Otra receta estéril del castrismo
LA HABANA, Cuba.- Reza un conocido refrán que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Pero ese principio, en esos términos literales, es aplicable a una persona normal, a un ser humano común y corriente, como lo son la generalidad de mis lectores o este mismo cronista.
Los comunistas no. Ya sabemos que, si usamos el adjetivo arriba empleado en su sentido habitual, ellos no son “normales”. Tropiezan con la misma piedra no una o dos, sino cientos de veces. Para convencernos de ello, no tenemos más que fijarnos en la contumacia (o, mejor aún, en la protervia) con la que ellos insisten en las mismas recetas estériles que han probado hasta la saciedad cuán inoperantes son.
En el caso de nuestra Isla, basta con que nos fijemos en las informaciones que, casi a diario, ofrecen los medios de agitación castristas sobre los recorridos del dirigente comunista de moda por nuestros campos. Años atrás, era el doctor Machado Ventura, el cual, pese a su avanzada edad, aparecía, un día sí y otro también, deambulando por zonas rurales de todo el país.
En la actualidad, el relevo ha sido tomado por su sustituto en el cargo, el también doctor (¡vaya manía la de estos rojos de nombrar médicos para organizar el Partido!) Roberto Morales Ojeda; un poco menos, por el presidente Díaz-Canel y esporádicamente por su vice Valdés Mesa.
Pese a la diversidad de personajes, sus comentarios son siempre los mismos: “¡Hace falta producir más!”; “¡hay que elevar la productividad!”; “¡tenemos que aumentar los rendimientos!”… Y así pasan los días y las semanas, que después se convierten en meses y años, y los comunistas siguen empeñados en “perfeccionar” su sistema inviable, que ha demostrado hasta la saciedad que sólo es capaz de producir hambre, miseria y desesperación.
La prohibición contra el “Paquete”
Estas amargas consideraciones vienen al caso con motivo de la reciente prohibición decretada contra el llamado “Paquete”; es decir, ese combo de novelas seriadas, películas, musicales y otros materiales fílmicos que algunos emprendedores independientes han comercializado durante años.
Aunque hace lustros que la Televisión Cubana no está limitada ya a los dos canalitos de antaño, sino que ahora ofrece más opciones, la calidad de estas últimas es tan pobre que todo el que puede procura conseguir materiales adicionales que le permitan alcanzar una mayor elección. En ese justo empeño, el famoso “Paquete” ha jugado un papel central.
Y forzoso es decir que, aunque esos combos digitales son confeccionados por personas ajenas al Departamento Ideológico del Comité Central, los ucases de esa funesta “Policía del Pensamiento” son tomados en cuenta por las primeras a la hora de escoger los materiales que incluirán en su selección de cada semana.
Es que sus vivencias de decenios han enseñado a los cubanos de la Isla cuán grande es la atención que los jerarcas castrocomunistas prestan a cualquier asunto de índole política. Es posible —incluso probable— que la policía no reaccione al llamado de ayuda para una familia que esté siendo tasajeada por unos delincuentes; pero si alguien lanza un grito de “¡abajo el comunismo!”, entonces sí los uniformados se presentarán enseguida…
Paquete versus Seguridad del Estado
Sabiendo eso, quienes elaboran las diversas versiones del “Paquete”, para evitar la indeseable atención de la Seguridad del Estado, eluden copiar noticiarios u otros programas en los que se critiquen o condenen las decisiones adoptadas por el régimen castrocomunista. O sea, que entre ellos florecía la autocensura. Pese a ello, ahora desde el habanero Palacio de la Revolución se ha decretado su prohibición.
Las implicaciones de esta arbitraria medida reciente son varias. En el terreno jurídico, considero muy buenas las consideraciones hechas por Eloy Viera Cañive en El Toque. El colega, ante todo, señala con acierto el vicio de fondo que entraña que, en países de vocación totalitaria como Cuba, no se aplique el principio fundamental de derecho que dispone: “A nadie se le impedirá hacer lo que la Ley no prohíbe”.
En nuestra desdichada Isla se aplica la regla opuesta: “Un ciudadano puede hacer sólo aquello que la Ley le autorice expresamente”. O, mejor aún, otra versión de ese mismo principio, la cual es no sólo más ocurrente, sino que también refleja de modo más exacto la esencia malsana del sistema castrocomunista: “Todo lo que no está prohibido es obligatorio”.
Pero ya sabemos que el sistema asentado en La Habana tropieza dos y más veces con la misma piedra. Las ansias de intensificar el adoctrinamiento bolchevique de sus súbditos han estado siempre presentes. Y por supuesto que en la “era de esplendor” del castrocomunismo, cuando los simples ciudadanos no contaban con ordenadores ni existía la internet, esa modalidad de control social ejercido desde el poder florecía bastante más que ahora.
Con la misma piedra…
Viene al caso citar, en ese contexto, una anécdota personal de cuando en 1966, tras terminar mis estudios de Derecho en Moscú, regresé a Cuba. Gozaba de tremenda popularidad la película checoslovaca Vals para un millón, la cual permaneció en cartelera no sé cuántas semanas (en cualquier caso, más de las 52 que hacen un año).
Se trataba de un filme ligero, de amor, música y deportes. Pero sin trascendencia alguna. El éxito impresionante que alcanzó en Cuba (y que recuerdo que asombró a sus mismos realizadores) se explicaba sólo por una causa: En medio del vendaval de cintas sobre guerras, revoluciones y “construcción del socialismo” que inundaban los cines y la televisión cubana de entonces, la peliculita checoslovaca representaba un bienvenido oasis de frescura.
Pero ya lo dice otro refrán: “Perro huevero, aunque le quemen el hocico”. Al cabo de más de medio siglo, los ideólogos castrocomunistas, al prohibir el “Paquete”, es como si proscribieran los émulos del Vals para un millón de hoy. Lo que conduce a que, como se señala en un instructivo reportaje publicado este miércoles aquí mismo en CubaNet, “el paquete semanal continuará circulando”.
El trabajo periodístico se hace eco del comentario de un cubano de a pie sobre el dichoso “Paquete”: “Solo se trasladará al mercado negro, se hará más atractivo por la prohibición y subirán los precios para compensar el riesgo”. Y tal vez de paso —espero yo— los realizadores dejarán de autocensurarse. Porque si de todos modos los van a perseguir…