Los precios del agro y el «malévolo» accionar de los intermediarios
LA HABANA, Cuba. – La galopante inflación que se manifiesta en la economía cubana, especialmente en los productos agropecuarios, es un fenómeno que, al parecer, mucho preocupa a las autoridades.
Tal situación afloró en la más reciente reunión del Consejo de Ministros, y también en el encuentro que el primer ministro del régimen cubano, Manuel Marrero Cruz, sostuvo con los gobernadores provinciales. En este último caso, el jefe de Gobierno aconsejó decomisar las mercancías que sean ofertadas a un precio superior al topado.
Volviendo al cónclave del Consejo de Ministros, el titular de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, expresó: “Hay muchos intermediarios, toda la cadena incorpora márgenes, y tenemos que seguirlas interrumpiendo. Esto está marcando el incremento de los precios” (“Cuba sigue apostando por reimpulsar su economía”.
Es sabido que, por lo general, los productores no venden, sino que les entregan (venden) las producciones a los comercializadores, en este caso los intermediarios, para que finalmente esos productos lleguen a la mesa de los consumidores.
Ahora el ministro les traslada toda la responsabilidad de la inflación a los intermediarios que, según él, son muchos, y cada uno de ellos va incorporando un margen de ganancia, lo que al final redunda en precios excesivos para la población. Incluso, algunos de ellos han sido acusados de querer ganar más que los propios productores.
Sin embargo, Alonso Vázquez ignora otros elementos que están incidiendo en el aumento de los costos de producción como, por ejemplo, los salarios que hay que pagarles a los obreros. En ese sentido ha trascendido que si antes le pagaban 150 pesos a un obrero, ahora deben abonarle 1.200 o 1.500 por un día de trabajo. Además, han subido los precios de roturación de las tierras, las semillas, la transportación de los insumos y los herbicidas, que muchas veces solo se consiguen “por la izquierda”. Todo lo anterior hace que los productores tengan que venderles más caro a los intermediarios.
Por otra parte, los impagos y la poca flexibilidad del sistema de acopio estatal es otro problema. Las entidades de acopio estatal no les pagan lo suficiente a los productores, a veces por debajo de los costos de producción, lo que los lleva a ofertar sus producciones a los comercializadores privados (los intermediarios), que sí pagan puntual y adecuadamente.
Entonces, si los intermediarios han de pagarles más a los productores, es lógico que el precio final a los consumidores sea mayor. Con vistas a contrarrestar esa tendencia sería conveniente que las autoridades modificaran la política de contratación con los productores que actualmente llevan a cabo. Tal vez ello pueda provocar una disminución de los precios minoristas.
En otras sociedades donde se han aplicado reformas pro mercado se les fija a los campesinos una cierta cantidad de productos a contratar con el Estado, y después de esa cifra tienen la libertad de venderles sus productos a los comercializadores privados.
Aquí en Cuba, por el contrario, los gobernantes se han dado a la tarea de contratar el 100% de las producciones a los campesinos, y como ya hemos anotado, se trata de una comercialización con el ineficiente sistema de acopio, que paga menos, y en ocasiones hace que los productos se pierdan en los campos, por falta de transportación, combustible o envases.
Si los intermediarios pudiesen adquirir las producciones sin incertidumbre, y a precios más bajos, es muy probable que desciendan también los precios que el cubano de a pie debe pagar en los mercados agropecuarios del país.