El régimen actualiza sobre el impacto de Melissa
MADRID, España.- Días después del paso del huracán Melissa por el oriente de Cuba, el régimen cubano presentó cifras preliminares sobre la magnitud del desastre, en una sesión del Consejo de Defensa Nacional transmitida por el programa oficialista Mesa Redonda y encabezada por Miguel Díaz-Canel. La información llega tarde y de forma parcial, mientras la situación en las provincias afectadas revela un escenario de devastación profunda y abandono.
Los datos oficiales indican que al menos 76.789 hogares resultaron dañados. Dentro de ese total, más de 4.700 viviendas quedaron reducidas a escombros y otros más de 12.000 hogares perdieron completamente sus techos. Además, se registran más de 47.000 viviendas con afectaciones parciales, un golpe severo en una región donde el fondo habitacional ya venía deteriorado por décadas de abandono y falta de mantenimiento. La pérdida de cultivos afectará directamente la ya pésima alimentación de la población en los próximos meses.
En el sector agrícola, el huracán arrasó cientos de miles de hectáreas de cultivos, incluyendo áreas destinadas a la producción de alimentos básicos y plantaciones de café en plena temporada. La pérdida no solo afecta el abastecimiento local inmediato, sino que compromete la capacidad productiva de la región en los próximos meses. En cuanto al sistema eléctrico, los reportes oficiales reconocen daños severos en la infraestructura, con más de mil postes derribados y al menos 279 transformadores averiados, lo que dejó a numerosas comunidades sin servicio durante días y, en algunos casos, completamente aisladas.
Sin embargo, los daños no se explican únicamente por el fenómeno meteorológico. Décadas de deterioro estructural, falta de mantenimiento, políticas improductivas y corrupción han dejado a las comunidades orientales extremadamente vulnerables. Melissa no hizo más que profundizar el colapso de un país que ya estaba en ruinas.
Mientras Díaz-Canel insistió en destacar la “organización” y la “resiliencia” como elementos claves de la respuesta estatal, la realidad en el terreno muestra familias sin techo, barrios inundados, caminos intransitables, servicios eléctricos colapsados y comunidades que sobreviven mayoritariamente gracias a la solidaridad entre vecinos y al apoyo de familiares en el exterior, no a las instituciones del Estado.
El régimen también reconoció que la recuperación será “prolongada”, pero no ofreció cronogramas, recursos disponibles ni mecanismos transparentes para la distribución de materiales. Paralelamente, han comenzado a llegar ayudas internacionales, sin que exista claridad pública sobre cómo serán gestionadas o bajo qué criterios se entregarán. En situaciones anteriores, se han denunciado desvíos, opacidad y entrega condicionada a estructuras del Partido Comunista.
La narrativa oficial insiste en atribuir la gravedad de la situación a causas externas, incluyendo el embargo estadounidense. Pero el desastre en el oriente evidencia una crisis estructural previa, marcada por el abandono de la infraestructura, el deterioro del fondo habitacional, la caída productiva y la incapacidad del régimen para responder a emergencias de forma efectiva.
Para miles de familias, la llamada “etapa más dura” no comienza ahora: ya estaba en curso desde hace años. El huracán solo terminó de mostrar lo que la dictadura ha destruido lentamente, mucho antes de Melissa.
