domingo, marzo 9, 2025
Cuba

Atención médica a personas trans en Cuba


LA HABANA, Cuba. – Alita ya se siente un poco más a gusto. La última vez que habló a los medios sobre su salud y sus cuidados afirmativos de género como persona trans, estaba muy insegura e indecisa. No había podido comenzar la llamada transición médica por no contar con una debida atención en el país, sobre todo después de la pandemia d COVID-19. Pero desde hace pocos meses su situación ha cambiado.

“Me estoy atendiendo en el CENESEX [Centro Nacional de Educación Sexual] y me están ayudando mucho. Las psicólogas están haciendo un buen trabajo. Son muy preocupadas”, cuenta la joven, residente en La Habana. “Realmente se sintió como un centro de apoyo, pero más bien es por el empeño de las psicólogas”.

Ya acudió a una primera consulta de Endocrinología, de vital importancia para la salud hormonal y entre las más demandadas por personas trans, y pudo realizarse la prueba del Antígeno Prostático Específico (PSA), una proteína producida principalmente por las células epiteliales de la glándula prostática que, comúnmente, se utiliza como un marcador en la sangre para detectar problemas relacionados con la próstata.

Aunque no ha ido a la siguiente consulta, Alita explica que la endocrinóloga, la Dra. Gisel Ovies Carballo, quien desde hace años es la única especialista en este campo dedicada a la atención de personas trans, proporciona un tarjetón para adquirir las hormonas. Sin embargo, cree que estas “ni entran a las farmacias”.

“Yo corrí con suerte. El CENESEX no es un lugar que la mayoría de las personas trans conozcan. Son pocas las que llegan”, afirma. Para ella, la comunicación y divulgación de las actividades y misiones de la institución fallan, más allá de que tienen un “funcionamiento complejo”. “No es un lugar que se dé a conocer”, añade.

Al final, dice Alita, la mayoría de las personas trans acuden en busca de una receta, y aunque ahí la consigan, se enfrentan al desabasto de hormonas en las farmacias. Lo que queda es comprarlas en el mercado informal a precios elevadísimos. 

El CENESEX, dirigido por la sexóloga Mariela Castro Espín, hija de Raúl Castro, se define como una “institución dedicada a la docencia, la investigación y la asistencia, cuyo objetivo es promover la educación integral de la sexualidad, así como los derechos humanos y la erradicación de toda forma de violencia”. 

Desde su creación, ha intentado desarrollar un modelo de atención y tratamiento integral de salud a personas trans, en correspondencia con las características del sistema nacional de salud cubano y con los estándares internacionales de cuidado. Estos quedaron recogidos en la Resolución Ministerial No. 126, del 4 de junio del 2008. Por esta norma, también se constituyó la Comisión Nacional de Atención Integral a Personas Transexuales (CNAIPT), dirigida por el propio CENESEX.

Esta resolución dispuso, además, el establecimiento de una clínica especializada que brindaría servicios integrales, voluntarios y gratuitos de atención médica a las personas trans en Cuba, consistentes en: atención clínica, consejería psicológica, terapia hormonal y cirugía de “reasignación de género”.

Sin embargo, no ha podido cumplir con todas las expectativas ni brindar una efectiva atención integral a las personas trans. 

Aunque la irregularidad y la escasa divulgación de los servicios médicos especializados de personas trans se han acentuado desde la pandemia de COVID-19, Alita comenta que, en la actualidad, es suficiente con llamar o enviar un mensaje de texto a la enfermera que coordina la CNAIPT y esperar su respuesta para recibir un turno.

Mónica, otra chica trans de La Habana, confirma que el procedimiento para solicitar un turno es ese. La única vez que ha ido desde que restablecieron los servicios, se vio con la psicóloga y con la endocrinóloga. Con la primera quedó complacida. La endocrinóloga, por su parte, le indicó solo análisis de bioquímica y el PSA, ya que le informó que no hay reactivos en el Instituto Nacional de Endocrinología para medir otros indicadores importantes, como los estrógenos y la testosterona.

“Tampoco hay hormonas, pero te hacen el tarjetón para que compres la espironolactona en la farmacia. Dicen que hay pocas y que están priorizando ciertos casos”, revela Mónica, quien además supone que en su farmacia no ha llegado el medicamento o ella no ha tenido suerte. Logra mantener su proceso hormonal gracias a amistades que le envían estos fármacos desde el extranjero.

La espironolactona es un medicamento utilizado en mujeres trans como tratamiento antiandrogénico. Es decir, ayuda a bloquear los efectos de la testosterona y dar paso a los cambios físicos deseados.

Tanto Mónica como Alita supieron del restablecimiento de las consultas a través de Merle Ramírez, un activista transmasculino independiente, quien a su vez se enteró por fuentes informales. 

