Aunque llegue a cualquier hora, «por lo menos hay tren»: los holguineros se resignan
Los retrasos de varias horas de los trenes de pasajeros, aunque comunes en Cuba, siguen siendo una experiencia traumatizante para quienes usan ese medio de transporte.
HOLGUÍN, Cuba. – “El tren Habana-Holguín tiene más de siete horas de atraso. Debía llegar a las 2:00 de la tarde y ya son más de las 9:00 de la noche”, se queja el holguinero Roberto Ochoa, quien en la estación de ferrocarril de la ciudad espera a su hijo, que regresa de un turno médico de cardiología en La Habana.
La espera por el retraso de varias horas del tren de pasajeros, aunque es normal, sigue siendo traumatizante para los cubanos. El sistema ferroviario del país, especialmente en rutas de largas distancias, incumple sistemáticamente los horarios programados.
La experiencia de viajar en tren es una prueba de resistencia. Lo que debería ser un trayecto confortable se convierte en horas interminables de viaje que consumen recursos, paciencia y afectan la salud. “El día que mi hija viajó el tren demoró 24 horas en llegar a La Habana. Salió de Holguín a las 3:00 de la tarde y llegó a La Habana 24 horas después. Se pasó cinco horas roto en Camagüey”, dice a CubaNet otro holguinero, Miguel Ángel Batista.


Las molestias de los pasajeros se suman a la falta de información sobre la horra de llegada de los trenes. Esta disfuncionalidad se “ha normalizado” a tal punto que incluso el personal de la empresa ferroviaria la presenta como parte de la rutina operativa. “Pregunté en [la taquilla de] Información y la compañera me respondió que la demora de hoy de seis horas no ha sido nada comparada con otros días cuando el tren ha demorado más de 24 horas”, asegura, resignada, Caridad Velázquez, otra holguinera que espera sus familiares en la estación,
Ya en 2019, esta problemática era reconocida oficialmente. Adairis Quevedo Hernández, entonces jefa de la Agencia del Tren Nacional en Holguín, admitía la normalidad de los retrasos.“El tren nunca ha llegado a tiempo. La demora es por diferentes causas, ya sea por problemas de la locomotora o por precauciones en la vía”.
Cuando el viaje se extiende indefinidamente, los problemas se multiplican dentro del tren. El déficit de una oferta básica crea un vacío que cubre el mercado informal. Alexei Pérez, quien ha viajado en tren varias veces, describe cómo los pasajeros quedan a merced de los revendedores.
“Cuando el tren demora más de lo planificado se acaba la oferta gastronómica y los pasajeros tenemos que comprar lo que podamos, lo que aparezca, y el que no pueda pasa hambre y sed. No puedes hacer más na’”.
Las consecuencias de salud por el deterioro de los alimentos está latente. Este 18 de septiembre, el tren extra número 18 que cubría la ruta Manzanillo-La Habana fue detenido de emergencia en el poblado de Jicotea, Villa Clara, debido a un brote diarreico agudo que provocó la hospitalización de 29 personas, incluyendo cinco niños, según informó en su perfil de Facebook el periodista oficialista Henry Omar Pérez
Sobre las posibles causas del episodio, la Agencia Cubana de Noticias (ACN) citó al director del Centro Provincial de Higiene y Epidemiología de Villa Clara, quien reveló que todos los pasajeros sintomáticos habían consumido bocaditos con salchichas y apuntó a una intoxicación alimentaria.
A la escasez de alimentos se suman las averías dentro de los propios coches. Juan Carlos Méndez cuenta uno de los episodios más penosos que ha vivido durante un viaje en tren: “El aire acondicionado del coche se rompió y sufrimos mucho calor porque no se podía abrir la ventanilla. El técnico no pudo arreglar la rotura. Poco a poco la ferromoza nos fue ubicando en otros coches con aire acondicionado que tenían capacidad, pero mientras tanto estuvimos más de dos horas aguantando el calor. Pagamos por un servicio de aire acondicionado que no se prestó en su totalidad y tampoco hubo reintegro de una parte del pasaje por las molestias causadas”, se queja.
Aunque el mal estado por años de las vías es un factor conocido, los pasajeros perciben fallos que comienzan antes de que el tren se ponga en marcha.
Yoharsis Espinosa insiste en que los planes operativos deberían tener en cuenta las limitaciones de la infraestructura. “Cuando Ferrocarriles de Cuba programa que la llegada a Holguín es a las 2:00 de la tarde ya ellos deben tener en cuenta la disminución de la velocidad del tren en los tramos con defectos”.
La prudencia de los maquinistas de la locomotora está justificada. Un trabajador ferroviario con experiencia que prefirió identificarse como Pepe, confirma que el miedo a un accidente es un factor determinante en la lentitud del servicio.
Las cifras oficiales confirman este crítico panorama. Lisvany Fernández Rivero, director general en funciones de la Administración de Transporte Ferroviario, expuso la magnitud de una crisis de mantenimiento que requeriría una inversión imposible en las condiciones actuales.


“El 67% de las vías férreas requieren algún tipo de mantenimiento. Por otro lado, el 40% de las obras de infraestructura necesitan mantenimiento. Para garantizar la sostenibilidad de la infraestructura mencionada anteriormente, se requieren 900 millones de pesos anuales, de los cuales 25 millones son en moneda libremente convertible para la compra de materiales, insumos y piezas. Para el mantenimiento de la vía férrea, se necesitan entre 60.000 y 80.000 traviesas de hormigón anualmente. El año pasado se logró financiar alrededor de 15.000 traviesas de hormigón”, aseguró el funcionario.
A la fragilidad de las vías se suma la del material rodante. Luis Roberto Rosés Hernández, director general de la Unión de Ferrocarriles de Cuba, detalla un déficit crítico de locomotoras y otros recursos esenciales.
Otra dificultad es la escasez de combustibles y lubricantes, así como la obsolescencia tecnológica y el envejecimiento del material rodante, las máquinas, las herramientas y los equipos especializados.
Este deterioro no solo provoca demoras, sino que aumenta el riesgo de accidentes. La percepción de peligro entre los holguineros está fundamentada en un historial concreto de incidentes.
Reportes de medios oficiales confirman una serie de incidentes graves solo en este año, atribuidos directamente al mal estado de la infraestructura. Los descarrilamientos de trenes en Cuba en 2025 se han debido fundamentalmente al mal estado de las vías férreas y a las fallas técnicas de los equipos.
A pesar de los retrasos, las malas condiciones técnicas y de confort y los peligros, el tren sigue siendo la única opción para una gran mayoría de cubanos. La razón es económica. “Para viajar la opción del tren es la más barata, por ómnibus es más caro y en avión la venta de boletos es inestable. Voy frecuentemente a La Habana por cuestiones de tratamiento médico y con mi salario no puedo pagar los 5.000 o 6.000 pesos del pasaje de las guaguas. Por eso estoy obligada a ir en tren que cuesta 114 pesos el pasaje en coche con aire acondicionado y 80 pesos el pasaje en coches con ventiladores. Dicen que lo barato sale caro, pero no tengo más opción”.
Las expectativas generadas en 2019 con la llegada de los nuevos coches ferroviarios chinos a la Isla se desvanecieron rápidamente, tal como lo anticipó un pasajero tras aquel viaje inaugural: “Después de tantos años de espera, comenzamos mal con la llegada del tren a Holguín. Si este es el inicio, no quiero saber cómo será de ahora en adelante”.
