martes, julio 1, 2025
Cuba

Científico cubano creador del Trofin sobrevive vendiendo café


Con 80 años, el científico Raúl González Hernández enfrenta el abandono estatal vendiendo café.

MADRID, España.- El doctor en Ciencias Raúl González Hernández, creador del suplemento nutricional Trofin, sobrevive a sus 80 años vendiendo café en La Habana, según reveló su hija en una emotiva publicación en redes sociales.

González Hernández, investigador titular con una amplia trayectoria en el sistema científico cubano, ha visto reducida su jubilación a un monto insuficiente para cubrir sus necesidades básicas. Su situación actual, que contrasta con su carrera profesional, ha sido denunciada públicamente por su hija, Elizabeth González Aznar, quien expuso la precariedad en la que vive su padre pese a sus aportes al país.

“Celebramos tus 80 años y sentí un tin de tristeza por cómo lo logras”, escribió Elizabeth. “A tus 80 te desdoblas y vendes café sin una pizca de frustración, sabes que el equivocado no eres tú, son ellos, y ellos deben sentir la vergüenza, no nosotros”, añadió, en referencia al abandono institucional que sufre su padre.

En su testimonio, González Aznar relató que, ella, también investigadora, tras abandonar su empleo en el Instituto Finlay por motivos de salud y estrés laboral, intentó reincorporarse a otros centros de BioCubaFarma. Sin embargo, las puertas estaban cerradas. Al disminuir los ingresos familiares, su padre —quien ya vendía vino como alternativa económica— decidió emprender la venta de café en un carrito improvisado por ellos mismos.

“Mi cerebro pensó, dios mío, ¿un científico jubilado, creador de un producto y su línea como el Trofin, vendiendo café? Me bloqueé”, confesó su hija en la publicación.

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El Trofin, registrado en los años noventa, es un suplemento alimenticio cubano que ha sido utilizado para el tratamiento de anemias, convalecencias y otras afecciones nutricionales. Aunque su creador es ampliamente reconocido entre colegas, no aparece legalmente como titular del producto, ya que las patentes están registradas a nombre de instituciones del Estado cubano.

“Eres el mayor de ocho hermanos de campo, en Madruga (…) Comenzaste desde niño a ordeñar vacas para ayudar a tus padres, pero llegaste a ser un científico, doctor en ciencias, investigador titular y creador de un producto que tanto ayuda”, escribió su hija, en una mezcla de orgullo y tristeza.

El caso de Raúl González Hernández refleja la situación de muchos profesionales cubanos jubilados que, tras décadas de servicio al país, enfrentan la necesidad de recurrir a la economía informal para sobrevivir. Pese a las dificultades, su hija subraya la dignidad con la que su padre enfrenta la adversidad: “Hoy sobrevivimos así (…) Te admiro mucho, papá”.



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