El consumo de bebidas azucaradas dispara las enfermedades cardiovasculares en México y Colombia
Uno de cada 10 casos de diabetes tipo 2 y una de cada 30 afecciones cardiovasculares a nivel mundial pueden atribuirse al consumo de bebidas azucaradas (SSB,por sus siglas en inglés) , de acuerdo con un nuevo estudio publicado en la revista Nature Medicine. México, Colombia y Sudáfrica destacan como las naciones más afectadas por el fenómeno entre los 30 países más poblados.
El equipo liderado por Laura Lara Castor, profesora de la Universidad de Washington, utilizó modelos estadísticos y registros de la Base de Datos Dietéticos Mundiales para cuantificar el impacto de estas bebidas en el desarrollo de enfermedades metabólicas crónicas. La investigación incluyó información de 2.9 millones de personas de 118 países, abarcando el período de 1990 a 2020. Consideró factores como la edad, género, nivel educativo y grado de urbanización.
El trabajo define las bebidas azucaradas como aquellas con azúcares añadidos y al menos 50 calorías por cada 8 onzas, excluyendo los jugos naturales, las bebidas dietéticas y la leche endulzada. Los resultados indican que el consumo global de estos productos aumentó un 16% durante los años analizados, con un promedio de 2.6 porciones semanales por adulto.
Los científicos encontraron variaciones significativas en regiones como Colombia, Sudáfrica y México con una ingesta semanal de 17.4, 9.6 y 8.5 porciones. El análisis atribuye la tendencia a la adopción de dietas influenciadas por estilos de vida más industrializados, lo que ha provocado un incremento en la cantidad de pacientes con diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares (ECV). Calcula que en 2020 cerca de 3.3 millones de incidentes cardiovasculares y diagnósticos de diabetes estuvieron asociados con el consumo de SSB.
Medidas insuficientes contra el consumo de bebidas azucaradas
El problema es crítico en África subsahariana, América Latina y el Caribe. “Entre los 30 países más poblados, los mayores números absolutos de nuevos casos de diabetes tipo 2 y ECV atribuibles a bebidas azucaradas se registraron en México, Colombia y Sudáfrica”, indica el documento.
Los autores aseguran que sus conclusiones exponen una crisis sanitaria que cobró la vida de alrededor de 340,000 personas en 2020. Los hombres adultos jóvenes son más vulnerables a los riesgos en comparación con mujeres y personas mayores. Asimismo, quienes residen en áreas urbanas y tienen un nivel educativo alto también reportaron una mayor carga de afecciones relacionadas con las bebidas azucaradas.
La investigación reconoce que diversos países han establecido políticas para frenar el consumo de líquidos con altos niveles de azúcar. Pese a ello, acusa que los intereses comerciales de los fabricantes multinacionales y locales, que invierten en la cadena de suministro e influyen en los consumidores con agresivas campañas de marketing, son probablemente los responsables del aumento en la ingesta de estos productos.
“El impuesto a las gaseosas en México enfrenta la oposición de la industria. [Los productores y distribuidores] cuestionan la eficacia del gravamen. Argumentan daños al mercado laboral y a la economía nacional. Han implementado estrategias de comercialización amplificada a través de la publicidad, reducciones de precios e incentivos de bonificación. Los esfuerzos de Colombia en 2016 para aprobar un arancel a las bebidas azucaradas fueron bloqueados por influencias corporativas. Aunque una propuesta renovada tuvo éxito en 2022 [aún es insuficiente para abordar el problema]”, determina el documento.
El análisis agrega que la disponibilidad insuficiente de agua potable es un factor que también contribuye al incremento de los daños a la salud relacionados con las bebidas azucaradas, sobre todo en las áreas rurales de Colombia, México y Tailandia.
Los investigadores destacan la necesidad de implementar políticas específicas de prevención y respuesta que aborden las desigualdades sociales y estén alineadas con los objetivos globales de salud. Entre las estrategias propuestas se encuentran la imposición de nuevos impuestos, el etiquetado frontal obligatorio en los envases, regulaciones estrictas sobre publicidad, la mejora de la oferta alimentaria en las escuelas y la optimización de los sistemas de suministro de agua potable. Afirman que estas medidas son esenciales para enfrentar un peligro sanitario que continúa expandiéndose y amenaza el bienestar de millones de personas.