produjeron los hechos, el club propietario del mismo o la filiación deportiva de los hinchas que proferían insultos, no mencionar siquiera a los jugadores que los recibían.
¿A qué o a quién tiene miedo la policía, precisamente la policía, tan prolija en otros casos?
Aún se recuerda, por ejemplo, el paseo mediático del portavoz de Jupol después del último derbi para cargar, mire usted, contra el gran rival en la ciudad del equipo que ahora provoca tamaña amnesia.
Por supuesto, volviendo al caso que nos ocupa, buena parte de los medios que replicaron la información a lo largo del día hicieron exactamente lo mismo. Copia, pega y a otra cosa. Como cuando Vinicius dijo que ha conseguido meter a tres o cuatro personas en la cárcel y no hubo quien respondiera con la verdad: no es lo mismo condena a prisión que ingreso en prisión, así que nadie está encerrado por vejar al brasileño.
Recordémoslo de una vez, no vaya a caer esta columna justo en lo que pretende denunciar: fue en el Santiago Bernabéu, feudo del Real Madrid, donde varios seguidores madridistas ultrajaron a futbolistas del Barcelona, Lamine Yamal pero no sólo Lamine Yamal, por el color de su raza. Por supuesto se trató de una lamentable minoría y no hay que meter a todos los espectadores que llenaban el estadio aquel día en el mismo saco… pero es que eso, justamente eso, es lo que se ha hecho recientemente con los del citado Metropolitano, con los de Mestalla o con los de Son Moix. Dando nombres, por supuesto.
La policía no es tonta, dice la expresión, así que pretendía informar, aunque fuera a regañadientes y bajo demanda, de que se había detenido a tres personas por los insultos en cuestión. Si hay que guiarse por los precedentes cercanos esa gente llevaría días en la calle para cuando salieron a la luz tuit, nota y video, pero el caso es que tuvieron que pasar por comisaría, quién sabe si por el calabozo, tras haber hecho eso a ésos y en ese sitio.
El racismo del que usted me habla…
Una vez más, hay que remitirse al gran Groucho: «Creo que está bien claro. Que me ahorquen si lo entiendo».
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Y mientras, Antiviolencia lleva un mes viendo videos. Se cumple hoy mismo, de hecho, porque aquel Clásico se jugó el 26 de octubre. Curioso, porque la dichosa Comisión está compuesta entre otros por representantes del Cuerpo Nacional de Policía, que podrían preguntar a sus colegas por los tres detenidos en cuestión (doble contra sencillo a que en la próxima reunión «quincenal» se propondrá sanción para ellos). Curioso, porque un día después del partido había televisiones exhibiendo tomas frontales en las que se apreciaba claramente la identidad de los que insultaban. Curioso, porque al final parecerá más sencillo identificar a un enmascarado que a una persona que muestra su rostro. Curioso, todo curioso. Demasiado curioso.