El amor enciende diferentes zonas del cerebro, revela la ciencia
Amor por la naturaleza, por los hijos, por un amigo, por la pareja o por la mascota; todas convergen en una misma palabra, pero el afecto que se puede sentir hacia otras personas a las que se está más o menos unido, tiene diferentes matices. ¡Incluso se puede sentir amor por un paisaje o elemento natural! Según los resultados de un estudio publicado en Cerebral Cortex, estos diferentes tonos son reconocibles a nivel fisiológico y funcional, ya que parecen corresponder a la activación de distintas zonas del cerebro.
El estudio
En la investigación participaron 55 personas residentes de Finlandia: 29 mujeres y 26 hombres, con una edad media de 40 años; con un mínimo 28 a un máximo de 53. Todos los participantes declararon que tenían al menos un hijo y que mantenían una relación amorosa. Aproximadamente la mitad de los participantes afirmaron tener una mascota.
Fotografía: AleksandarNakic/Getty Images
A todos ellos se les pidió que escucharan breves historias de amor e imaginaran qué tipo de sentimientos tendrían si se hubieran encontrado en una situación similar a la narrada. Al mismo tiempo, los autores del estudio monitorizaron la actividad cerebral de estas personas mediante resonancia magnética funcional (RMF).
Las historias escuchadas por los participantes representaban seis tipos distintos de amor: hacia los hijos, la pareja, un amigo, una mascota perruna o felina, hacia un desconocido y hacia la naturaleza.
Ninguno como el de los hijos
Se descubrió que el amor a los hijos produce la actividad cerebral más intensa, seguido por el amor a la pareja. Estos dos tipos de afecto provocan la activación de áreas cerebrales muy similares, con algunas variaciones. Al imaginar el amor paterno, explica Pärttyli Rinne, coordinadora del estudio e investigadora del Departamento de Neurociencia e Ingeniería Biomédica de la Universidad Aalto de Espoo, en Finlandia: «se detectó una profunda activación del sistema de recompensa del cerebro en la zona del cuerpo estriado, que no se ha encontrado en ningún otro tipo de amor». El cuerpo estriado o núcleo estriado es el responsable de la toma de decisiones y la planificación.
Extraños, naturaleza y mascotas
Como cabía esperar, el amor compasivo por los desconocidos tiende a producir menos activación cerebral que el amor por la familia o los amigos. En cambio, imaginar amor por la naturaleza parece activar el sistema de recompensa y las áreas visuales del cerebro, pero no las áreas del cerebro social.
Fotografía: bit245; Getty Images
Por último, los investigadores examinaron cómo se manifiesta el amor por las mascotas en el cerebro, sometiendo a los participantes a escuchar una historia sobre el tema. «Al examinar el amor por las animales y la actividad cerebral asociada a él, las áreas sociales del cerebro revelan estadísticamente si la persona es o no su dueña. Cuando se trata de su mascota, estas áreas se activan más que las de los que no lo son», puntualiza Rinne.
Limitaciones y perspectivas a futuro
Los autores de la investigación esperan que su trabajo pueda contribuir a mejorar las intervenciones y terapias existentes en relación con los trastornos del apego, la depresión o los problemas de pareja. Al mismo tiempo, subrayan que será necesario contar con una muestra más amplia y culturalmente heterogénea antes de generalizar estos resultados.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.