Similar a las medusas, la nuez de mar es capaz de rejuvenecer
Hay muy pocas especies en la naturaleza que son capaces de «invertir la línea del tiempo». Según un estudio financiado por el Centro Michael Sars de la Universidad de Bergen, Noruega y la subvención del Consejo Europeo de Investigación, la nuez de mar (Mnemiopsis leidyi) es una de ellas.
El hallazgo publicado en la revista científica Pnas, ilumina aspectos centrales del desarrollo, la ecología y la evolución del filo de los ctenórofos, y muestra el alto potencial de la M. leidyi como un sistema único para estudiar el desarrollo inverso y el rejuvenecimiento.
Estos anfibios, conocidos por su capacidad regenerativa, también presentan una longevidad excepcional, resistencia a enfermedades relacionadas con la edad y una aparente falta de deterioro fisiológico a lo largo de la vida.
La nuez de mar y las medusas
Muchos ctenóforos, también llamadas «medusas peine», son parte de los linajes existentes más antiguos; pertenecen al filo de animales caracterizados por la presencia de coloblastos, células que producen una sustancia pegajosa utilizada para capturar a las presas. Los estudios recientes que respaldan su posición filogenética, los coloca como un modelo vital para estudiar las innovaciones evolutivas potencialmente arraigadas en las ramas más profundas del árbol de la vida animal. Su ciclo de vida y su plasticidad aún no han sido explotados lo suficiente como para sacar conclusiones a nivel de filo, pero se reconoce que su ciclo biológico incluye la etapa de cidípido planctónico, bitentaculado; también presente en especies como la Platyctenida, que vive en rocas, algas, coral blando o en la superficie corporal de otros invertebrados.
Aunque los ctenóforos son también llamados «medusas» son de un filo distinto, y únicamente se asemejan por su cuerpo gelatinoso y semitransparente. La nuez de mar forma parte de la especie Ctenophora, mientras que las medusas convencionales pertenecen al filo Cnidaria; a este último pertenecen especies que reconocemos por su capacidad de rejuvenecer, la más conocida es Turritopsis dohrnii o la «medusa inmortal». Los investigadores refieren que a partir de ahora la nuez de mar se une a la lista: «Hemos demostrado que los estadios lobulados maduros de M. leidyi son capaces de volver a su estado larvario tras un periodo de estrés», teoriza Joan Soto-Angel, autor principal del estudio y biólogo marino por la Universidad de Bergen. Añade que el hecho de haber encontrado una nueva especie que utiliza esta «máquina de viaje en el tiempo» plantea preguntas fascinantes sobre lo extendida que está la capacidad de vida en el reino animal.
Un equipo de investigadores insertó ovocitos viejos dentro de los ovarios de ratones jóvenes para crear células reproductoras rejuvenecidas.
¿Qué refiere el estudio?
Investigaciones anteriores habían concluido que la transición del estado larvario al adulto era irreversible en esta especies. Soto-Angel planteó la idea a su equipo luego de que un ejemplar adulto de la nuez de mar «desapareciera» de su tanque, en realidad, este se había convertido en una larva, es decir, había rejuvenecido.
En aquel momento, él y Pawel Pawel Burkhardt, segundo autor del estudio, intentaron reproducir sistemáticamente las condiciones que provocan el rejuvenecimiento en M. leidyi. Para ello, mantuvieron a un total de 65 ejemplares adultos de nuez de mar en tanques aislados: se les aplicó un ayuno de quince días, y luego, se les alimentó una vez por semana con una cantidad de comida inferior a la normal. Además, a 15 de los 65 se les extirpó quirúrgicamente uno de los lóbulos gelatinosos que componen su cuerpo.
El ayuno desencadenó el proceso de rejuvenecimiento, y con la extirpación de uno de los lóbulos resultó aún más eficaz. De acuerdo con sus conclusiones, el 40% de los animales sometidos al tratamiento doble retrocedieron completamente a la fase larvaria, mientras que solo el 14% de los sometidos al ayuno prolongado rejuvenecieron por completo. «Este fascinante resultado abrirá las puertas a muchos descubrimientos importantes. Será interesante desentrañar el mecanismo molecular que impulsa el desarrollo inverso y lo que ocurre con la red nerviosa del animal durante este proceso», concluye Burkhardt.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.