Ana de Armas y Manuel Anido, el mensaje oculto tras las fotos Cubanet
LA HABANA.- Como mandadas a hacer. Como escenas de una película: beso pasional en la calle; Manuel,
paseando al perro; Ana, consciente de que no debe mirar a la cámara mientras él le
habla desde el ángulo perfecto para que la revista ¡Hola! haga lo que tiene que hacer.
Para que no quede dudas de que es el que dicen que es.
Son, las de Ana de Armas y Manuel Anido, fotos evidentemente planificadas y ninguno
de ellos fue tomado por sorpresa. Sabían lo que iba a pasar una vez publicadas y no
por gusto los Dávalos están en algunas escenas, y es que han sido por muchos años
los abogados y albaceas de una mafia, los tipos que saben donde han escondido cada
centavo, cada propiedad, y ahora están ahí, en medio del “escándalo”, legitimando un
cambio de “familia” para cuando el último Don se haya ido al más allá, junto al hermano
y al yerno, ese difunto Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, otrora dueño y señor de la
economía cubana, que ya no podrá heredar lo que una vez le fue prometido.
Si alguien debiera preocuparse por esas imágenes nada casuales no somos nosotros
ni los lectores ni los fans de Ana de Armas, sino esos que van quedando de una familia
Castro que está viviendo sus últimas horas en el poder, y que ahora está consciente del
error de haber cedido demasiado poder a un advenedizo, de no haber preparado un
heredero con algo de talento para los negocios y, sobre todo, de haber pensado que la
fuerza bruta de El Cangrejo (Raúl Guillermo Rodríguez), unida a la de su tío El Tuerto (Alejandro Castro), sería suficiente para proteger al papá.
Pobre de los que piensen que todo fue accidental, tanto la muerte del líder de GAESA
como las fotos de ¡Hola!. Que los tortolitos fueron sorprendidos en Europa por un
descuido y no porque la escena “infraganti” en realidad responde al guión de quienes han querido enviar un mensaje alto y claro de derrota a quienes, en las mismas
entrañas del poder, aún dudaban de que tienen el control de la familia, de que han ido
ganando terreno. ¿Y qué mejor aderezo para tal mensaje que una relación con una actriz de Hollywood que sabe muy bien calcular el calibre de una fortuna?
Quienes conocen la mentalidad de los Castro, es decir, de los Sandro, los Tony, incluso
la de El Cangrejo, y hasta la de la emprendedora Vilmita, la de la Mariela emparentada
con el señor Titolo, relacionado con otras mafias de Europa y África, como los Amorím,
de Portugal, y los Dos Santos, en Angola, saben cuánto puede llegar a dolerles esto. Les parecerá inaceptable que un advenedizo como Manuel Anido, que ni siquiera es hijo del administrador de la finca,
haya logrado ligar a la chica Bond, con sus tantos millones de fortuna y habiendo
podido elegir entre Ben Afflec y el magnate de Tinder, incluso entre alguno de ellos.
Ninguno de los Castro, a pesar de alardes y deslices, de ostentaciones y
bravuconearías, pudo conquistarla. De modo que el mensaje lo han leído a la perfección, y ha sido más devastador cuando, además de la estrella de Hollywood, en las imágenes aparecen los que
guardan la llave de los secretos (y quienes pueden decidir a quién se la confían).
Si pensábamos que las pugnas internas por el poder era solo un asunto entre la nueva
y la vieja guardias, entre ortodoxos y reformistas, entre unos cuantos ministros
corruptos, ahora, después de estas imágenes —muy atrevidas y arriesgadas para
quienes conocen bien de tales atrevimientos y riesgos— no queda dudas de que los
enfrentamientos son bien encarnizados y sangrientos, y que esta jugada dice más que
lo que pudiera decir un simple escándalo de pasión, una mala elección de bandos.
Si bien Miguel Díaz-Canel está usando al hijastro y a Ana de Armas para fabricar una
imagen glamorosa de su régimen, en un momento en que la crisis económica y los
desastres naturales no le dan oportunidad alguna de brillar; que la perspectiva hollywoodense pudiera jugarle a favor en algunos círculos de opinión donde este tipo
de truco publicitario funciona, sin dudas, el principal objetivo de la jugada es enviar un
mensaje a sus enemigos internos apropiándose de lenguajes y símbolos (los Dávalos
son uno de ellos) que estos comprenden a la perfección, tanto como preocuparse por
sus cabezas a partir de ahora.
Por carambola, además de lo anterior, el romance de Anita y Manolito ha sido una
bendición por estos días en que los titulares en los medios independientes no ocuparán
otro asunto que no sea este, menos peligroso y trascendental que un sistema eléctrico
colapsado y un país que muere de hambre. A fin de cuentas, nos toca circo cuando no
hay pan para comer.