martes, noviembre 5, 2024
Economía

La señal de prudencia (o miedo), que manda la gigantesca acumulación de capital en fondos monetarios


Los inversores no quieren sustos, y el mercado de fondos monetarios es la mejor prueba de ello. Estos vehículos, que suelen utilizarse como ‘monedero’ para guardar liquidez sin salir del mercado, han sobrepasado este año la cota de los 6 billones de dólares en patrimonio total, y acaban de alcanzar un nuevo récord histórico en los 6,24 billones de dólares. Es una cifra estratosférica, que contrasta con los cerca de 3,5 billones de dólares que había invertidos en estos productos justo antes de que comenzase la pandemia. El patrimonio se ha disparado en pocos años, con los inversores entrando en masa en estos fondos para aprovechar el aumento de rentabilidades a vencimiento que llegó gracias a la subida de tipos de los bancos centrales. Sin embargo, ahora que ha llegado el momento de bajar tipos, muchos expertos están avisando de que los inversores deberían rotar hacia bonos de más duración. ¿Por qué no está ocurriendo esta rotación? La reticencia de los inversores y de las empresas a salir de uno de los principales refugios que existen refleja el miedo que todavía existe en un momento de alta incertidumbre.

Muchos gestores de renta fija lo tienen claro: con la Reserva Federal estadounidense ya preparada para bajar los tipos de interés en septiembre, y comenzar así un ciclo de recortes que se prolongará varios años, tener el dinero invertido en fondos monetarios es una decisión poco eficiente. Estos fondos de inversión compran renta fija con los vencimientos más cortos; se consideran un producto de muy bajo riesgo, muy útil para invertir el dinero que no se va a utilizar en el corto plazo, o para rotar las carteras cuando llegan momentos complicados. Sin embargo, ahora que la Fed va a bajar tipos, para muchos analistas e inversores es mejor idea aprovechar para entrar en bonos con más duración, que recogen en su precio más rápidamente los movimientos de tipos de los bancos centrales.

Esta idea, que llevan ya tiempo recomendando grandes firmas, como Pimco o Blackrock, pretende aprovechar un descenso de las rentabilidades de los bonos que esperan que llegue con la bajada de tipos de la Fed. Parte de ese proceso ya se ha descontado, y en el último año los retornos que se han conseguido con los bonos de más duración supera a los que se ha obtenido con los monetarios: el índice de Bloomberg de bonos estadounidenses con vencimiento entre 7 y 10 años ha subido un 13,3% en este periodo, frente al 4,5% que ha ofrecido la liquidez en el mismo tiempo. Sin embargo, la reticencia de los inversores, que siguen entrando en este tipo de activos con fuerza (en los primeros 21 días de agosto entraron 106.000 millones de dólares netos en monetarios), responde a una lógica de prudencia.

«No tiene mucho sentido que haya más de 6 billones de dólares sentados en fondos monetarios si la rentabilidad va a bajar», explica a Bloomberg Kathy Jones, estratega jefe de renta fija en Charles Schwab & Co. «Se ha especulado mucho sobre las bajadas de tipos, y aún no se han producido, por lo que es posible que haya mucha gente que esté esperando a ver si realmente ocurren», destaca Jones. La realidad es que las ganancias que ofrecen los bonos por precio llegan al 8%, si por ejemplo el título estadounidense con vencimiento a 10 años, pasase del 3,8% actual al 3%. A cambio, muchos inversores parecen preferir en este momento cobrar el 4,2% que ofrecen las letras a 1 año en Estados Unidos, y evaluar el año siguiente, cuando la inversión llega a vencimiento, si compensa repetir la operación.

La prudencia de los inversores en un escenario incierto

Después de las caídas que sufrieron los bonos en 2022, el peor año de la historia, muchos inversores parecen estar abrazándose a las rentabilidades positivas que aparecieron después de este proceso de venta masivo en el mercado de renta fija. Otros pueden estar esperando que la promesa de ver un bono estadounidense en el 3%, o por debajo, sea exagerada, y más teniendo en cuenta que, por la parte de la oferta, las enormes emisiones de deuda que está llevando a cabo el Tesoro estadounidense para financiar el gasto público, y más en un año electoral, en el que los dos candidatos a la presidencia no parecen tener entre sus prioridades un descenso de la carga de endeudamiento que acumula el país.

De hecho, el consenso de analistas que recoge Bloomberg no espera que la rentabilidad a vencimiento del bono estadounidense vaya a profundizar mucho en los próximos meses: el suelo se espera en el primer trimestre del 2026, en el 3,62%. Si esto fuese así, los monetarios ofrecen una alternativa atractiva en los niveles actuales. «Por primera vez en la memoria reciente, la liquidez está ofreciendo algo de rentabilidad, y entiendo por qué la gente se está manteniendo en esa órbita», explica a la agencia John Queen, gestor de carteras de Capital Group.

De hecho, no todos los gestores tienen claro que la bajada de la Fed, suponiendo que se produce como esperan los mercados, vaya a llevar a los bonos hasta el entorno del 3%. Bill Eigen, gestor del fondo de JP Morgan Strategic Income Opportunities, tiene claro que su preferencia ahora es la deuda de más corto plazo. «Si puedes conseguir más de un 5% anual en liquidez, o un 6% en inversiones de corto plazo, no le voy a prestar al gobierno a 10 años y que me pague menos», explica Eigen.

Un 60% es tesorería de empresas, y estas no ven el futuro claro

De los más de 6 billones de dólares invertidos en fondos monetarios, cerca del 60% es tesorería de empresas. El mejor ejemplo es Warren Buffet, que, con su firma Berkshire Hathaway, aumentó en el segundo trimestre de este año sus posiciones en liquidez hasta los 234.000 millones de dólares. Sin embargo, no sólo Buffet, dedicado a la inversión en otras empresas con su holding, tiene capital depositado en este tipo de activos, y hay muchas compañías que parecen estar muy satisfechas con los retornos que están alcanzando en fondos monetarios, y no tienen la intención de moverlo, por el momento. Y más, teniendo en cuenta el riesgo de duración que asumirían si rotan estas inversiones a bonos de más largo plazo.

De hecho, la última encuesta a gestores de fondos que ha llevado a cabo Bank of America, la de agosto, refleja cómo la incertidumbre es todavía alta, y los grandes inversores están presionando a las compañías para que eviten dedicar su flujo de caja a nuevas inversiones en capex, algo que tendría sentido si se esperase un entorno de crecimiento y consumo fuerte en los próximos años. La realidad es que no es así: el mayor temor de los gestores en este momento es la posibilidad de que se produzca una recesión en Estados Unidos, y aunque es un escenario que descartan como el más probable, es lo suficientemente peligroso como para colocarlo en el primer lugar de los grandes peligros. Según la última encuesta, los gestores quieren que las empresas en las que invierten dediquen su caja a mejorar sus balances internos, antes que a retribuirlo a los accionistas, o invertirlo en capex. Esta última es la opción menos favorita.

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