Cada vez menos cubanos desean pertenecer al PCC
LA HABANA, Cuba. – Por estos días parte de la cúpula gobernante cubana, la que incluye al gobernante Miguel Díaz-Canel y al segundo en jerarquía en el Partido Comunista, Roberto Morales Ojeda, visitaron varias provincias con el objetivo de chequear las medidas tomadas en cada territorio en pos de la cacareada encomienda de “eliminar las distorsiones y reimpulsar la economía”.
El periplo de la comitiva por tierras orientales comprendió las provincias de Granma, Guantánamo y Santiago de Cuba. En cada uno de esos sitios afloraron, además del retroceso en los indicadores económicos, las calamidades diarias que debe afrontar el cubano de a pie, entre ellas las demoras en el arribo de la canasta básica a las bodegas, los apagones, la falta de transporte público, la creciente inflación…
Si algo hubo de novedoso en estos plenos de los Comités Provinciales del Partido fue el reconocimiento por parte de los dirigentes políticos de las tres provincias mencionadas de las deficiencias existentes en la vida interna del partido en sus territorios. Aunque no se especificaron cuáles son esas deficiencias, no es difícil imaginar que se relacionan con la falta de autoridad del Partido ante la masa de trabajadores, la pérdida de ejemplaridad de su militancia, así como la negativa de muchos trabajadores, entre ellos los jóvenes que causan baja en las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas, a ingresar en las filas del PCC. Se argumentó que tal estado de cosas puede estar influyendo en los incumplimientos económicos y productivos que se reportan.
La máxima dirigente partidista en Santiago de Cuba, incluso, dijo que en su provincia hay centros laborales que no poseen núcleos del PCC. Es decir, lugares donde ninguno o casi ninguno de sus trabajadores desean formar parte de esa organización política. Una situación que, imaginamos, debe causar alarma en el seno de la maquinaria del poder, al no contar en esos casos con la vía para transmitir las directivas ideológicas a la base.
Tanto Díaz-Canel como Morales Ojeda, que siempre han esgrimido la importancia del factor político-ideológico para el buen funcionamiento de la actividad económica en los territorios, insistieron en la necesidad de que se trabaje cuanto antes para revertir la tendencia a decrecer que muestra el Partido.
En el caso del gobernante, intentando arroparse con cierta dosis de optimismo, llamó a “encontrar a la vanguardia y atraerla a las filas del PCC”, para después concluir con que “a la vanguardia hay que distinguirla, y esa vanguardia en nuestro pueblo es numerosa”.
Si echamos un vistazo a la composición de las filas del PCC, notamos que, en lo fundamental, existen dos tipos de militantes. Está el militante aprovechado y el militante explotado, al que muchos suelen llamar “militonto”.
En la primera clasificación se agrupan los que ingresan en el Partido en busca de algún tipo de prebenda o ventaja social, y por supuesto aquí vemos también a la jerarquía del régimen, poseedora de todas las comodidades de la vida moderna y a espaldas de los sufrimientos del pueblo.
Los “militontos”, en cambio, creen en la demagogia de las instancias superiores del Partido, sufren las mismas carencias del cubano de a pie, y solo sirven como carne de cañón para ejecutar las directivas trazadas por la cúpula del poder. Y a la postre, como tienen un carné rojo en el bolsillo, no pueden negarse a nada.
Claro que el heredero de los Castro, al pensar en la “vanguardia numerosa” que según él existe en nuestro pueblo, concibe a los muchos “militontos” que puedan ponerse a sus órdenes. Pero sucede que muchos ciudadanos ya son conscientes del triste papel que les espera en el PCC, y en consecuencia cada vez se resisten más a formar parte de sus filas.