El gas de la risa puede ayudar a combatir la depresión y ya sabemos por qué
Existen muchos fármacos contra la depresión, pero no siempre son tan eficaces como nos gustaría. Alrededor de un tercio de las personas que padecen depresión severa son resistentes al tratamiento. Los fármacos disponibles suelen tardar días, si no semanas, en hacer efecto, dejando mientras tanto a los pacientes a merced de los debilitantes (y peligrosos) síntomas de la enfermedad. Por lo tanto, se necesitan nuevas moléculas que sean rápidas, seguras y eficaces.
Una opción prometedora que se está investigando actualmente es el óxido nitroso, también conocido como el gas de la risa. Varios estudios clínicos han mostrado resultados positivos, aunque preliminares, de su uso en el tratamiento de la depresión severa, y una investigación que se publicó en Nature Communications aporta nuevas pruebas para demostrar su eficacia, apuntando a mecanismos cerebrales que podrían inducir una mejora del estado de ánimo tras la exposición a esta sustancia.
Viejas moléculas, nuevas terapias
El interés por el óxido nitroso se debe a los éxitos de otro fármaco: la ketamina. Anteriormente conocida como anestésico y sustancia de abuso, ahora es cada vez más utilizada en el tratamiento de problemas psiquiátricos como la depresión y el trastorno de estrés postraumático. En la búsqueda de otras moléculas anestésicas con un potencial terapéutico similar, varios científicos han centrado su atención en el gas de la risa, que se utiliza desde hace mucho tiempo como anestésico, sobre todo en odontología, y que es barato y tiene un excelente perfil de seguridad.
De hecho, un ensayo clínico realizado en 2021 sugirió que el uso del óxido nitroso en dosis bajas, inferiores a las que provocan los efectos eufóricos a los que debe su apodo, puede inducir una mejora de los síntomas de la depresión severa en pacientes resistentes a las terapias de primera línea, en una sola sesión de inhalación y con efectos que duran hasta dos semanas. Sin embargo, aún no está claro cómo lo consigue.
Una de sus ventajas es su vida media especialmente corta, de tan solo cinco minutos, lo que significa que se excreta rápidamente del organismo. Es perfecto para una anestesia rápida y sencilla. Sin embargo, por la misma razón su eficacia a largo plazo en el tratamiento de la depresión, sugerida por varios estudios en los últimos años, ha sido en cierto modo un misterio. ¿Cómo puede un fármaco que desaparece del organismo en cuestión de minutos mejorar nuestro estado de ánimo durante días o semanas?
Viejos fármacos, nuevos misterios
«El óxido de nitrógeno es el anestésico más antiguo del que disponemos, se utiliza desde hace más de 180 años, cuesta unos 20 dólares el frasco y seguimos descubriendo cosas nuevas sobre su potencial», explica Joseph Cichon, anestesista de la Universidad de Pensilvania que participó en la nueva investigación. «Me sentí un poco como Indiana Jones, viajando al pasado para resolver el misterio de una droga antigua».
La teoría más popular sobre los mecanismos de acción antidepresiva de analgésicos como la ketamina y el óxido nítroso apuntaba a la capacidad de ambas sustancias para bloquear un receptor cerebral conocido como receptor NMDA, cuyo funcionamiento está implicado en la memoria y el aprendizaje. Sin embargo, resultaba difícil imaginar que este mecanismo de acción fuera compatible con los efectos del gas de la risa, dada su brevísima vida media. Por este motivo, los autores del nuevo estudio decidieron investigar más a fondo qué ocurre en el cerebro cuando se expone a este gas.
La investigación
Para ello utilizaron ratones, cuya actividad cerebral observaron en detalle con una técnica conocida como imagen avanzada del calcio, que usa sondas fluorescentes para medir la concentración de calcio en el interior de las neuronas y monitorear así su actividad en tiempo real. Los ratones en estado de estrés crónico (un modelo animal validado para estudiar la depresión) fueron expuestos al gas, y el estudio de su actividad cerebral reveló una posible explicación: la actividad anormal de un grupo de neuronas localizadas en la llamada capa piramidal interna de la corteza cingulada, una región del cerebro asociada a la regulación de las emociones y el estado de ánimo.
En el caso de la depresión causada por el estrés, estas neuronas están inactivas tanto en cerebros animales como humanos. Expuestas al óxido de nitrógeno, en cambio, las neuronas de los ratones se despertaron rápidamente, recuperando su excitabilidad habitual y permaneciendo en este estado incluso después de que el fármaco hubiera abandonado el organismo.
«Estos resultados demuestran que puede haber más de una forma de lograr nuestro objetivo en el tratamiento de la depresión», concluye Peter Nagele, profesor de psiquiatría anestésica de la Universidad de Chicago, quien coordinó la investigación. “Los receptores NMDA son una de ellas, pero lo que observamos con el óxido de nitrógeno sugiere que hay otra forma de devolver la actividad a los circuitos cerebrales. Es un descubrimiento apasionante porque amplía nuestra comprensión de cómo podemos abordar la depresión desde múltiples ángulos”, añade.
Es demasiado pronto para saber si el gas de la risa es realmente una opción de tratamiento eficaz y duradera. Sin embargo, a la espera de nuevos ensayos clínicos el descubrimiento de su mecanismo de acción abre la puerta al estudio de nuevos fármacos que puedan imitar sus efectos. Y, dada la urgente necesidad de nuevas opciones farmacológicas para los pacientes que sufren depresión severa resistente a la terapia, esta es sin duda una muy buena noticia.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Andrea Baranenko.