A la baja, también las cooperativas agropecuarias en Cuba
LA HABANA, Cuba. – En días pasados La Habana fue sede de la XV edición de la Convención Internacional de Cooperativismo (COOPERAT 2024), que sesionó bajo el eslogan de “un espacio para el diálogo desde las cooperativas”. En esta ocasión el evento fue coordinado por el progubernamental Centro de Estudios de Dirección, Desarrollo Local, Turismo y Cooperativismo (CEGESTA), adscrito a la Universidad de Pinar del Río.
De acuerdo con los organizadores de la cita, la gama de asuntos tratados apuntó a la solución de problemas que afectan el desarrollo del movimiento cooperativo y la producción de alimentos. En el caso específico de Cuba, los asistentes al cónclave abogaron por la implementación de iniciativas que coadyuven a la materialización de la Ley de Soberanía Alimentaria y Nutricional, el encadenamiento productivo entre los diversos actores económicos, así como el fortalecimiento de los sistemas productivos locales. Aunque, como es lógico imaginar, no faltaron las menciones al “bloqueo” de Estados Unidos, y a la ubicación de la Isla entre las naciones que patrocinan el terrorismo, como elementos que supuestamente entorpecen el desarrollo del movimiento cooperativo en el país.
Cualquiera podría pensar que COOPERAT 2024 se celebró en un momento de auge de las cooperativas en nuestro país. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Ha disminuido el número de cooperativas agropecuarias en la Isla en sus tres modalidades ―unidades básicas de producción cooperativa (UBPC), cooperativas de producción agropecuaria (CPA), y cooperativas de crédito y servicio (CCS)―, lo que, entre otras cosas, agrava el déficit productivo que exhibe el sector agropecuario.
Según cifras que aporta el Anuario Estadístico 2023 emitido por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en el año 2019 había en el país 1.519 UBPC, 876 CPA y 2.464 CCS. Mas, ya en el pasado 2023 eran 1.383 UBPC, 839 CPA y 2.429 CCS.
La prensa oficial se vio obligada a reconocer algunos planteamientos que afloraron en COOPERAT 2024, y que obstaculizan el trabajo de las cooperativas y en general la labor de los hombres que trabajan la tierra.
Se habló de los problemas que ha traído la bancarización, en momentos en que muchos campesinos y trabajadores contratados en las cooperativas exigen que sus salarios les sean pagados con dinero efectivo. De igual modo trascendió la falta de autonomía que padecen buena parte de las cooperativas en lo concerniente a su gestión productiva y comercializadora. Esto último relacionado con el afán gubernamental de contratar todas las producciones para que sean comercializadas únicamente por las entidades de Acopio pertenecientes al Estado. Entidades que, como es sabido, no les pagan lo adecuado a los productores, y en ocasiones no recogen todas las cosechas por falta de transporte o de combustible. Y, por supuesto, no podían estar ausentes las quejas por el no pago en tiempo a los productores por parte del Gobierno.
Como colofón pudiéramos mencionar algunos temas que, o no fueron abordados en COOPERAT 2024, o fueron tratados muy superficialmente, y que sí son fundamentales para el desarrollo del sector agropecuario cubano.
Por ejemplo, ¿qué se va a hacer en los campos cubanos para detener el éxodo de trabajadores hacia las ciudades u otros sectores de la economía? Un éxodo que ha incidido en la disolución de no pocas cooperativas agropecuarias. Por otra parte, la sociedad exige que aumenten las inversiones productivas estatales en la agricultura, como vía esencial para incrementar la producción de alimentos, y se dejen de asignar los pocos recursos con que cuenta la nación en la construcción de hoteles que solo satisfacen los apetitos de la cúpula militar de GAESA.