los negocios de la hija de Carlos Lage
¿Por qué los hijos de Carlos Lage Dávila parecen inmunes a la caída de su padre, acontecida en el ya lejano 2009?
LA HABANA, Cuba. – El pasado mayo trascendió en redes sociales que Cristina Lage Codorniú, la hija menor de Carlos Lage Dávila, ya tendría un cuarto negocio en La Habana, un restaurante en la calle Obispo nombrado “Now”.
Luego de consultar con varias fuentes cercanas a Cristina, CubaNet no obtuvo confirmación de que fuese cierto. Sin embargo, dichas fuentes le atribuyen el negocio a un empresario italiano, Fabrizio Liacobetti, que además de haber sido vecino de Cristina en el barrio de Puentes Grandes, llevaría otros dos establecimientos en la capital cubana: uno, en la calle O’Reilly, bajo el nombre de “Bazar El Louvre”; y otro en la esquina de L y 25, en el Vedado, “Waoo!”, que sí administraría en conjunto con la familia Lage, aunque no está registrado a nombre de ninguno de estos.
Además de Liacobetti, habría otros empresarios italianos detrás de esos negocios, de acuerdo con diversas fuentes consultadas al respecto y cuya identidad se reserva por solicitud personal (para evitar represalias). El más importante de ellos, es Nicola Todisco, pariente de un antiguo amigo del otrora vicepresidente cubano —destituido en 2009— que además financió varios proyectos de importación de vinos, licores, quesos, carnes procesadas y cigarrillos desde Europa durante los años 90, fundamentalmente con destino al turismo y a la naciente empresa Palco, del Consejo de Estado.
Aunque la información sobre las conexiones con los italianos pudiera ser suficiente para sospechar sobre la participación de Cristina Lage en todas esas pequeñas empresas, lo cierto es que, de los cuatro negocios a ella atribuidos solo uno aparece debidamente registrado a su nombre en la lista de “restaurantes gestionados por TCP [trabajadores por cuenta propia]”, documento publicado por el diario oficial Tribuna de La Habana. Se trata del “Sensacioones!”, restaurante y parrilla, ubicado en calle 70, esquina 9na. y 11na., Playa, aunque registrado con la dirección de la casa familiar. Otros dos, sin registro público al menos accesible, son promocionados en internet con regularidad por el sommelier Orlando Alian Rodríguez Leyva, casado con Cristina Lage en 2017. (De acuerdo con la revista Excelencia Gourmet, en un artículo de 18 de julio de 2014, Rodríguez Leyva, al servicio de la coctelería en el restaurante “Waoo!”, habría merecido el primer lugar en el concurso de sommelier convocado ese año por la publicación).
Estos dos últimos son el “Waoo!” (recientemente cambiado a “Woow!!”), un snack bar y restaurante situado en calle L, esquina 25, frente al hotel Habana Libre, y promocionado como restaurante italiano; y “Food!”, un delivery con domicilio en calle 30, No. 956, entre 26 y 47, es decir, en la misma residencia familiar de los Lage, en Nuevo Vedado, que fuera propiedad de Iris Dávila, abuela paterna de Cristina.
En estos tres negocios (Sensacioones!, Woow! y Food!), de acuerdo con la información ofrecida por fuentes relacionadas con los emprendimientos en cuestión, es fácil identificar la “marca” en los logotipos que Cristina Lage ha seleccionado para los negocios en los cuales participaría ya como dueña o como socia. Se trata de las doble O, que evocan ojos en gesto de asombro, cubiertas por el típico sombrero de cocinero. En el caso del restaurante de Obispo, que recientemente le ha sido atribuido, el identificador no sigue la pauta de diseño del resto, aunque este detalle no es suficiente para negar su relación con el emprendimiento.
Más allá de que sean cuatro establecimientos o tres, lo cierto es que la de los Lage es una empresa próspera, quizás tanto como aquellas, relacionadas con la gastronomía y los bares, en manos de la familia Castro, un detalle que pudiera causar asombro, sobre todo cuando aún se recuerda los detalles públicos de la destitución del que llegara a ser el principal personaje de importancia en el equipo personal de Fidel Castro, hasta el mismo instante en que cedió las riendas del poder a su hermano Raúl.
Es por eso que muchos se preguntan ¿cómo es posible que, habiendo sido sacado a patadas del Consejo de Estado, después de acusado, si no de traición al menos de “deslealtad”, hoy a Carlos Lage Dávila, por medio de su hija y yerno, le permitan un negocio así, incluso dos de ellos registrados en su dirección particular y con sus teléfonos?
