Confirman la existencia de agujeros negros solitarios y que no interactúan con nada en el cosmos
En el universo conviven estrellas sin planetas, exoplanetas errantes sin astro madre y también, a partir de ahora, habrá que considerar a los agujeros negros solitarios que se mueven a través de su entorno.
Un grupo de científicos acaba de confirmar por primera vez la existencia de un agujero negro que no interactúa con nada a su alrededor y tampoco emite radiación detectable: es solo solo una singularidad inactiva e invisible en el cosmos.
Cómo ver objetos que deberían ser invisibles
Los agujeros negros son prácticamente invisibles debido a que su gravedad es tan intensa que la luz no puede escapar de su horizonte de eventos. Como no emiten ni reflejan luz, el ojo humano o los telescopios convencionales no consiguen detectarlos directamente, como ocurre con galaxias o estrellas. Afortunadamente, son objetos que alteran su entorno y emiten señales de su presencia, por lo que es posible rastrearlos indirectamente.
Por ejemplo, cuando un agujero negro absorbe materia, se forma a su alrededor un disco de acreción que brilla intensamente por el calor generado. Si el objeto se encuentra demasiado distante como para ser observado mediante métodos convencionales, se analizan los chorros de alta energía expulsados por dicho disco; y, si resulta lo suficientemente masivo, la influencia gravitacional modifica el comportamiento de las estrellas próximas. Incluso se están monitorizando las ondas gravitacionales originadas en las colisiones de estas estructuras.
En cada caso es necesario que el agujero negro interactúe con un objeto cósmico. La existencia de los agujeros negros solitarios solo se podía teorizar. El escenario acaba de cambiar con un reciente artículo de The Astrophysical Journal donde se describe el proceso que permitió confirmar que un extraño objeto identificado hace más de una década, conocido como OGLE-2011-BLG-0462, es de hecho un agujero negro solitario.
Y está en la Vía Láctea
Durante los últimos seis años, el equipo de científicos dirigido por el astrónomo Kailash C. Sahu había monitorizado la anomalía en la constelación de Sagitario con el telescopio espacial Hubble. Este seguimiento reveló que se trata de un agujero negro completamente aislado, ubicado a 5,610 años luz de la Tierra, con una masa aproximada de seis veces la del Sol y desplazándose a 51 kilómetros por segundo.
Hasta ahora, la ciencia ha confirmado 20 agujeros negros de masa estelar en la Vía Láctea, pero todos están en sistemas binarios; OGLE-2011-BLG-0462 es el primer caso de este tipo.
Identificarlo no ha sido fácil. Los científicos explican que lo consiguieron gracias a un microlente gravitacional, apenas perceptible, en dirección al centro de la galaxia. Los lentes gravitacionales son fenómenos complejos que confirman la teoría de la relatividad general propuesta por Albert Einstein. En resumen, un objeto con una gran cantidad de masa (como un agujero negro) puede curvar el espacio-tiempo. Cuando la luz intenta cruzar en línea recta por esa estructura, como normalmente lo haría, termina describiendo una curva rodeándolo. El efecto genera “lupas naturales» que amplifican la luz que proviene de objetos remotos. Las estrellas más alejadas de la Tierra se han encontrado gracias a los lentes gravitacionales.
La luz apenas visible de la lente gravitacional fue analizada por 16 telescopios previamente. El equipo de científicos de la Sociedad Astronómica Estadounidense compiló estos datos y agregó los valores del telescopio Hubble para al fin detectar un objeto que, en teoría, debería ser invisible. El hallazgo de un agujero negro solitario y aislado parecía improbable, pero años de esfuerzo finalmente develaron su verdadera naturaleza.
El equipo espera encontrar más agujeros negros de masa estelar que no estén ligados a otra estrella con la llegada de una nueva generación de telescopios, como el telescopio espacial Nancy Grace Roman.