A menudo, este tipo de noticias circula al interior de la red Transcuba, un grupo al que no pertenecen todas las personas trans de la Isla, sino únicamente aquellas afiliadas y más cercanas al CENESEX y a la oficialidad. Por esta razón, la información se limita a un grupo reducido y genera una sensación de exclusividad entre unos pocos.

Transcuba es una red comunitaria, perteneciente al CENESEX, que reúne a personas trans, travestis, transexuales y transformistas; también a sus familias y parejas. Su objetivo es apoyar a la comunidad trans y promover la visibilidad y los derechos de estas personas en el país. Sin embargo, como el propio centro que la impulsa, también ha recibido críticas por parecer estar más interesada en hacer propaganda política a favor del Gobierno cubano que en su objeto social.

¿Qué ocurrió durante la pandemia de COVID-19?

Los servicios médicos especializados para personas trans, que se ofrecían únicamente en La Habana, fueron suspendidos tras el inicio de la pandemia de COVID-19. 

Esta medida obligó a que muchas personas interrumpieran su tratamiento hormonal o lo continuaran sin la debida orientación médica. Además, muchos hombres y mujeres trans evitan consultar a otros profesionales de la salud debido a la discriminación, ya que muchos médicos desconocen o ignoran sus necesidades específicas.

“Desafortunadamente, las personas transgénero, trans y trans no binarias a menudo enfrentan barreras y estereotipos en el sistema de atención médica. Pueden experimentar discriminación o falta de comprensión por parte de los profesionales de la salud o incluso falta de acceso a servicios de salud que les correspondería y a los que no pueden acceder por cuestiones culturales o sociales”, explica el Dr. Iván Mañero, director de la Unidad de Género IM GENDER, de Barcelona, referente mundial en cirugía de afirmación de género, y quien durante algunos años asesoró a profesionales y cirujanos cubanos en este tipo de operaciones. 

Dado que no todas las personas trans pasan por el mismo proceso ―no todas optan por la hormonación o las cirugías―, Mañero cree que la atención sanitaria debe estar centrada en la persona, lo que significa que cada individuo debe recibir la atención adecuada a sus necesidades específicas. “Esto implica no solo reconocer la diversidad de identidades de género, sino también tener en cuenta otros factores, como el origen étnico, la orientación sexual, la edad y la situación socioeconómica”.

Salud integral de personas trans en Cuba: necesidades al margen”, una investigación de la revista Subalternas, publicada en febrero de 2024, reveló que los obstáculos ya existentes para acceder a los servicios médicos especializados en Cuba se profundizaron en el contexto de la pandemia, que limitó el derecho a la salud integral de las personas trans. El 50% de las encuestadas para ese trabajo valoraron como “desastrosa” la decisión de paralizar los servicios de salud durante la pandemia, por considerarla violatoria de sus derechos.

“Tras el cierre de las consultas, la posibilidad de que los cambios logrados durante el tratamiento se pierdan ha generado angustia y desesperación. Esta interrupción ha sido más difícil para quienes se encontraban al inicio, a diferencia de quienes lo comenzaron hace tiempo y conocen cómo reacciona su cuerpo ante las hormonas, y para quienes no pudieron ni han podido iniciarlo”, explica la investigación.

Los procedimientos de afirmación de género, tales como las llamadas terapias de reemplazo hormonal y las cirugías, han demostrado tener un impacto positivo en la salud física y mental de las personas trans. Al interrumpirse o impedir su realización, estas personas pueden experimentar una gran angustia, depresión y malestar corporal.

Según la psiquiatra Elvia de Dios Blanco, quien ha formado parte de la CNAIPT, “no es que las personas trans padezcan algún tipo de enfermedad mental, como tan frecuentemente se interpreta; es todo lo contrario: la sociedad les crea malestar al irrespetar la manera de expresar su identidad de género y, por tanto, se quebranta el pleno bienestar físico, psicológico y social que abarca el concepto de salud de la Organización Mundial de la Salud”.

La comunidad médica internacional, incluyendo la Asociación Médica Estadounidense, la Asociación Estadounidense de Psicología y la Academia Estadounidense de Pediatría, están de acuerdo en que las acciones afirmativas de género son una atención médica necesaria. Además, diversos estudios han demostrado que las cirugías que confirman la identidad de género contribuyen a reducir el malestar social, la depresión y los intentos de suicidio en personas trans, al mismo tiempo que incrementan su autoestima y mejoran su calidad de vida.

“Si bien es cierto que con la pandemia todos los servicios de salud se vieron afectados ―continúa la investigación―, hay razones para señalar una desventaja con respecto a los cuidados afirmativos de género de las personas trans. La centralización de las consultas y de la venta de hormonas como el Androcur en la capital, la limitación para realizar análisis de laboratorio u otras pruebas médicas disponibles también solo en un hospital de La Habana y la escasez de profesionales especializados (…) son solo algunas de las debilidades de la atención integral a personas trans en Cuba, que quedaron expuestas con la llegada de la crisis del COVID”.

