Atlético de Madrid: El infierno de Le Normand que avista a su fin: gimnasio aislado, sin compañeros, sin ruidos…
Aunque el mes y medio ya sin Le Normand se ha convertido en un importante contratiempo para el Atlético (ha encajado once goles en ocho partidos sin él, contrastando con los únicos cuatro recibidos en los ocho anteriores en los que se había erigido como el líder de la zaga), mucho más serio ha sido el día a día que ha tenido en vilo al futbolista, servicios médicos, cuerpo técnico, compañeros desde que el francés impactara con Tchouameni en el pasado derbi del 29 de septiembre. Sin embargo, por fin, tras una delicadísima recuperación, continuas revisiones, consultas con médicos y neurólogos y un cauteloso plan físico, el central por fin empieza a ver una salida en su particular infierno. De hecho, la idea es que una vez pasado el inminente parón de LaLiga, ya pueda empezar a unirse paulatinamente al grupo… y a estar disponible para volver a jugar dos meses después.
Pese a que tras ser atendido por el doctor Celada sobre el verde del Metropolitano, Le Normand acabaría saliendo por su propio pie, el diagnóstico no tardaría en revelar que iba a tratarse de mucho más que un golpe. Concretamente un traumatismo craneoencefálico (TCE) con hematoma subdural que iba a exigir el máximo cuidado, pues cualquier paso en falso podría resultar fatal. En este sentido, pese a que hace semanas que las sensaciones del central son buenas y aparentemente normales, los médicos y neurólogos que siguen su evolución siempre han mantenido la cautela conscientes de que la precipitación podía conllevar secuelas en el jugador mucho más allá del fin de su carrera deportiva.
ATLÉTICO DE MADRID
Aislado, sin compañeros ni música
Con el cráneo literalmente abierto (aún está en proceso de cicatrización), la vuelta de Le Normand a la competición no podía contemplarse hasta que se redujera por completo el hematoma que acompañaba a la contusión, de ahí que los primeros diez días fueron de total inactividad. De hecho, cuando el pasado 9 de octubre acudió al Cerro por primera vez para iniciar el proceso de readaptación funcional todo estaría marcado por la pauta de los servicios médicos y de los neurólogos que supervisan cada paso.
Así, sus primeros días en el gimnasio del Cerro transcurrirían en la más completa soledad (más allá de los readaptadores del club), en horarios en los que no hubiera compañeros, ni ruidos ni nada que pudiera perturbar la tranquilidad recomendada para el cerebro de Le Normand. Ya no era únicamente que el trabajo de tonificación muscular iba a ser de baja intensidad, sin impactos o saltos, sino que también era aconsejable evitar cualquier tipo de interferencia (música, voces, máquinas) a nivel de ambiente.
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Revisión a revisión
Con el césped convertido en una quimera, la vida de Le Normand en esas primeras semanas discurriría entre el gimnasio y las consultas médicas, pues prácticamente después de cada entrenamiento, tocaba someterse a una revisión. De hecho, el aumento de la carga física siempre iría determinada por el visto bueno de los doctores. Así, lo que en un principio sería un trabajo aeróbico de poca intensidad, comenzaría a dar paso a unos esfuerzos mayores (tanto entre las pesas y las máquinas como en sus primeras sesiones en solitario comenzado a correr por los campos del Cerro)a medida que su evolución lo iba permitiendo. No obstante, la progresión siempre tendría una seria limitación, que no era otra que la permanencia del edema. De hecho, hasta que ese hematoma no desaparezca por completo, no será posible su exposición al contacto físico.
Un freno al central
Precisamente esa rigidez de los médicos es lo único que ha frenado a Le Normand, que a pesar de ser consciente de la gravedad de su lesión, no ha parado de dar pasos para hacer lo máximo posible a su alcance. De hecho, su fortaleza física, su mentalidad y carácter de superación y su personalidad invitan a pensar que acortará los plazos de recuperación, pues su predisposición es total para acercarse a su nivel competitivo para cuando los médicos den el visto bueno a su incorporación al grupo. Un o.k. que se augura para dentro dos semanas, una vez pasado el parón, esperándose que su vuelta a los terrenos de juego no se dilate mucho más allá de la visita del Atlético al Alavés el sábado 24, para la que aún iría un tanto justo.
Una vuelta sin riesgos
Aunque para cuando Le Normand regrese al centro de la defensa habrán transcurrido dos meses desde su golpe, la premisa que siempre han dictado los médicos es que, independientemente de que se estudie la posibilidad de emplear algún tipo de casco, su vuelta tiene que producirse en condiciones totalmente seguras para su salud, sin rastro alguno del hematoma, con el cráneo cicatrizado y totalmente recuperado. Más aún cuando el juego del central exige saltos y disputas aéreas continuas como la que desencadenó su calvario en un golpe de infortunio. En este sentido, el internacional español tuvo la mala suerte de que Tchouameni le impactara frontalmente (una zona de la cabeza especialmente fuerte en las personas de la constitución del francés) en el lateral de su cráneo, de ahí que saliera mal parado. Un percance, eso sí, que sólo le hará reaparecer aún más fuerte.