Proyecto Hyperion: ¿Sueñas con diseñar una nave espacial que viaje durante siglos? Esta es tu oportunidad
Por el momento, los objetivos espaciales de la especie humana son en conjunto modestos: volver a la Luna dentro de unos años, y luego pensar en las primeras visitas a Marte. Pero si realmente el destino de nuestra especie -como no dejan de repetir los longtermists a la Elon Musk- es convertirse en una civilización interplanetaria, tarde o temprano tendremos que empezar a plantearnos objetivos más ambiciosos. Y para ello, solo hay dos posibilidades: inventar un sistema de propulsión que nos permita viajar más rápido que la velocidad de la luz, o equiparnos para travesías muy, muy largas en el espacio sideral.
A la espera de algún descubrimiento revolucionario que abra la puerta a la primera solución, la segunda es por ahora la más realista (o la menos fantástica). Y es el tema de un concurso que acaba de lanzar el Proyecto Hyperion: el premio es de 10.000 dólares, que se repartirán entre los tres primeros clasificados. El objetivo del concurso es diseñar una «nave generacional», es decir, una nave espacial autosuficiente capaz de transportar a varias generaciones de astronautas en un largo viaje a otro sistema estelar, basándose en conceptos y tecnologías disponibles, o por venir.
En la actualidad, los sistemas de propulsión espacial son la principal limitación para la exploración de cuerpos celestes más lejanos que la querida y vieja Luna. Con cohetes convencionales, un viaje de ida a Marte en la ventana de lanzamiento más conveniente tarda unos 9 meses. 18 si también está previsto un viaje de vuelta. Y estamos hablando de cubrir una distancia de solo unos 50 millones de kilómetros. Para explorar los vecinos estelares de la Tierra, las distancias son inconmensurablemente mayores.
Alfa Centauri, la estrella más cercana a nuestro Sol, se encuentra a unos 4.3 años luz de nuestro planeta. Viajar a la velocidad de la luz llevaría unos cuantos años. A la velocidad permitida por un cohete espacial normal, como los utilizados por la misión misión Apolo de la NASA para ir a la Luna, el viaje duraría más de 6.700 años. De las muchas incertidumbres del viaje interestelar, por tanto, la tecnología de propulsión sigue siendo por ahora la más vinculante.
En el mejor de los casos, incluso los sistemas que aún son totalmente teóricos, como la propulsión nuclear, los motores de plasma o incluso la idea de propulsar velas solares disparando un láser desde nuestro planeta, el viaje llevaría décadas o, más probablemente, siglos, y por tanto sería imposible que lo completara una tripulación humana. De ahí la alternativa: construir una nave equipada para mantener a generaciones de astronautas, en un viaje de ida cuyo final solo verán los bisnietos de los colonos que abandonaron la Tierra. Una vez más, por supuesto, esto requeriría una multitud de tecnologías y soluciones técnicas aún por inventar. Pero a menos que podamos mejorar los sistemas de propulsión espacial (y no es en absoluto seguro que esto vaya a ser posible a corto plazo), no hay nada más que podamos hacer.
Un arca espacial
El concurso que acaba de lanzar el Proyecto Hyperion pretende precisamente estimular el desarrollo de conceptos para una nave generacional que permita a miles de personas sobrevivir durante un viaje en solitario por el espacio. Se pide dejar fuera aspectos tecnológicos como los motores o el diseño estructural de la nave, y centrarse únicamente en el hábitat que debería acoger a los astronautas, en sus aspectos arquitectónicos y sociales.
Las normas exigen que las propuestas sean elaboradas por un equipo multidisciplinar, que incluya al menos un diseñador arquitectónico, un ingeniero y un experto en ciencias sociales (psicólogo, sociólogo, antropólogo u otro). Y que el diseño cumpla una serie de parámetros. El hipotético viaje de la nave debe durar 250 años (suficiente para llegar a las proximidades de Alfa Centauri yendo a una velocidad de hasta el 2% de la velocidad de la luz, en cualquier caso varios órdenes de magnitud más rápida que cualquier tecnología actualmente en desarrollo). El planeta de llegada debe ser un planeta rocoso ya dotado de un ecosistema artificial previamente implantado, que no plantee problemas para la supervivencia de la tripulación una vez en tierra.
La nave también debe disponer de gravedad artificial (obtenida por rotación, como en 2001, una odisea del espacio, o de alguna otra forma). Debe tener una atmósfera similar a la de la Tierra y proteger a sus habitantes de la radiación y de los impactos de microasteroides. Y debe estar diseñado para alojar cómodamente a una tripulación de entre 1.000 y 1.500 personas durante todo el viaje. Evidentemente, las ideas que se presenten deberán tratar de minimizar el peso de la estructura y los equipos con los que irá equipada la nave, garantizar el acceso a los alimentos y a todos los recursos esenciales para la supervivencia. Y detallar la estructura social que se creará en la tripulación, teniendo en cuenta que deberá sobrevivir durante varias generaciones, y garantizar así la transmisión de conocimientos y saberes a los nuevos seres humanos que nacerán lejos de su hogar ancestral.
Así puedes participar
Los proyectos serán evaluados por el personal del Proyecto Hyperion, un equipo de expertos formado por arquitectos, ingenieros, antropólogos y urbanistas, muchos de los cuales han trabajado con la ESA y la NASA en el pasado. El premio, dotado con 10.000 dólares, está patrocinado por la Initiative for Interstellar Studies (i4is), una organización británica sin ánimo de lucro dedicada a encontrar nuevas soluciones para la exploración robótica y humana de estrellas y exoplanetas.
Para los interesados, la inscripción se cierra el 15 de diciembre, mientras que la primera fecha límite para la presentación de proyectos es el 2 de febrero de 2025. La segunda, para los proyectos finales, el 4 de mayo. Para más información, visita el sitio web de la iniciativa.