martes, diciembre 3, 2024
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Las confesiones íntimas de Gunilla von Bismarck: “Éramos divertidos sin necesitar mucho dinero”.


Juanra López

El gran público está familiarizado con la imagen de
Gunilla von Bismarck como una de las más insignes figuras de la jet-set de Marbella, pero quizás no tenga tan claro cómo es su amplio árbol genealógico ni cómo recaló en la Costa del Sol. En pleno duelo por la
muerte de su exmarido, Luis Ortiz
, padre de
Francisco, su único hijo
, y el gran amor de su vida, nos atiende telefónicamente después de unos días de descanso en Alemania con su familia.

Es de sobra conocido que Gunilla von Bismarck es bisnieta del canciller que forjó la unidad alemana, pero conviene recordar que es
hija del príncipe Otto Christian von Bismarck y Ann-Mari Tengbom, fallecidos en 1975 y 1999, respectivamente. »Mi madre era una mujer guapísima y muy fuerte. Cuando Mel Ferrer, el marido de Audrey Hepburn, la vio entrar en una fiesta muy grande se dio cuenta de que la gente se daba la vuelta para mirarla y le fascinó», nos cuenta.

Y añade: «Tenía una presencia inmensa. Era divertida, con mucho sentido del humor, pero no tanto como mi padre, que era muy muy divertido, A mi madre le encantaba picarnos. Era una mujer muy directa y
nos llevamos siempre muy bien».

Los padres de Gunilla tuvieron seis hijos, dos de los cuales fallecieron prematuramente: la condesa Marie Ann von Bismarck, que murió en 1981 a los 53 años; y el conde Carl Alexander von Bismarck, que perdió la vida en 1992 a los 57.
El jefe de la casa Bismarck, su hermano Ferdinand, falleció en 2019. «Pese a lo duro que fue para ella, mi madre tuvo la suerte de tener a sus nietos y a sus sobrinos. Somos una familia muy grande. Nuestro lema siempre ha sido estar al lado los unos de los otros», nos comenta.

Gunilla estudió bachillerato en
un internado mixto en Estocolmo, donde se daban cita los cachorros de las élites de Suecia. Entre otros acudieron a esa escuela el asesinado primer ministro Olof Palme o Carlos Gustavo de Suecia: «El rey y yo no estábamos en el mismo edificio, porque en realidad la escuela estaba compuesta por dos y con distintos contenidos. Aun así, nos tratamos mucho y salíamos juntos, porque a ese colegio iba la élite de Suecia, así que nos invitaban a todos los castillos, a todas sus casas».

Gunilla von Bismarck, con su exmarido, Luis Ortiz, en un evento. /

gtres

Su amistad con
Carlos Gustavo y Silvia de Suecia
prosiguió a lo largo de los años, hasta el punto que la reina fue la madrina de bautismo de su hijo Francisco: «La reina Silvia es una buena amiga. Los dos, tanto Carlos Gustavo como ella, me han mandado sus condolencias.
El rey quería mucho a Luis, porque él tenía la capacidad de llevarse bien con todo el mundo, con los monarcas y con la gente normal«

Entre los recuerdos de Gunilla destaca por su dureza el de
la muerte de su padre, por quien guardaba un gran cariño: «Mi padre murió porque fumaba demasiado. Las venas se le cerraban a consecuencia del tabaco. Me fui con él a Houston para que le viera un especialista, que le dijo literalmente: ‘Alteza, si no deja de fumar se va a morir’. Unos años más tarde, así fue. Es un vicio terrible. Mi padre se encerraba en el baño para fumar tranquilamente. No podía dejarlo. Luis (Ortiz) tampoco pudo, fumó hasta el último segundo. De todas formas, le dejamos porque era peor la ansiedad que le generaba no hacerlo».

La madre de Gunilla von Bismarck, un referente en la alta sociedad sueca. /

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Uno de los puntos de referencia más fuertes de Gunilla es
el castillo de Friedrichsruh, donde pasa parte del año: «Soy la única de los seis hermanos que nació dentro del castillo, en el 49. A consecuencia de los bombardeos quedó inhabitable. Mi madre hizo el castillo nuevo con la ayuda de Suecia, de un banquero muy conocido y de la Cruz Roja. Mi padre, con humor, decía que no era un castillo, que era una casa pequeña, pero no era tan pequeña».

