domingo, octubre 26, 2025
Ciencia y Salud

El agua regresa al Lago de Texcoco y entierra los restos de lo que quiso ser un megaaeropuerto


“Todo era árido y rojo”, explica Iñaki Echeverría. “Me sorprendió ver el territorio, lo que había cambiado. Sitios que yo conocía, de 20 años atrás, completamente alterados o destruidos. También un poco de incredulidad de lo que somos capaces de hacer con la construcción y la ingeniería”, reconoce.

De acuerdo con un informe de la Conagua, y tras la cancelación del NAICM, se dejó al Lago Nabor Carrillo al 50% de su capacidad, pues se convertiría en un vaso regulador de temporal, en lugar de un cuerpo de agua permanente. Se desviaron nueve ríos al Dren General del Valle, entre los que se encuentran el río Papalotla, Coxcacoaco y Texcoco, con 16 obras hidráulicas, para evitar que el agua llegara a los terrenos del nuevo aeropuerto. Se construyeron casi 40 km de túneles para enviar el agua al norte de la Cuenca del Valle de México. Se devastaron de 60 a 80 cerros en 15 municipios, aumentando la desertificación, lo que agudizó afectaciones a la salud socioambiental y favoreció la erosión eólica de la región. Además, aumentó el riesgo para la ya amenazada seguridad hídrica del Valle de México.

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LUIS GORDOA

“Después de la cancelación, mi primera reacción fue de nostalgia. Había trabajado muchos años antes en el proyecto. Lo había llorado, velado y enterrado y, de pronto, fue como si resucitara. Como si el lago se negara a morir y fuéramos una especie de vehículo para ayudar con eso. Realmente es un acto de mucho valor para el futuro del Valle de México. Por otro lado, sentí una emoción increíble de poder retomar el asunto”, dice Iñaki Echeverría, director del Parque Ecológico Lago de Texcoco a WIRED en Español.

El proyecto es, en esencia, un desafío a la «lógica de que todo esto se arregla con tubos», como la llama Echeverría. Compara esta idea con la de construir más calles para solucionar el tráfico: «no importa cuántas calles construyas, los que venden coches siempre van a vender más coches, y las van a llenar». En contraposición, el parque introduce una «noción de riesgo» y funciona como una «zona de amortiguamiento» que absorbe agua para «darle tiempo al drenaje a que funcione», sin inundar la ciudad. La arquitectura misma sigue esta filosofía de resiliencia. «Usamos precolados de concreto», explica, porque «permite un trabajo de reposición más sencillo» y garantiza una «calidad en la obra que no está fácil cuando tú tienes una producción en sitio».



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