¿O será que detrás de aquellas destituciones de marzo de 2009 se esconde algo más turbio que una deslealtad y que, conocedor de lo que realmente ocurrió o cómplice de lo ocurrido, esos privilegios de los que disfruta Cristina son una especie de pago por mantenerse obediente y en silencio? Tengamos en cuenta que el otro hijo, Carlos Lage Codorniú, es consultor y analista principal del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), así como lo fue, además, para la Agencia Sueca de Cooperación para el Desarrollo Internacional (ASDI).
Esos puestos le han permitido gestionar y conseguir, a favor del régimen cubano, importantes fuentes de financiamiento con el pretexto del apoyo al sector privado. Como consultor y analista tanto del PNUD como de ASDI, así como experto del Banco Central de Cuba, Lage Codorniú ha coordinado eventos enfocados en los mecanismos de financiamiento a mipymes, como el reseñado por la prensa oficial cubana el 21 de agosto de 2023.
Quizás, el también profesor auxiliar de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana haya contribuido en mayor o menor medida, desde el PNUD y la ASDI, a la prosperidad de los negocios de su hermana Cristina, que también está lo suficientemente capacitada, como abogada experta en derechos de autor y autora, a su vez, de varios estudios sobre propiedad intelectual en relación con la gastronomía.
La verdad, en medio de tanta hostilidad contra el sector privado, es que los Lage han prosperado y más de lo que se pudiera esperar de alguien que aparentemente cayó desde lo más alto.
De acuerdo con las dos únicas “confesiones” personales que existen, posterior a lo sucedido en marzo de 2009, la “caída en desgracia” de Carlos Lage Dávila era algo esperado, así como también un evento que, al menos a Carlos Jr. le parece injusto.
En la carta escrita y publicada en diciembre de 2016, titulada “Un Fidel muy íntimo”, Carlos Lage Codorniú, además de hablar del aburrimiento que le provocaban los extensos monólogos del dictador, deja ver cierta “incomprensión” de los hechos. Su padre, en cambio, en las declaraciones que se hicieron públicas en octubre de 2021, como celebración por sus 70 años, se refiere a la destitución como algo que su familia anticipaba, sin asombros.
Quien fuera vicepresidente del Consejo de Estado entre 1993 y 2009, tal vez sin quererlo, con esa breve referencia a su caso, nos dio una pista de lo que pudo haber ocurrido, más allá de los deseos de Raúl Castro de disolver el equipo de Fidel Castro para crear el suyo propio.
De acuerdo con diversos testimonios de testigos directos de lo ocurrido, incluso de otros altos funcionarios del régimen que fueron arrastrado por la ola de destituciones del 2009, la comprensión de lo ocurrido, así como de lo que actualmente sucede con ellos —en ese limbo de silencio, donde aún continúan disfrutando de “privilegios” y de “libertades controladas”, según las propias palabras de uno de ellos— debe pasar necesariamente por entender primero que la del régimen cubano es una estructura típicamente mafiosa, y todo el que participa en ella es consciente de que lo es, y que su papel se limita estrictamente a servir al cabeza de familia.
Cuando Raúl Castro llegó a tomar el control total del negocio de gobernar la Isla heredada de su hermano, Carlos Lage sabía que de inmediato le llegaría la destitución, como igual lo sabían quienes cayeron junto con él, aunque no todos “en desgracia”.
Es cierto que las fiestas en la finca de Conrado Hernández, en Arcos de Canasí, fueron usadas como pretexto de las destituciones —de acuerdo con lo circulado en los videos que fueron proyectados por la Seguridad del Estado a los militantes del Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas (curiosamente, con versiones distintas, editadas para cada tipo de público)—, y que el que fuera delegado cubano de la Sociedad de Promoción y Reconversión Industrial (SPRI) del Gobierno vasco, además de amigo íntimo de Carlos Lage Dávila, había sido apresado en febrero de ese año por el delito de “corrupción”, pero lo que más pesó en aquella crisis fue la evidencia de haberse enviado información sensible sobre el movimiento de terroristas vascos de ETA en Cuba, y sobre cómo recibían protección directa de Fidel Castro.
Así también coincide en señalarlo un reportaje publicado en el diario español El País, el 12 de julio de 2009.
El total de las fuentes consultadas por CubaNet lo señalan, igualmente, como la causa principal de las destituciones de 2009, junto con un intento de atentado contra José Ramón Machado Ventura (confesada por Raúl Castellanos, primo de Carlos Lage, y cardiólogo del equipo médico que atendía a Machado) usado por Raúl Castro para terminar de convencer a su hermano del peligro que representaba su querido “grupo de apoyo”.
Pero, así como cuentan sus versiones de lo sucedido, también explican por qué los hijos de Carlos Lage Dávila parecen inmunes a la caída del padre. Y es que todo tiene que ver con el esquema mafioso de la dictadura de los Castro, donde todo el que no es familia, es solo “personal de servicio” que acata órdenes y usan a su antojo.