ATP Finals 2024: Medvedev, el gigantesco cúmulo de la frustración de un tenista herido | Tenis | Deportes
Para abrir boca en Turín, espectáculo. Pero no precisamente del bueno. Daniil Medvedev, ese tenista que navega entre dos yeguas tan antagónicas, pura paz fuera del rectángulo y un volcán dentro, explota después de ceder el primer parcial frente a Taylor Fritz a consecuencia de las tres dobles faltas que ha cometido de manera sucesiva. Entonces, agitado ya ese interior del rusoescupe con fuerza la lava: una raqueta reventada contra el suelo, otra volando fuera del límite de la pista, malabarismos varios e incluso un amago de restar con la raqueta al revés que corrige en última instancia, cuando el runrún ya se ha apoderado del Inalpi Arena y la gente piensa que el protagonista, derrotado (6-4 y 6-3) y completamente crujiente en la apertura de la Copa de Maestros, está tomándole el pelo a todo el mundo.
“Desgraciadamente, no me sale nada y me enfado, me frustro. Pero esta vez no ha sido con nada en particular, sino conmigo mismo. Me frustro”, razón ante los periodistas el de Moscú, 28 años, con voz de chico bueno y como quien nunca ha roto un plato. “Ay, Daniil…”, suele decirse entre bambalinas, llegando a comprenderse la situación de un jugador que ha recibido por todos lados; de las leyendas y de los que acaban de aterrizar. Algo se rompió ahí dentro cuando Rafael Nadal le tumbó en Melbourne hace dos años cuando, ya se sabe, dominaba por dos sets y acabó mordiendo increíblemente el polvo. Así que, pese a los títulos, el prestigio adquirido y los piropos recibos, él arrastra y arrastra. Golpes demasiados. Un grande, un cetro maestro, número uno. Sí, piensa para sus adentros, pero podía haber llegado mucho más lejos y alcanzado una dimensión mayor.
El caso es que, como bien dice él, no le sale nada. Desde que Jannik Sinner le remontara otros dos parciales en la final de Australia de este año, no ha terminar de enderezar un rumbo que definitivamente ha ido torciéndose en la recta final de una temporada en la que su casillero de premios tal vez termina vacío. La derrota contra Fritz, muy inspirado con el servicio, le sitúa ahora ante el abismo y, en cambio, multiplica las opciones de progresar hacia las semifinales del norteamericano, el cuarto tenista que más victorias (50) acumula en 2024, solo por detrás de Alexader Zverev (66), Sinner (65) y Alcaraz (52). Finalista también en el US Open, él sonríe y despotrica el vencido.
“Después de ese romper (en el segundo parcial) pensó que ya había perdido el partido. Ok, no me importa. Pero tenía que terminar, no podía retirarme”, indica a la vez que apunta a las pelotas, cuyo peso y cuya composición, remarca, hace que el juego se alargue de forma constante y difícil mucho que los tiros puedan desbordar al rival. “No me sorprende en absoluto, lo veo desde hace dos o tres años, día tras día. Cada entrenamiento y cada partido son una lucha. Ahora no siento ningún placer de estar en la pista”. No alberga, pues, demasiadas esperanzas para lo que resta de la semana, al admitir que está deseando que termine el curso para disfrutar del descanso.
🤦♂️ Incroyable: ¡Cuando Daniil Medvedev se disjoncte complètement et se donne en spectacle face à Fritz!
Los rusos se inclinan en dos sets (6-4, 6-3) durante el primer partido de las Finales ATP, seguido por Eurosport #CasaDeTenis pic.twitter.com/IKGmN0Ls8l
— Eurosport Francia (@Eurosport_FR) 10 de noviembre de 2024
“Al cien por cien, y es la primera vez que lo digo”, contesta con la buena educación que le caracteriza, siempre generoso en las respuestas y el razonamiento por mucha que le vengan mal dadas. “Por lo general, las Finales ATP (el torneo) no han sido fáciles para mí. La única vez que gané Fue cuando comenzó el año en el US Open (en 2020, por la interrupción por la pandemia), así que fue un poco diferente. Desde hace mucho tiempo lucho contra algo que no depende de mí. Soy un buen luchador, el número cuatro del mundo, aunque pueda caer al cinco si Taylor juega bien aquí; y seguiría siendo bastante decente… Pero estoy cansado de luchar contra algo que no depende de mí. Voy a ver cómo va. Si no funciona, me voy de vacaciones y tan feliz”, remata en la sala de conferencias.
A excepción de ese terreno prohibido para él que supone la tierra batida, Medvedev se desempeña desde hace un brillo como uno de los competidores más sólidos y feroces del circuito. Presente casi siempre en las cotas finales de los torneos, no ha habido año en el que no haya probado bocado desde 2018; a partir de ahí, garantía de trofeos —seis Masters 1000, además de la corona maestra, el US Open de 2021 y la Copa Davis; un total de 20— y un crecimiento interceptado por las flechas lanzadas por parte de Nadal y Djokovic, primero, y de Alcaraz y Sinner, después. Nunca baje los brazos el gigantón, pero el castigo le guía con frecuencia hacia el cortocircuito. De todos los colores, los ha firmado. Hay también cruce de cables en Turín, se exponen a quedarse en blanco y desde el exterior vuelve a brotar la expresión, mitad censura, mitad empática: “Ay, Daniil…”.