domingo, diciembre 22, 2024
Ciencia y Salud

La lucha científica por revivir un bosque en las Islas Galápagos


Bahía de Puerto Ayora en la Isla Santa Cruz.

Bahía de Puerto Ayora en la Isla Santa Cruz.

PABLO COZZAGLIO/Getty Images

La variedad que cuida, S. cordata, solo crece al sur de Isabela, entre los volcanes Sierra Negra y Cerro Azul, una isla con menos de 3,800 habitantes, pero con una importante población fluctuante debido a que la principal entrada económica de la región es el turismo. Durante el primer semestre de 2024, la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG) registró el ingreso de 142,473 visitantes.

Estos árboles crean microambientes que permiten el crecimiento de otras plantas. Crecen en zonas de garúa, como llaman ahí a la llovizna. Las S. cordata Captan el agua del ambiente y la distribuyen en el suelo. Además, dan refugio a los pinzones de Darwin, a los papamoscas y al pájaro brujo. Sus hojas secas, suspendidas de las ramas, atraen a insectos e invertebrados, lo que convierte al sistema en un sitio de forrajeo para las aves.

La planta que cuidan pertenece a un género exclusivo de Galápagos compuesto por 15 especies, la mayoría son arbustos y tres son árboles. La S. cordata puede alcanzar los 10 o 12 metros de altura. Al igual que el caparazón de las tortugas, las formas de sus hojas varía según la isla de origen: algunas lucen como lanzas, otras tienen pequeñas muescas irregulares.

Relato de un declive

Tres factores fragmentaron los densos bosques de Isabela. Primero, la instalación de asentamientos humanos en las zonas húmedas, que con el tiempo dieron lugar a una zona agrícola. Los primeros pobladores talaron estos árboles para usarlos en la construcción, lo que, junto al cambio de uso de suelo, redujo la abundancia de la especie. Luego, en las décadas de 1980 y 1990, incendios extensos al sur de Sierra Negra arrasaron con los bosques sobrantes. Después del fuego, las plantas nativas fueron desplazadas por especies invasoras como la guayaba (Psidium guajava) y la mora (Rubus niveus).

La fragilidad de las islas suele incrementarse con la introducción de especies. A menudo, estas llegan por accidente, como polizones en los barcos, pero también se llevan de forma intencional. Desde la llegada de la rata negra y el ratón doméstico en 1600, al menos 1,642 especies han ingresado al archipiélago, entre ellas cabras, hormigas de fuego, bacterias, hongos, virus y 820 especies de plantas. De estas últimas, unas 30 se han vuelto invasoras y alrededor de 50 tienen potencial de serlo. Esto significa que, mientras prosperan, alteran los ecosistemas locales y ponen en riesgo la biodiversidad nativa.



Source link

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *