jueves, noviembre 21, 2024
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La extraordinaria y trágica familia del duque de Edimburgo


Jorge C. Parcero

Nacido en la mesa de una cocina de Corfú en 1921,
Felipe de Edimburgo, el príncipe de sangre danesa, alemana, rusa y británica que fue llevado al exilio con solo un año de edad, fue conocido por su energía y su inquebrantable sentido del deber, aunque quizá lo que más atención le granjeó a lo largo de los años fueron
sus comentarios políticamente incorrectos
.

El esposo de Isabel II era consciente de su propia capacidad para decir las cosas más inapropiadas, a veces ofensivas, a veces incluso racistas, e incluso tenía una palabra para ello:
Dontopedalogía. Él la describía como «la ciencia de abrir la boca y meter la pata, una ciencia que he practicado durante muchos años».

Inevitablemente, hubo quien se ofendió por sus comentarios más estridentes, amplificados por la prensa en muchos casos, pero la mayoría de sus compatriotas apreciaban su ingenio, que le permitió salir airoso de innumerables compromisos oficiales. Fue ese sentido del humor muy personal le sirvió de gran ayuda para superar
una vida con mil peripecias y muchas tragedias.

El duque de Edimburgo nació el 10 de junio de 1921 en la mesa de la cocina de su casa familiar de Mon Repos, en la isla griega de Corfú. Era el quinto hijo, y único varón, de sus padres,
el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca y la princesa Alicia de Battenberg. Su ascendencia era una mezcla de Grecia, Dinamarca, Rusia y Prusia por parte de padre. Su abuela materna, la princesa
Victoria de Hesse, científica y aventurera, era nieta de
la reina Victoria
, lo que le convertía en primo tercero de Isabel II.

La familia vivía felizmente en la casa real del rey Constantino I, tío de Felipe, hasta que la inestabilidad política se apoderó de Grecia y, apenas un año y medio más tarde,
la familia se vio obligada a huir después de que el monarca fuera exiliado de su propio país tras una revuelta militar. Su padre, teniente general del ejército griego, fue
acusado de alta traición tras desobedecer supuestamente una orden y abandonar su puesto con su regimiento de caballería ante un ataque durante la guerra greco-turca de 1919-1922.

La familia logró escapar en el buque de guerra británico HMS Calypso y el príncipe, apenas un bebé, fue puesto a salvo en
una cuna fabricada con una caja de fruta. Fueron trasladados a Francia, donde se instalaron en un suburbio de París, en una casa que les prestó una tía rica, la princesa Marie Bonaparte. A partir de entonces,
la infancia del duque fue de todo menos tranquila. Años más tarde, cuando un entrevistador le preguntó qué idioma hablaba en casa, él contestó: «¿Qué quiere decir con ‘en casa’?».

Una madre heroína y fundadora de una orden religiosa y un padre ausente que murió en la miseria

La vida como refugiados en París, viviendo de las limosnas de sus parientes, hizo mella en Alice, y sus apasionadas creencias religiosas se volvieron cada vez más excéntricas.
Oía voces y creía tener relaciones físicas con Jesús y otras figuras religiosas. Se le diagnosticó esquizofrenia y, cuando fracasó el tratamiento en una clínica berlinesa -siguiendo el consejo de Sigmund Freud, le aplicaron rayos X en el útero para curarla de sus deseos sexuales frustrados-, fue ingresada en un sanatorio suizo.

Alicia de Battenberg en ‘The Crown’. /

Netflix

De regreso en Atenas, la princesa Alicia se haría famosa por
salvar a una familia judía del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial, ocultándoles en su casa, que estaba tan solo a unos metros del cuartel de la Gestapo. Cuando los nazis llegaron buscándoles, la madre del duque de Edimburgo se excusó en su sordera para esquivar sus preguntas y consiguió salvar a la familia.

Años después, se ordenó monja y vendió las pocas joyas que le quedaban para
fundar su propia orden religiosa, la Hermandad Cristiana de Marta y María, en 1949, y construyó un convento y un orfanato en un suburbio pobre de Atenas. Pasó sus últimos años viviendo con su hijo y su nuera en el palacio de Buckingham, antes de morir en diciembre de 1969 a los 84 años.

