jueves, noviembre 21, 2024
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El consejo de Juan Carlos a la infanta Cristina: «Los deportistas son muy promiscuos»


Elena de los Ríos

Ya no cabe insistir más en que la infanta Cristina se deja ver
cada vez más en España
, sobre todo en Barcelona donde vive y juega en la liga profesional de balonmano su hijo Pablo. Ella misma justificó
adquirir un piso de lujo en Pedralbes en su deseo de acudir al Palacio de Deportes de Granollers cada quince días, o sea, cada vez que el equipo de su hijo juega en casa. Lo está haciendo, pues la vemos disfrutar en la grada
junto a Johanna Zott
, la novia de Pablo.

La estampa de la infanta Cristina como madre orgullosa junto a
la novia de su hijo Pablo
tiene su subtexto, más allá de la evidente confianza y complicidad entre ambas mujeres: hasta llegan en el mismo coche al pabellón. Basta viajar unas pocas décadas atrás en el tiempo para rememorar las veces en la que Cristina, aún novia de Iñaki Urdangarin,
acudía a verle jugar. ¿Rememorará desde su asiento en la grada aquellos otros partidos, algunos olímpicos, a los que asistió tan, tan enamorada?

Si la nostalgia hace presa de
Cristina de Borbón
, no lo manifiesta. La infanta se muestra muy animada y animosa como forofa de su hijo Pablo, encaminado ya a convertirse en un jugador de balonmano tan decisivo como su padre. Parece que por encima de las
tristezas sentimentales está su afición al deporte, ya que ella misma ha sido una consumada deportista. La hija menor de los reyes eméritos siempre tuvo claro que su medio ambiente elegido iba a ser el de la competición.

Pese a su título de infanta de España,
Cristina de Borbón pudo llevar una vida relativamente autónoma
y con suficiente libertad de movimientos. De hecho, estudió en una universidad pública sin problemas (Ciencias Políticas en la Universidad Complutense) y cuando así lo decidió se trasladó a vivir a Barcelona con su prima, Alexia de Grecia. Allí, lo sabemos, disfrutaron de su época de veinteañeras a lo grande,
rodeadas de la élite del deporte de vela nacional. Deportistas imponentes.

La infanta Cristina se divirtió de lo lindo en Barcelona

Aunque entonces aún funcionaba la protección que los medios de comunicación concedían a la familia real, los periodistas sabían de
la divertida vida que la infanta Cristina disfrutaba en Barcelona. Y, a veces, trascendía a programas de televisión y revistas, siempre en comentarios más o menos velados. Sin embargo, en Zarzuela se sabía todo. El rey Juan Carlos, por supuesto, estaba puntualmente informado de las actividades sentimentales de su hija.

Una de las personas mejor informadas acerca de la vida barcelonesa de la infanta Cristina es la novelista Pilar Eyre. La experta en nuestra Casa Real explicó en su canal de YouTube que ciertos
aristócratas catalanes intentaron, cuando la joven Borbón llegó a la ciudad condal, conformar un círculo de amigos ‘royal’ para animar su vida social. Fue en vano: la hija de los reyes Juan Carlos y Sofía solo quería saber del deporte y los deportistas.

La historia se repite: Alexia de Grecia y la infanta Cristina, entusiasmadas en un partido de Pablo Urdangarin, junto a su novia, Johanna Zott. /

gtres

«Su mundo era otro. El del deporte, el de las empresa, el de las mujeres profesionales», confirmó Eyre, que casualmente conocía a una persona que vivía en aquel
piso de soltera que la infanta Cristina compartió con Alexia de Grecia. «Allí se corrían varias juergas», explicó la periodista. Esa persona que conocía, relaciones públicas, le decía que aunque ella trasnochaba bastante, Cristina y Alexia se acostaban aún más tarde.

Más detalles sorprendentes sobre la infanta Cristina en aquella época: se movía y tren y metro a pesar de llevar siempre dos guardaespaldas consigo y ya era muy religiosa: cada domingo iba a misa enfrente de su casa, en los Capuchinos. Muy consciente de la dualidad de su hija,
fiestera pero responsable, el rey Juan Carlos quiso advertirle de lo que implicaban sus amistades deportistas en Barcelona.

La anécdota que cuanta Pilar Eyre no procede de un testimonio de terceros, sino directamente de unas famosas
grabaciones a los Borbón, acaso los primeros audios en los que supimos cómo era la intimidad de la familia real. Se grabaron en la habitación de la Clínica de Navarra donde convaleció (y finalmente murió), don Juan y las escucharon muchos periodistas de la época. En ellas, se puede oír claramente al rey Juan Carlos aconsejar a sus hijas. Incluso en cuestiones sentimentales.

El rey Juan Carlos dio consejos de amor a su hija

«Daba a sus hijas consejos de amor, era muy curioso», recuerda la periodista. «Cristina en esa época ya estaba en Barcelona y salía con un chico. A ella le decía: cuidado con el mundo del deporte, no te creas, que
son bastante promiscuos. No era Iñaki Urdangarin, era otro, pero ya le estaba dando consejos (…) Se ocupaba muchísimo de sus hijas. Esta visión de que las dejaba en manos de sus hijas se ve que tienen conversaciones muy íntimas y que se preocupaba por ellas».

No deja de ser curioso que el rey emérito Juan Carlos advirtiera a su hija precisamente de lo que a la postre ocurrió: se enamoró de un deportista que, si atendemos a los rumores que trascendieron durante el caso Nóos, era efectivamente
aficionado al coqueteo. Como padre, supo detectar el talón de Aquiles de su hija y hablar, también, por propia experiencia. Él también era un consumado deportista y, como hoy sabemos, muy mujeriego.

Si el rey Juan Carlos se veía reflejado de alguna manera en Iñaki Urdangarin, no lo sabemos. Lo que sí podemos asegurar es que Pablo Urdangarin se proyecta hasta la fecha como
una versión muy mejorada de ambos, al menos en cuestiones sentimentales. Por suerte para la infanta Cristina, esta vinculación de los deportistas de élite con la promiscuidad no va en el adn competitivo, sino más bien la sociedad que toca vivir a cada generación.





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