Cómo la tecnología geoespacial expone el horror de las fosas clandestinas en México
México no deja de sumar desaparecidos. Al día de hoy, se contabilizan más de 114,000. El país, tercero por extensión en Latinoamércia, también está sembrado de fosas clandestinas, dolorosas heridas sociales. Para aportar a la solución de este complejo problema, un grupo de científicos del Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo) poner la tecnología y el análisis de datos al servicio de las búsquedas.
“Nunca pensé que tendría que trabajar en esto, pero si de algo sirve este conocimiento, ahora es cuando hay que mostrarlo”, dice José Luis Silván, geógrafo del CentroGeo. Años atrás, durante su doctorado, se especializó en medir biomasa forestal y poblaciones humanas a través de información satelital. En ese momento, estaba lejos de imaginar el trabajo científico que hoy realiza: investigar el potencial de drones, imágenes hiperespectrales y protocolos para detectar fosas clandestinas.
En un artículo reciente publicado en la Revista internacional de investigación forense y criminología, Jorge Silván y la investigadora Ana Alegre, insisten en que estudiar el entorno geográfico es muy importante para comprender a profundidad un delito como la desaparición. Así, “por su contexto y diversidad de climas, el caso de México puede representar una oportunidad para el desarrollo de investigaciones”.
En México se han ultrajado desiertos, pastizales, bosques y selvas. No hay ecosistema libre de entierros clandestinos. Entre 2020 y 2022, medios de comunicación reportaron que en cada estado se halló, al menos, una sepultura ilegal.
Encontrar enterramientos requiere un arduo trabajo. Toda la información y recursos disponibles deben ser optimizados. Por eso, los científicos han evaluado el uso de herramientas de percepción remota y han sistematizado la información de hallazgos previos. Buscan descubrir patrones en el comportamiento de los perpetradores y, con ello, encontrar entierros.
Las mayores búsquedas las hacen los familiares
Según Red Lupa, 88% de los 114,000 casos de desapariciones en México ocurrieron entre el año 2000 y mayo de 2024. Con 10,315, 2023 es el año en el que se han registrado más. Esto representa un promedio de 29 personas al día. Jalisco, Tamaulipas, Estado de México, Veracruz y Nuevo León son las entidades con más incidencias.
La justicia es casi nula, con un 99% de impunidad para este delito. Por ello, tan solo desde 2007, la sociedad civil ha formado más de 300 colectivos de búsqueda, en su mayoría integrados por familiares que escudriñan la tierra guiados por declaraciones de testigos u organizados en brigadas generales. Estos grupos han detectado gran parte de las 5,696 fosas clandestinas reportadas en suelo mexicano.
La asociación “Unidos por nuestros desaparecidos” hace búsquedas al norte del país, en Baja California. Uno de sus miembros, quien prefirió permanecer anónimo, ha buscado a su hijo durante 18 años. Relata que llevan más de 10 años usando varillas con punta para detectar sepulturas. Esta es una de las herramientas más empleadas en México para este propósito. “Encajamos la varilla en donde sospechamos que la tierra fue removida, la insertamos, la sacamos y la olemos. Si hay restos óseos o tejidos, se sabe por el olor. Es un olor fuerte, fácil de detectar. Huele a materia orgánica en proceso de descomposición”.