lunes, marzo 3, 2025
Ciencia y Salud

Bajo el océano están los mejores y más ignorados encapsuladores de CO2: los pastos marinos


Los pastos marinos luchan contra el cambio climático. Lo hacen de formas silenciosas y efectivas, sin recibir el reconocimiento que merecen. Estos organismo subacuáticos sepultan grandes cantidades de CO2 y reducen la erosión causada por las olas. Algunos países los consideran aliados para cumplir los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que adquirieron en el Acuerdo de París. Sin embargo, los pastos marinos son también ecosistemas más amenazados. Se estima que, desde finales del siglo XIX, el mundo ha perdido el 29% de ellos.

La investigadora mexicana Tania Cota Lucero ha hecho de los pastos marinos su objeto de estudio debido a esa injusta ironía: son ecosistemas valiosos que reciben poca atención. Incluso pasa en la academia. Por cada 10 trabajos sobre manglares y por cada 100 de corales, dice, se hace uno de praderas marinas. Es difícil cuidar lo que no se conoce.

Un buzo se sumerge frente a la costa de Porticcio en la isla mediterrnea francesa de Córcega cuyas aguas acogen dos...

Un buzo se sumerge frente a la costa de Porticcio, en la isla mediterránea francesa de Córcega, cuyas aguas acogen dos tercios de las praderas marinas del Mediterráneo.PASCAL POCHARD-CASABIANCA/Getty Images

A los pastos marinos se les confunde con algas, pero no lo son. Tienen hojas, rizomas, raíces y flores. Se reproducen mediante polinización o, cuando están en plenitud, haciendo copias de sí mismos. Lucen como césped y son todo terreno: viven en sitios fangosos, rocosos o sobre fragmentos de conchas. Se les ha visto en 159 países de los seis continentes, tanto en zonas templadas como tropicales. Algunos parecen cintas, otros helechos y otros más, espaguetis. Existen entre 60 y 72 especies en todo el mundo, de las cuales 22 están en la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

Las praderas de pastos marinos albergan organismos residentes permanentes y visitantes temporales. Sustentan la biodiversidad y la pesca comercial, porque son usados para reproducción, alimentación y refugio. De hecho, son un valioso hábitat de cría para una quinta parte de las 25 mayores pesquerías del mundo.


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La restauración de manglares en Yucatán es posible gracias al trabajo e interés de las comunidades mayas de la región.


En su posición como mediadores de los mundos oceánico y terrestre, los pastos marinos reducen el impacto de tormentas intensas y hasta el 70 % de la energía de las olas, lo que contribuye a contener la erosión costera. También funcionan como filtros de agua. Evitan que parte de lo que llega desde la costa, como nuestras aguas residuales, pase al mar.

El mar contra el cambio climático: carbono azul

Los pastos marinos crecen usando la energía del Sol y capturan CO2 a través de la fotosíntesis. Se llama carbono azul al potencial de almacenamiento de carbono de ecosistemas como marismas, manglares y praderas marinas. En conjunto, guardan más toneladas de carbono por hectárea que la mayoría de los ecosistemas terrestres, incluidos los bosques tropicales maduros.

La científica del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (IPN) unidad Mérida explica que los pastos marinos sepultan la mayoría del CO2 que capturan en el sedimento. Debido al poco oxígeno que tienen disponible, las tasas de descomposición de la materia orgánica son lentas, lo que permite que el carbono quede encapsulado durante décadas o incluso milenios.

En 2020, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y GRID-Arendal publicaron un informe que reporta 300,000 kilómetros cuadrados de praderas marinas en el mundo, sin descartar que la cobertura sea mayor.



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