Como declaró el duque a uno de sus biógrafos, «simplemente ocurrió así, la familia se rompió. Mi madre estaba enferma, mis hermanas se habían casado, mi padre estaba en el sur de Francia.
Tuve que seguir adelante. Es lo que tocaba hacer«. A su ausente padre, Andrés de Grecia y Dinamarca, le sorprendió la guerra en Mónaco.

Tras acumular
numerosas deudas de juego, fue encontrado muerte en la habitación de su hotel de Montecarlo en 1944. Para entonces había perdido su derecho de nacimiento, su casa, su nombre, su nacionalidad y su iglesia. Incluso su fecha de nacimiento, fijada primero en el calendario juliano y luego en el gregoriano, ya no era la misma.

La relación de sus hermanas con el nazismo y un terrible accidente de avión

Debido a su edad y a su condición de hijo único, Felipe creció separado de sus hermanas, tres de las cuales –Margarita, Cecilie y Sophie– se casaron con aristócratas alemanes que se convirtieron en
prominentes miembros del partido nazi. De hecho, su hermana menor, Sophie, y su marido, el príncipe Christoph de Hesse, estaban tan bien considerados que se reunían con Hitler en almuerzos privados e incluso
bautizaron a su primer hijo en su honor.

La segunda temporada de ‘The Crown’ exploró los lazos del duque con la Alemania nazi. /

netflix

En 2006, Felipe rompió un silencio público de 60 años sobre los vínculos nazis de su familia y declaró que, como muchos alemanes, consideraban «atractivos» los primeros intentos de Hitler de restaurar el poder y el prestigio de Alemania, pero subrayó que nunca había sido «consciente de que alguien de la familia expresara opiniones antisemitas». Para evitar suspicacias, ninguna de sus hermanas acudiría a
su boda con Isabel II.

Instalado ya en Inglaterra, en su formación naval fue muy importante
su tío Dickie, lord Mountbatten
, uno de los mejores marinos británicos, que se interesó mucho por sus progresos. Durante su estancia en la academia de Gordonstoun, Felipe vivió otra serie de tragedias. Cuando tenía 16 años, su hermana Cecile, su marido y sus dos hijos
murieron en un accidente aéreo. Cecile estaba entonces embarazada de ocho meses. Años más tarde, el duque de Edimburgo escribiría: «Tengo el recuerdo más nítido de la profunda conmoción con la que oí la noticia del accidente y la muerte de mi hermana y su familia».

Pocos meses después, su tío y tutor,
George Mountbatten, segundo marqués de Milford Haven, murió repentinamente de cáncer a los 46 años. El director alemán de su academia, Kurt Hahn, fue quien dio la noticia. «Su dolor era el de un hombre», aseguraría Hahn años después.

Formando su propia familia: la conquista de una reina

Guapo y rubio, el alto y atlético príncipe de Grecia, ya con 18 años, impresionó a la joven princesa Isabel –conocida cariñosamente como Lilibet– cuando se exhibió
saltando por encima de las redes de tenis del colegio en su primer encuentro. Pero el estallido de la guerra interrumpió su romance, por lo que los jóvenes tortolitos se vieron obligados a continuar su floreciente noviazgo intercambiando
cartas de amor semanales.

Felipe e Isabel con sus hijos. /

gtres

Tras una destacada participación en la Segunda Guerra Mundial,
en 1947 Isabel y Felipe se casaron y un año después
nacería el príncipe Carlos
. La princesa
Ana, llegaría al mundo dos años más tarde. Después de que la esposa del duque se convirtiera en la reina Isabel II, la pareja tuvo dos hijos más:
Andrés y Eduardo.

En mayo de 2017 se anunció que el duque de Edimburgo había decidido dejar de realizar compromisos públicos, pero siguió siendo mecenas, presidente o miembro de más de 750 asociaciones hasta
su muerte el 9 de abril de 2021 a los 99 años
. El royal gozó de buena salud hasta bien entrada su madurez, aunque a medida que su edad avanzaba más allá de los 90 años, la preocupación por su bienestar fue en aumento después de que se enfrentara a varios sustos. Operaciones abdominales, infecciones de vejiga, una arteria coronaria obstruida y una prótesis de cadera le llevaron al hospital en varias ocasiones, aunque
el mayor susto fue un accidente de coche que sufrió a los 97 del que salió milagrosamente indemne.





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