La Policía va a provocar una explosión social por tanta persecución contra la gente
LA HABANA, Cuba. – La reciente detención de Héctor Julio Cedeño, un anciano cubano de 71 años que se gana la vida vendiendo caramelos en La Habana, desató indignación en las redes sociales. El hecho, ocurrido el pasado 5 de febrero en la calle Monte, desnudó una vez más la represión contra los trabajadores por cuenta propia en Cuba.
En entrevista con CubaNet, Cedeño relató los detalles de su arresto y su constante lucha por la sobrevivencia en un país que, aunque parezca imposible, cada vez se torna más hostil.
“Cuando vinieron a desalojarme del lugar donde estaba [vendiendo], dije que no, que no me iba, que yo me quedaba aquí”, cuenta Cedeño sobre el día de su detención. “Entonces me echaron a todos los policías, los esbirros, y empecé a gritar ahí ‘Abajo la dictadura’”, continúa. “Entonces se llenó aquello de gente; la gente filmando y yo con un cartel. Trataron de meterme en un [carro] patrullero por la fuerza, pero me subí al estribo del patrullero y seguí gritando. Entonces me cargaron en peso y me metieron por la fuerza dentro del carro”.
Antes de su detención, Cedeño logró encargar el carrito con sus productos a una joven para evitar que le confiscaran su mercancía. “El carrito mío se lo encomendé a una muchacha para que me lo cuidara porque tenía ahí miles de pesos en chupachupas, maní, menthoplus, todo lo que se pueda vender”.
Según explicó, la calle Monte es el epicentro del comercio informal en La Habana y la ubicación ideal para los vendedores ambulantes. “Pero ellos [los policías y otras autoridades] no quieren que esté en Monte, sino que esté en una calle secundaria, inferior, pero en Monte es que se vende, ahí es donde hay que vender”.

¿Mejor sobrevivir en La Habana que en Oriente?
“Mi mamá tiene 93 años, vive en Oriente y yo quiero ayudarla y mandarle porque la vida para ella…”, apunta Cedeño. “A ella le dan una pensión de 1.070 pesos; eso es irrisorio. Mi hermano tiene una jubilación de 1.500 pesos, pero no alcanza, y bueno, dije ‘Voy para La Habana, que yo en La Habana sé luchar porque ya he estado otras veces, en otra época’”, cuenta el hombre, que está próximo a cumplir 72 años.
Cedeño explica que su día comienza con las primeras luces. “La mañana mía empieza temprano, me levanto a las 6:00 de la mañana, porque enseguida me empiezan a llamar la gente. Yo les llevo sus mesitas [para exponer los productos a la venta], sus carritos para los puestos que ellos tienen, que se han asignado bajo una represión tremenda porque hoy mismo [6 de febrero] llegó un tal [oficial] Abad que ha cogido grados reprimiendo a la gente, persiguiendo a los vendedores por cuenta propia, multándolos tremendamente”.
“Como no me alcanzaba mucho para mandarle a mi mamá, simplemente cogí el carrito y me puse a vender yo. Y eso me enfrentó a ellos”, relató Cedeño. “Ayer [5 de febrero] tuvimos un encuentro muy fuerte. Yo tenía la sospecha de que iban a reprimirme y preparé un cartel que decía ‘Abajo la dictadura’ y entonces cuando vinieron a desalojarme ahí pues [empecé] a gritar ‘abajo la dictadura’”.
“Ahora que me reprimieron tremendamente quiero…”, dice el anciano, y deja la idea inconclusa antes de rememorar su pasado como militante opositor. “Yo tenía una organización que era sindical, que era la Unión Sindical Cristiana de Cuba, pero como se diluyó y la gente se fue y todo se quedó ahí, pues me quedé sin organización y entonces no me quería integrar a otras organizaciones. No quiero, quiero hacer una organización que represente lo que yo puedo hacer”, dice Cedeño.
Pero el deseo no se ha quedado en el aire: “Hemos decidido crear una organización que no es empresarial, pero es como un gremio”, dice. “[El economista] Elías Amor nos dijo: ‘Eso debe ser un gremio, una organización gremial’. Entonces decidimos crear el ‘gremio de trabajadores ambulantes’ para luchar por ellos porque son muy perseguidos porque [las autoridades] dicen que venden cosas que no deben vender, porque venden cosas que compran y que luego venden y entonces no los dejan”.
El día de su detención, recuerda que lo entrevistó un oficial que dijo apellidarse “Castillo”, de la Seguridad del Estado, además de varios agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). “Yo le decía que la misma Policía era la que iba a provocar una explosión social porque tanta persecución contra la gente, que no la dejan vivir”.

“La oveja negra”
“Yo no soy de los que cogió el período ese del ‘Pioneros por el comunismo, seremos como el Che’. Mi papá y mi tío tenían un taller de mecánica en San Germán (Holguín) y en el año 68 con la Ofensiva Revolucionaria intervinieron el taller. Era la época en que mejor vivíamos y le intervinieron el taller a mi tío, le quitaron el jeep que tenía a mi papá y entonces él se marginó de la Revolución porque lo perjudicó, pero nunca nos dijo que esto no servía, aunque él estaba consciente de que no valía la pena”, recuerda el anciano.
“Ahí me conectaba con La Voz de Las Américas, escuchaba muchas cosas que decían como la del asesinato de Camilo Cienfuegos y eso me fue permeando. A un hermano mayor mío le lograron lavar el cerebro de tal forma que fue luego militante de la UJC [Unión de Jóvenes Comunistas], después militante del Partido [Comunista de Cuba, PCC] y diplomático, y yo era la oveja negra, como dicen. Cogí el camino contrario por completo”.
“Mi primera detención política fue el 27 de septiembre de 1982. Me detuvieron por primera vez por supuestamente desorden público, era por sabotear una fiesta del Comité [de Defensa de la Revolución, CDR] porque alguien me dijo algo que me disgustó y yo respondí ‘Ah, esa es la fiesta de los chivatones’”.
El anciano recuerda que fue detenido “por primera vez por supuestamente desorden público”. Y detalla: “era por sabotear una fiesta del Comité [de Defensa de la Revolución, CDR] porque alguien me dijo algo que me disgustó y yo respondí: ‘Ah, esa es la fiesta de los chivatones’. Entonces allí hubo un altercado y me metieron preso, me metieron seis días en el Combinado del Este, pero luego parece que como tenía una tía que trabajaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores quisieron diluir eso y me soltaron y me pusieron una multa”.
En esa época, recuerda, “ya era un declarado opositor a la dictadura”.
“Empecé a militar con un proyecto que se llamaba Comisión Cuba, que era supuestamente para orientar a la gente a poder legalizar sus organizaciones, lo que luego retomó en otro proyecto Marta Beatriz Roque. Y entonces ahí vi que estaban haciendo las Bibliotecas Independientes y creé la Biblioteca Independiente ‘Reinaldo Arenas’”.
En 2016, agentes de la Seguridad del Estado incautaron todos los equipos de Cedeño, incluida su computadora personal. “Yo era distribuidor de programas de Radio y Televisión Martí. Luego me metieron preso allá en Holguín, en Pedernales; estuve como seis o siete días. Entonces, como estaba apartado, marginado, decidí simplemente insertarme en la vida cotidiana”, termina el opositor, que pronto cumplirá 72 años.