La clave del ajolote para regenerar sus extremidades: científicos descubren el interruptor molecular detrás del milagro
Este hallazgo sugiere que la regeneración puede potenciarse con intervenciones muy específicas, y no necesariamente complejas, lo que abre un nuevo horizonte terapéutico.
Usando CRISPR/Cas9 para eliminar Shox en los ajolotes, los resultados fueron claros: «Estos animales tenían manos de tamaño normal, pero brazos superiores muy pequeños». El estudio demostró que Shox es crucial para la correcta formación de los huesos largos (húmero, radio, cúbito), pero no para los de la mano, revelando que la regeneración utiliza programas genéticos distintos para cada segmento del miembro.
Entonces, si los humanos tenemos los mismos genes, ¿por qué no podemos regenerarnos? «La diferencia es que el ajolote puede volver a acceder a ese programa [de desarrollo] después de una lesión, y los humanos no. Hemos tenido presión selectiva para cerrar y cicatrizar», reflexiona Monaghan. «El sueño mío, y de la comunidad, es entender cómo hacer la transición de una cicatriz a un blastema».
Este trabajo no solo resuelve un viejo misterio, sino que traza un nuevo camino. Al entender cómo el superhéroe secreto de la naturaleza lee su propio código genético, la ciencia se acerca un poco más al día en que, quizás, podamos aprender a reescribir el nuestro.
Monaghan reflexiona sobre cómo el axolote ha tenido una segunda vida científica. «Fue un modelo dominante hace cien años, luego cayó en desuso durante décadas, y ahora ha resurgido gracias a herramientas modernas como edición génica y análisis celulares. El equipo puede estudiar cualquier gen y célula durante el proceso regenerativo. Además, el ajolote se ha convertido en un ícono cultural de ternura y rareza.
“Hace veinte años, la idea de trasladar conocimientos del ajolote a humanos parecía ciencia ficción. Hoy, con el avance de tecnologías como la terapia génica y CRISPR, el escenario ha cambiado”. James imagina un futuro donde un parche colocado sobre una herida pueda reactivar programas de desarrollo en células humanas, emulando el mecanismo regenerativo del axolote. Aunque no es inmediato, cree que la ingeniería celular para inducir regeneración endógena es un objetivo ya al alcance de la ciencia.
Tras años de trabajo, lograr comprender el papel del ácido retinoico —estudiado desde 1981— es una satisfacción profunda para James Monaghan. Aunque el rompecabezas no está completo, haber identificado el rol clave de CYP26 y del gen shox es un gran avance.