¿impulso a la economía o más problemas para los cubanos?
MIAMI, Estados Unidos. – El Consejo de Ministros aprobó el “Programa de Gobierno para 2025”, en el que se incluye la polémica medida de la “dolarización parcial de la economía”, dentro de un “tema transversal, que recoge todas las esencias y políticas de la vida económica y social del país”, según afirmó el primer ministro del régimen cubano, Manuel Marrero Cruz.
La estrategia, presentada como parte de un plan que buscaría corregir distorsiones y reimpulsar la economía, ha generado inquietud en sectores críticos que cuestionan sus posibles efectos negativos sobre la vida diaria de los ciudadanos.
La medida, que se enmarca junto a un “nuevo mecanismo para la gestión, el control y la asignación de las divisas para todos los actores económicos” y la implementación de un mercado cambiario oficial, fue anunciada por el periódico oficial Granma como un paso decisivo para alcanzar objetivos clave del Gobierno.
La aprobación del programa se dio tras “múltiples intercambios previos, a todos los niveles”, lo que, según el jefe de Gobierno, permitió enriquecer la propuesta con “las diferentes consideraciones y recomendaciones recibidas, así como la aplicación de la ciencia y de los resultados de investigaciones”. Sin embargo, la introducción de la dolarización parcial se presenta de forma imprecisa y genera dudas sobre cómo se protegerá el poder adquisitivo de la población y se evitarán nuevas distorsiones en un sistema ya tensionado por años de dificultades acumuladas.
Aunque el discurso oficial resalta la importancia de consolidar “un sistema de trabajo que (…) permita sostenibilidad en el seguimiento y en el control” de lo que han previsto las autoridades, el hecho de recurrir a la dolarización parcial podría tener implicaciones contraproducentes. La estrategia, que se define en el marco de un plan que incluye objetivos, proyecciones, acciones, indicadores y metas con fechas de cumplimiento, no detalla cómo se compensarán los posibles efectos negativos de la dependencia de una moneda extranjera en sectores vitales de la economía cubana.
El plan aprobado en diciembre, que dio origen a este “Programa de Gobierno”, también contempla otros mecanismos para atraer inversión extranjera y fortalecer sectores productivos, como el caso de la Zona Especial de Desarrollo Mariel.
Para los críticos, la dolarización, aun parcial, de la economía cubana, podría acentuar la brecha entre quienes acceden a recursos en divisas y aquellos que dependen exclusivamente del peso.
Asimismo, la estrategia se enmarca en medio de una grave crisis sistémica, que incluye las sanciones estadounidenses, las consecuencias de la pandemia y los desafíos derivados de fenómenos naturales (huracanes y sismos), que han impactado también en la producción nacional. Frente a este escenario, la inclusión de la dolarización parcial se presenta como una apuesta de doble filo: por un lado, se promete dinamizar la economía y diversificar los ingresos externos; por otro, se corre el riesgo de profundizar las desigualdades y la dependencia de factores externos.
El planteamiento de utilizar divisas como herramienta para “incrementar y diversificar los ingresos externos” podría, en ausencia de mecanismos claros y transparentes, provocar inestabilidad en el mercado interno y afectar la calidad de vida de los cubanos.