Tanto Dios Blanco como la coordinadora nacional de Transcuba, Malú Cano, en 2018 reconocían que la centralización limitaba el acceso a la salud a personas trans y facilitaba la automedicación hormonal, generalmente con sobredosis que acarrean efectos adversos (desde náuseas, mareos y vómitos hasta trombosis venosa), por lo que, aseguraron, se trabajaba para que esta atención especializada se extendiera al resto del país. 

La psiquiatra, específicamente, sugirió que al menos la consulta de acompañamiento psicológico y la de endocrinológica debían ofrecerse en cada municipio del país, articuladas desde la Atención Primaria de Salud.

En mayo de 2021, el abogado Manuel Vázquez Seijido, subdirector del CENESEX en aquel momento, fue citado en la red social X por la Asociación Cubana de las Naciones Unidas, tras argumentar que el “bloqueo” estadounidense era uno de los principales obstáculos para garantizar los derechos sexuales en Cuba, la terapia de reemplazo hormonal y las “cirugías de adecuación genital”. Años antes, en 2019, la endocrinóloga Gisel Ovies también había afirmado en una investigación que “en Cuba, como resultado del bloqueo”, no se disponía de “la variedad de fármacos recomendados en las guías internacionales” y que, por eso en “muchos momentos” se habían tenido que usar “preparados que contienen estrógenos sintéticos”.

Estos estrógenos sintéticos que se utilizan en Cuba como el etinilestradiol aumentan 20 veces el riesgo tromboembólico y tres veces la mortalidad cardiovascular. Por esta razón, los expertos recomiendan el uso de estrógenos naturales, como el 17β estradiol transdérmico u oral.

En mayo de 2022, un artículo de la revista Tremenda Nota, resaltaba que, a pesar de la reapertura del país a finales de 2021, la atención médica especializada para las personas trans no se había reanudado completamente.

De acuerdo también con la investigación citada, las consultas disponibles y los modos de acceso variaron en función de la situación epidemiológica de cada momento. Sin embargo, lo que ha predominado ha sido la falta de comunicación institucional sobre la reorganización de los servicios para asegurar el acceso y la continuidad de los tratamientos. 

Aún hoy día, a pesar de que hay constancia de que estos servicios han sido reanudados, la difusión masiva a través de los canales correspondientes sigue siendo deficiente. En una búsqueda en las redes sociales del CENESEX, no se encuentra ni un solo anuncio o explicación sobre cómo las personas trans pueden acercarse al centro en la actualidad.

Reclamos desde las zonas rurales: “El CENESEX no está haciendo bien su trabajo. Aquí no llega”

Para Kaeily Figueredo, en el Oriente de la Isla, el panorama no es tan alentador como lo puede ser para Alita y Mónica en la capital. La joven de 26 años vive en el poblado Buenaventura del municipio Calixto García, en Holguín, una zona donde las distancias geográficas y la falta de información complican el acceso a tratamientos esenciales. 

Muchas personas trans de esa región, como ella, deben viajar largas distancias para recibir atención especializada, lo que representa un gasto significativo en términos de tiempo y dinero. Esto ha propiciado la desinformación y a la automedicación, especialmente entre las más jóvenes que desean hormonarse. 

“¿Por qué nos hacen ir tan lejos?, se queja Kaeily. “Yo para atenderme en el CENESEX tengo que viajar a La Habana, o a Santiago, donde recientemente abrió una consulta y es la me queda más cerca. Pero en general, es muy trabajoso. ¿Por qué no poner en cada provincia un médico que más o menos se especialice en este tema, y que podamos ir ahí y atendernos? Poner un endocrino en el hospital de aquí, por ejemplo, o al menos en el mismo Holguín para no tener que ir a Santiago de Cuba. Holguín está como a 40 y pico minutos de donde yo vivo y perfectamente puedo ir a atenderme, pero Santiago de Cuba es muy lejos; son muchas consultas, es mucho gasto, la situación económica no da para eso”.

Kaeily siente que el CENESEX desconoce las necesidades de las personas trans de su localidad y que no está haciendo bien su trabajo. En una ocasión se puso en contacto con la coordinadora de Transcuba Holguín y esta le respondió que ella desconocía que en Buenaventura hubiera personas trans.

“‘Yo no sabía, desconocía eso’.  Digo yo: ‘Claro, ¿cómo vas a saberlo si no vienes?’. Ella dijo que estaba por venir y que vendría, pero no ha venido. El CENESEX aquí no llega. Y como mismo ella no sabía, que es la coordinadora de aquí de Holguín, así las coordinadoras de Santiago, las coordinadoras de otras provincias, no saben que hay muchas chicas en los campos intrincados”. 

