Así va a ser la reaparición de la duquesa de Medinaceli para una cita especial en Sevilla
Desde que en octubre del año pasado
Victoria Hohenlohe-Langenburg, la actual duquesa de Medinaceli,
se casara en Jerez de la Frontera
con el financiero de origen franco argentino
Maxime Corneille, muy pocas son las ocasiones que hemos tenido de ver en público a una pareja que ha hecho de la discreción su bandera. Este año apenas les hemos visto disfrutar de su primera Semana Santa en Sevilla como marido y mujer, viendo las procesiones desde la emblemática Casa Pilatos, y acudir a la
exhibición de enganches de la Feria de Abril
. Pero ahora la aristócrata está a punto de salir de su aislamiento voluntario.
Será el próximo 13 de septiembre cuando Victoria, que a sus 27 años ostenta 43 títulos nobiliarios, diez de ellos con Grandeza de España que la convierten en la mujer española con más distinciones nobles, acuda a la ceremonia de entrega de
los XVIII Premios Escaparate que se celebran cada año con motivo del aniversario de la revista de vida social andaluza ‘Escaparate’, fundada en 2006 por el periodista sevillano Mario Niebla.
La gala tendrá lugar en el histórico Muelle de la Sal de Sevilla y la duquesa de Medinaceli no acudirá por estar premiada, sino en su condición de
madrina de honor de la gala. Junto a ella, actuando de padrino de honor, estará Maximiliano de Habsburgo, archiduque de Austria. Entre los galardonados destaca un homenaje póstumo a
Fernando Fernández Tapias
, cuyo premio recogerán sus hijos, y las distinciones a Luis de la Fuente, el seleccionador de fútbol de España reciente ganador de la Eurocopa,
la empresaria joyera Cristina Yanes
o el actor Carlos Sobera.
Una vida hermética en plena guerra familiar
Convertida en cabeza visible de una de las familias más importantes de nuestro país tras el fallecimiento de su padre, Marco de Hohenlohe,
la joven ha hecho del anonimato su mayor virtud y se niega de forma férrea a exponer su vida privada. Victoria ha mantenido un perfil muy bajo estos años, lejos del glamour en el que viven instaladas otras aristócratas de su generación. Nacida en Málaga, ha pasado la mayor parte de su vida fuera de España, concretamente en Munich, con su madre
Sandra Schmidt-Polex.
De la duquesa de Medinaceli, que trabaja actualmente en una consultora estadounidense con oficina en Madrid, existen pocas imágenes, ya que no se prodiga en los tan habituales photocalls que surten de imágenes de famosos a las agencias de fotos. Tan solo se suele dejar ver en eventos familiares o en los relacionados con
la hípica, una de sus grandes pasiones.
Muy a su pesar, no ha podido evitar que su largo y distinguido nombre completo –Victoria Elisabeth von und zu Hohenlohe-Langenburg– llegase a los titulares
por culpa de una guerra familiar
que comenzó tras la muerte de la anterior duquesa de Medinaceli, Victoria Fernández de Córdoba, en 2013. La falta de acuerdo por su herencia ha enfrentado a Ignacio Medina, duque de Segorbe y tío abuelo de Victoria, con cinco de sus sobrinos.
Así fue su gran boda en Jerez de la Frontera
Fue precisamente este enfrentamiento familiar el que impidió que
la boda de Victoria de Hohenlohe-Langenburg y Maxime Corneille
se celebrara en la sevillana Casa de Pilatos. Finalmente, el gran evento tuvo lugar en
la finca Salto al Cielo, propiedad de la familia López Carrizosa, con la que la duquesa tiene un vínculo estrecho, después del pertinente ‘sí, quiero’ en la iglesia de San Miguel de Jerez de la Frontera.
Sin duda, los invitados más destacados al enlace fueron
los reyes Guillermo y Máxima de Holanda, que estuvieron acompañados de su primogénita, la princesa Amalia. Junto a ellos, numerosos rostros conocidos de la alta sociedad y la aristocracia de nuestro país como Sofía Palazuelo o la diseñadora Laura Vecino, la mujer de Rafael Medina. El toque royal lo puso también Miriam al-Ghazi de Jordania, acompañada de su hijos, Boris y Beltrán de Bulgaria.
La novia llegó puntual en un coche de caballos y caminó hacia el altar del brazo de su hermano pequeño, Alexander Honhenlohe-Langerburg. Para su gran día, Victoria apostó por
un vestido de novia de época de la firma T.ba, propiedad de su amiga íntima, Sol Prado. Sorprendió que no usara tiara ni velo.