Albega recuerdos muy gratos de esa época: «Crecimos allí, en el bosque, con los animales.
Fuimos muy felices, era como un sueño. Para estar en el castillo mi padre siempre se vestía de esmoquin hasta cuando se encontraba solo. Mi familia era muy conservadora, aunque ya ha cambiado en ese sentido, lógicamente».

El abuelo materno de Gunilla, un prestigioso abogado sueco

Otra figura muy emblemática de la familia de Gunilla por parte de madre es su abuelo,
el célebre arquitecto Ivar Tengbom, una de las grandes figuras del neoclasicismo sueco y artífice de edificios como la Sala de Conciertos de Estocolmo, donde se celebran los premios Nobel. «A mi abuelo le conocí cuando tenía ya 94 años. Era muy mayor, pero estaba todavía muy guapo. Murió dos años más tarde. Me han contado muchas historias de él. ¡Le encantaban las mujeres! En cuanto a su carrera, hizo cosas increíbles», nos comenta a propósito del arquitecto, que estuvo casado en dos ocasiones, primero con la abuela de Gunilla,
la escultora Hjördis Nordin-Tengbom, y después con la condesa Madelaine Douglas.

Un momento determinante fue
cuando recalaron en Marbella por primera vez: «Mi madre viajaba mucho, pero a consecuencia de una pierna rota que tardó en curarse ocho años no pudo hacerlo durante ese tiempo. En los 60 se comenzó a construir casas muy pequeñas de dos habitaciones en Marbella y a nosotros nos encantó. No había ni carreteras, ni coches, había burros, teníamos nuestra playa privada. No había nadie y no podía salir a ningún sitio».

Gunilla, con su hijo, Francisco Ortiz, en una fiesta. /

GTRES

«Tenía solo 10 años y por no tener no teníamos ni televisión, jugábamos a las cartas por la noche con el padre del
príncipe Alfonso de Hohenlohe
-fundador del
mítico Marbella Club
-, Maximiliano, a quien llamábamos tío. Fue él
quien trajo a mis padres a Marbella. No hemos vivido en Marbella, he viajado mucho, solo hemos estado aquí en Semana Santa y un mes en verano. Al principio no era tan divertido como lo sería más adelante, en los años 70, 80 y 90», nos explica.

De la época dorada de Marbella nos enumera algunas de las personas que mayor impacto le causaron: «Recuerdo a Jaime (de Mora y Aragón), a Alfonso y a toda la familia Hohenlohe,
a Audrey Hepburn, a Linda Christian, a Deborah Kerr y su marido, Peter Viertel… Había mucha gente famosa de América. Fue una mezcla muy divertida. Después vino Jesús Gil, a principios de los 90. Algunas cosas las hizo bien y otras mal. Los primeros años estuvo bien, pero después acumuló demasiado poder. No vamos a hablar de él… Con Julián Muñoz (fallecido recientemente) no tuve contacto, lo vi dos veces en toda mi vida».

Su amistad con Lola Flores y Carmina Ordóñez

«A Lola Flores la traté mucho, íbamos al casino a las cuatro de la mañana y nos hicimos muy amigas.
A Lolita y Rosario las veía poco. Fue terrible lo que le pasó a su hijo Antonio. También éramos muy amigos de
Carmina Ordóñez, fue horrible su destino
», explica.

Sobre
el presente de Marbella asegura: «Ahora la cosa es muy diferente, se ven muchos coches de lujo en Puerto Banús, pero nosotros éramos divertidos sin necesitar mucho dinero. Teníamos muchas ganas de vivir. Ya no hay un Jaime de Mora o un Alfonso de Hohenlohe, queda su hijo Hubertus, que es genial. Tiene muchos dones, esquía muy bien, canta, hace cosas… Les quieren mucho a su mujer y a él en Marbella. Los veo con mucha frecuencia y me encanta estar con ellos».





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