No escampa para los de Guantánamo afectados por Oscar
LA HABANA, Cuba.- Este domingo, los diversos noticiarios de la Televisión Cubana estuvieron centrados en la situación meteorológica. La mayor parte de las informaciones versaron sobre las perspectivas nada halagüeñas que se ciernen sobre nuestro país: para las provincias occidentales, un organismo con amplias posibilidades de convertirse en huracán; para las orientales, la perspectiva inmediata de nuevas lluvias que se sumen a las muchas caídas en aquella región (de modo especial en Guantánamo) en fechas recientes.
Los cotorrones castrocomunistas, fieles a las directivas recibidas de sus jefes, machacaban en los preparativos que se realizaban y las numerosas reuniones efectuadas (que a estos comunistas no hay quien les gane en eso de celebrar asambleas de todo tipo). La idea central era proyectar una imagen de preocupación, eficiencia y desvelo por los ciudadanos que habrían de afrontar los efectos del mal tiempo.
Menudearon las reuniones de los “consejos de defensa” provinciales. En esencia, se trata de los mismos jefes comunistas de siempre. Los encabeza el correspondiente Primer Secretario, solo que metamorfoseado en flamante “Presidente del Consejo de Defensa”. Todos aparecen enfundados en uniformes militares. Cualquiera diría que, al cubrirse con prendas de color habichuela, intentaran proyectar una imagen de cambio y mayor efectividad que la habitual.
La previsión de los mayimbes pareció abarcar todos los aspectos de esa amenazadora situación: suministro de abastecimientos, limpieza del alcantarillado y poda de árboles, recogida de cosechas ya disponibles. También se anunció que, ante el peligro de desbordamiento de las presas, se empezará a evacuar a las personas que se encuentran aguas abajo.
El mismísimo gobernante “sin-casa” se consideró en el deber de sumarse a la ofensiva propagandística con un trino en su cuenta de X (antes Twitter): Allí planteó la necesidad de mantener una “permanente comunicación con nuestro pueblo por todas las vías”. Los locutores oficialistas, más específicos, aludieron al empleo de “motorinas parlantes” e incluso de conversaciones con los ciudadanos “cara a cara”.
En resumen: Parecería que, al menos por esta vez, sí se trata de hacer realidad la consigna oficialista y demagógica: que “la Revolución no deja a nadie desamparado”… Aclaro que, por supuesto, eso podría hacerse únicamente dentro de los estrechísimos límites que quedan a disposición de las autoridades en medio de la miseria generalizada que el sistema socialista impuesto desde el poder, ineficiente y despilfarrador, ha instaurado para desgracia de los cubanos. No sería mucho, pero al menos sería algo.
Damos seguimiento permanente a la situación meteorológica sobre #Cuba y su posible evolución. Hemos estado en comunicación con las provincias. Con tiempo se están tomando medidas. Insisto a las autoridades: permanente comunicación con nuestro pueblo, por todas las vías posibles.
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) November 3, 2024
Entonces, ¿deberemos reconocer (al menos en esta ocasión) que el régimen castrocomunista está actuando de manera acertada en beneficio de sus súbditos? Debo admitir que, al menos yo, no me animo a tanto. Y conste que no es porque mi oposición a ultranza (que es real) al desgobierno cubano me impida ver y reconocer los pocos aciertos que este pueda tener.
El problema, en este caso, es otro y muchísimo más grave. Se trata de una situación escandalosa e indignante: Para quien observe los sucesos de la Isla con espíritu crítico, lo único que pone de manifiesto la desbordante actividad que despliegan en estos momentos las autoridades cubanas es que todo eso faltó por completo cuando, hace unos días, las lluvias torrenciales cayeron sobre Baracoa, Imías, San Antonio del Sur y otras localidades guantanameras.
En efecto, en la realidad de los hechos, lo que con la mejor buena voluntad del mundo pudiéramos denominar “respuesta gubernamental” a las lluvias torrenciales de hace unos días en la más oriental de las provincias cubanas fue francamente nula. Eso, claro, no lo explicitan los plumíferos ni los cotorrones al servicio del castrocomunismo. Pero el silencio sepulcral que guardan sobre esa oscura realidad resulta elocuentísimo. Pese a todos los esfuerzos que realizan para proyectar la imagen opuesta, los agitadores del régimen no pueden ocultar que la respuesta gubernamental a la calamidad de hace unos días fue nula.
Para ahondar un poco en ese aspecto de la cuestión deberemos recurrir a las páginas de la prensa independiente. En ellas sí aparece reflejado, de manera veraz y objetiva, el grado extremo de desamparo y abandono que sufrieron los habitantes de la provincia de Guantánamo ante las lluvias tormentosas de hace unos días. Este mismo diario digital es buen ejemplo de ello.
En esa gran tragedia colectiva primó, ante todo, la más absoluta desinformación. Cuando arribó el mal tiempo, comunidades enteras desconocían la tremenda magnitud de lo que se les venía encima. Las torrenciales precipitaciones y las consiguientes inundaciones las sorprendieron —como reza la ocurrente frase popular— “con los pantalones bajos”…
Los efectos de esa total falta de información no se hicieron esperar. Un impactante reportaje de Damián Fernández, publicado en estas mismas páginas de CubaNet, nos muestra las vicisitudes de dos ancianos de uno y otro sexo. Si ambos lograron salvar la vida fue porque ella se aferró a las persianas de su ventana; y él, subido a una silla, se agarró de su escaparate.
En definitiva, una y otro fueron rescatados por dos jóvenes “que se lanzaron de cabeza con una soga”. “Estamos vivos gracias a ellos”, expresa la mujer, quien concluye: “No tengo cómo agradecerles”. ¿Y los uniformados del régimen? ¿Y los medios anfibios con los que se supone que ellos cuenten? ¿Y la Defensa Civil? Bien, gracias. Todos estos brillaron por su ausencia.
Para colmo de males, el codicioso Estado castrocomunista, por lo visto, no cuenta con recursos para prestar ayuda material a los guantanameros que, tras los torrenciales aguaceros y sus consiguientes inundaciones, se han quedado, como suele decirse, “con una mano delante y la otra atrás”. El titular de un reportaje de Diario de Cuba lo expresa con claridad meridiana: “Cubanos que lo perdieron todo tendrán que pagar por materiales de construcción y colchones”.
En una palabra, amigos lectores, la desdichada Cuba, en medio de la miseria entronizada por el castrocomunismo, se apresta a enfrentar de nuevo los embates de la naturaleza. En el caso de los guantanameros, por segunda vez en una década. Por suerte, parece que las calamidades sufridas durante el anterior embate han sacado de su letargo a las autoridades y que, por esta vez, esos compatriotas de la provincia más oriental no estarán tan desprevenidos y abandonados a su suerte como en la anterior ocasión.