La investigación mencionada señala lo preocupante de la asunción de que existen igualdad de condiciones para todas las personas del territorio nacional que quieran acceder a estos tratamientos, y apunta: “Al ser un servicio que se brindaba de manera oficial únicamente en la capital del país, no todos podían costearse las consultas. De igual manera, existe un mayor déficit de medicamentos y atenciones en zonas rurales, lo que se traduce en asimetrías. En estas situaciones no solo entra en juego la identidad de género, sino también una serie de cruzamientos o intersecciones con otros vectores de opresión, tales como la raza, la pobreza, la edad, entre otros”.

Organización comunitaria frente al desamparo institucional

Desde la formación de grupos de apoyo hasta la necesidad de consultas médicas regulares, la experiencia de las personas trans resalta no solo la carencia de servicios especializados, sino también el deseo de construir comunidades de apoyo. 

Translúcidos es un colectivo independiente de personas transmasculinas que surgió en respuesta al abandono institucional, así como a la falta de información y recursos para el colectivo. Su creador y director, Merle Ramírez, un chico trans habanero de 28 años, ha contado que la principal motivación y misión del grupo es “brindar un espacio seguro donde los hombres trans puedan compartir sus experiencias, encontrar apoyo, abogar por sus derechos y acceder a información sobre recursos y servicios disponibles para ellos”.

Por razones similares, también se creó un poco antes el Grupo Trans Masculinos de Cuba, cuyo objetivo es proporcionar asesoramiento jurídico y apoyo a las personas transmasculinas y hombres trans en su proceso de afirmación de género. Sus miembros provienen principalmente de La Habana, aunque también se cuentan personas de Villa Clara, Camagüey, Isla de la Juventud y otras regiones del país.

Ambos grupos, Trans Masculinos de Cuba y Translúcidos, aportan visibilidad a una población a menudo ignorada, como son las transmasculinidades cubanas. A través de sus perfiles en redes sociales, comparten contenido educativo sobre género y sexualidad, y organizan ferias comunitarias para recaudar fondos que apoyen a quienes enfrentan desventajas y tienen un acceso limitado a tratamientos hormonales. También llevan a cabo proyecciones de películas de temática trans, recogen y distribuyen donaciones de hormonas, entre otras actividades.

En Buenaventura, a Kaeily le pareció muy provechoso un grupo de WhatsApp organizado por el CENESEX, en el que se ofrecían charlas en línea cada semana, dirigidas por psicólogos y abogados, lo que permitía a las personas trans participantes expresar sus preocupaciones. Sin embargo, ella solo tuvo la oportunidad de asistir a las últimas dos sesiones. Posteriormente, el grupo se cerró y Kaeily se quedó con el anhelo de crear un espacio similar.

“Yo siempre he querido hacer algo en bien de la comunidad, porque yo en mi adolescencia, en mi infancia, tuve muchas dudas, dudas que tenemos todas las personas trans. Tuve muchos miedos, tuve muchas preocupaciones, y nunca tuve a nadie que me ayudara, nunca tuve a nadie que me dijera, tú te sientes así por esto”.

Así fue como decidió crear Transpower, un grupo que actualmente reúne vía WhatsApp a cerca de 20 chicas de diferentes provincias del país. Aunque han logrado conectarse con psicólogos, la búsqueda de apoyo legal y médico sigue siendo un desafío.

Al principio, Kaeily se comunicó con una psicóloga del CENESEX, quien les recomendó escribir directamente a las páginas del Centro para expresar sus inquietudes. Sin embargo, la respuesta fue desalentadora pues, aunque la especialista intentaba abordar sus preocupaciones, el proceso se hacía complicado.

Con Transpower, Kaeily busca empoderar a sus integrantes y crear espacios de apoyo y educación. Además de compartir información valiosa sobre salud y tratamientos, el grupo promueve actividades sociales y recreativas que contribuyen a un ambiente de amistad y solidaridad entre sus miembros. Organizan concursos literarios y charlas semanales con psicólogos, a quienes Kaeily ha contactado personalmente.

“La idea del grupo en general es ayudar a las nuevas que están entrando. En el grupo hay muchas chicas desinformadas. Hay niñas de 12, de 13 años, que están empezando y se están medicando por su cuenta porque no pueden acudir al CENESEX en La Habana. Muchas son de lugares intrincados de Sancti Spíritus, Cienfuegos…”.

Según Kaeily, algunas en el grupo comentan que, a pesar de sus esfuerzos, se encuentran con médicos que no comprenden sus necesidades específicas o no se especializan en atención a personas trans.

“Muchas me han dicho que han tratado de hablar con endocrinos y les han dicho que no se especializan en ese tema. Y realmente es así. Yo tuve la suerte de atenderme con una amiga endocrina, pero antes me acerqué a otros y me decían: ‘Yo no tengo nada que ver con eso’”.



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