jueves, noviembre 21, 2024
Ciencia y Salud

Cápsula suicida, ¿cómo es el polémico ataúd de alta tecnología utilizado en Suiza para la eutanasia?


Bastó con apretar un botón. Una mujer estadounidense de 64 años murió en cuestión de minutos dentro de una cápsula futurista. Una cápsula suicidia. El primer uso de la controversial «máquina de suicidio asistido», Sarco, desencadenó un acalorado debate ético y jurídico en Suiza, uno de los pocos países del mundo donde la eutanasia está permitida, aunque bajo ciertas condiciones. Sarco, cuyo nombre deriva de «sarcófago», fue diseñada por el médico australiano y activista del suicidio asistido, Philip Nitschke.

Se trata de una cápsula sellada impresa en 3D que funciona liberando nitrógeno líquido en su interior, lo que hace que el nivel de oxígeno descienda rápidamente. «Calculamos que perdió el conocimiento a los dos minutos y murió a los cinco minutos. Exactamente como esperábamos», declaró Nitschke al periódico holandés De Volkskrant, recogido por The Guardian, tras ver el procedimiento por videoconferencia desde Alemania.

¿Cómo funciona una cápsula suicida?

Nitschke, fundador de la organización Exit International, diseñó la Sarco como una evolución de los métodos tradicionales de suicidio asistido, con el objetivo de ofrecer un final de vida más digno y controlado. La idea de Sarco surgió hace unos 12 años, cuando Nitschke fue abordado para encontrar «una solución tecnológica para un hombre del Reino Unido que sufría el síndrome de enclaustramiento». Este encuentro le llevó a pensar en cómo mejorar los métodos existentes de suicidio asistido, en particular para superar lo que él llama el «factor de la bolsa de plástico», en referencia al aspecto poco digno de algunos métodos de suicidio.

El diseño de Sarco fue fruto de la colaboración entre Nitschke y el diseñador industrial holandés Alexander Bannink. El objetivo era crear un dispositivo que no solamente fuera eficaz, sino también estético e incluso futurista. Según Nitschke, el diseño se inspiró en la idea de una nave espacial, para dar a los usuarios la sensación de «viajar al más allá». Nitschke subrayó que Sarco no solo se concibió como una herramienta práctica, sino también como un medio para estimular el debate público sobre la eutanasia y el derecho a elegir cómo morir. «Queremos desmedicalizar el proceso de la muerte», destacó, argumentando que las personas deben tener el control sobre su propio final sin tener que recurrir necesariamente a médicos o centros sanitarios.

Sarco se diferencia de los métodos tradicionales de suicidio asistido por su portabilidad y personalización. El dispositivo puede llevarse a cualquier lugar, lo que permite a la persona elegir el lugar de su propia muerte. También ofrece la posibilidad de mirar a través de un cristal transparente, lo que permite admirar un paisaje concreto en los últimos momentos de vida. Otro aspecto controversial se refiere al proceso de selección para acceder a Sarco. Nitschke declaró que el uso del dispositivo se controlará mediante una prueba en línea para evaluar la capacidad mental del solicitante, un sistema que plantea dudas sobre si se puede evaluar adecuadamente el estado mental de una persona a distancia.

Detenidos los implicados

Sin embargo, el uso del Sarco planteó de inmediato cuestiones jurídicas. La policía del cantón de Schaffhausen detuvo a varias personas implicadas en la operación, mientras que la fiscalía abrió una investigación por incitación y ayuda al suicidio. El caso se complica aún más por el hecho de que, justo el día anterior, la ministra suiza de Sanidad, Elisabeth Baume-Schneider, había declarado en el Parlamento que la cápsula Sarco no cumplía la ley. Aunque la legislación suiza sobre el suicidio asistido es una de las más permisivas del mundo, establece condiciones precisas. Como informa The Guardian, la asistencia al suicidio está permitida siempre que la persona se quite la vida sin «ayuda externa» y el asistente no actúe por «motivos egoístas». Sarco, con su mecanismo automatizado, parece ir en contra de los límites de la ley.

El debate sobre el uso de este dispositivo, sin embargo, va mucho más allá de los aspectos legales, tocando profundas cuestiones éticas. Los partidarios de Sarco, como la organización The Last Resort, a la que pertenece Nitschke, sostienen que el dispositivo ofrece una muerte digna y controlada a quienes padecen enfermedades incurables. Fiona Stewart, copresidenta de The Last Resort, declaró al periódico suizo Blick que la mujer estadounidense «llevaba muchos años sufriendo una serie de graves problemas relacionados con una inmunodeficiencia severa» y que «sus dos hijos estaban totalmente de acuerdo con su decisión». Por otra parte, los críticos ven en Sarco el riesgo de banalizar el suicidio.

Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.



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