El caso del chihuahua que consumió cocaína y su extraña reacción
Todo dueño de perro sabe que los caninos son carroñeros por naturaleza y que es necesario estar atentos para asegurarse de que no ingieran sustancias tóxicas. Sin embargo, aún ocurren ingestiones accidentales, como la del chihuahua que, según un estudio de caso publicado en la revista Frontiers in Veterinary Science, los veterinarios descubrieron que había ingerido una cantidad significativa de cocaína.
Se han realizado varios estudios que investigan los efectos nocivos de la cocaína en el sistema cardiovascular, tanto de humanos como de animales. Sin embargo, estos estudios controlados se realizan principalmente en laboratorios y, a menudo, no se ajustan a la realidad clínica, que es más compleja. “Los informes de casos son cruciales en medicina veterinaria, ya que proporcionan ejemplos reales”, afirmó el coautor Jake Johnson, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte. “Capturan escenarios clínicos que estudios más amplios podrían pasar por alto, preservan presentaciones inusuales para futuras consultas y ayudan a comprender mejor las presentaciones poco frecuentes, mejorando así la preparación para emergencias y los protocolos de tratamiento”.
Letárgico e insensible
En el caso de un chihuahua macho de 2 años, el perro se presentó letárgico e insensible. Sus dueños lo encontraron con la lengua fuera y sin poder enfocar la vista. El chihuahua era principalmente un perro de exterior, pero también se le permitía entrar en casa, y tenía todas sus vacunas al día. El examen reveló bradicardia, es decir, ritmo cardíaco lento, un tinte azulado en las membranas mucosas del perro (a menudo un signo de un exceso de hemoglobina no oxigenada circulando por el sistema) y pupilas dilatadas. Los síntomas del perro remitieron después de que el veterinario le administrara una dosis alta de atropina, seguida de epinefrina.
Posteriormente, el perro fue trasladado a un hospital veterinario docente para realizarle evaluaciones y pruebas adicionales. Un análisis de orina dio positivo para cocaína con trazas de fentanilo, confirmado mediante cromatografía líquida. Los autores estiman que el perro podría haber inhalado (o ingerido) hasta 96 mg de la droga. Al parecer, el chihuahua tenía antecedentes de ingerir sustancias prohibidas, pero los dueños informaron que no faltaban medicamentos recetados en casa. Tampoco tenían en casa ninguna sustancia controlada ni drogas ilegales como la cocaína.
Al final, el chihuahua se recuperó satisfactoriamente, y los veterinarios aconsejaron a los dueños que le colocaran un bozal tipo cesta cuando no estuviera bajo vigilancia activa, para protegerlo de su impulso de comer alimentos nocivos. El caso es interesante en parte debido a la baja frecuencia cardíaca del perro en respuesta a la cocaína; la droga suele acelerar la frecuencia cardíaca mucho más de lo normal. “El efecto cardiovascular neto de la cocaína en los caninos sigue siendo complejo”, concluyeron los autores, quienes pidieron más investigación sobre los efectos a largo plazo en el sistema cardiovascular de los perros que ingieren la droga accidentalmente.
Según Johnson, existen varias medidas preventivas de sentido común que los dueños de perros pueden tomar para proteger a sus mascotas. Por ejemplo, mantenga a su perro con correa durante los paseos y vigile cualquier cosa que recoja o consuma. Entrenar a los perros para que respondan con prontitud a órdenes como «¡Suéltalo!» o «¡Deja eso!» también es valioso y podría salvarle la vida. Y si su perro ingiere cocaína o sustancias similares a pesar de estos esfuerzos, llévelo al veterinario de inmediato y sé completamente honesto sobre las circunstancias, incluso si las drogas eran tuyas.
Un error común en la investigación toxicológica, en particular con sustancias ilícitas, es que los veterinarios juzgarán a los dueños o los denunciarán a las autoridades si admiten que su mascota podría haber ingerido drogas, contó Johnson. Este temor impide compartir información crucial que podría salvar vidas. Ser honesto sobre la posible exposición puede salvar vidas. Cuanta más información proporciones sobre qué, cuándo y cuánto pudo haber consumido tu mascota, mejor podremos adaptar el tratamiento y monitorear las complicaciones específicas. Lo más importante es brindarle ayuda inmediata a la mascota, no culpar a nadie.
DOI: Frontiers in Veterinary Science, 2025. 10.3389/fvets.2025.1622850 ( Acerca de los DOI )
Artículo publicado originalmente en Ars Technica. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.
