El Madrid se da con la realidad: la lógica de una crisis
Todos estos años, viendo la fabulosa trayectoria del Real Madrid de baloncesto en la pasada década, con esa frondosa red de talento, experiencia, competitividad y compromiso que cubrió ese vestuario como un manto celestial gracias a algunos de los mejores jugadores españoles de la historia, Felipe Reyes, Rudy, Sergio Rodríguez o Sergio Llull (todos leyendas ya) e incorporaciones estructurales como Carroll, Deck, Campazzo o Tavares, en definitiva, viendo lo que ha sido el gran Real Madrid lo lógico era pensar en asumir con naturalidad cierta decadencia en ese inevitable momento en el que algunos nombres se borraran de la lista. Acaba de suceder. La segunda edad de oro de la sección ha perdido a gran parte de sus protagonistas. Esta película ya no puede tener tanto éxito.
Mantener la excelencia era imposible. La salida de Laso incidió antes en el declive (en la manera de jugar), incluso pensando que Chus Mateo ha sido un extraordinario sucesor: cinco títulos, con una Euroliga en su hoja de servicios. Ahora, en el inicio de la tercera temporada del técnico madrileño, la realidad ha llegado para desestabilizar al equipo blanco, acostumbrado a tener la firmeza del gigante, pero que debe recuperar cierta normalidad en su relación con la derrota. Lo de antes, desde 2011, no fue nada normal: rachas de 31 partidos sin perder, segundos traspiés del curso que llegaban en enero, cuatro tropiezos en alguna temporada regular en la Liga Endesa, récord de victorias en la Euroliga, la riada de títulos o la presencia constante en las finales. Esa regularidad en el éxito podría haber terminado.
Cinco derrotas en ocho partidos oficiales
El Madrid cayó en el Buesa ante el Baskonia de Laso. Ha perdido otro partido, el segundo en tres jornadas de Euroliga, la quinta derrota en ocho compromisos oficiales desde que arrancó el curso. Siempre se dice que en baloncesto nada se resuelve en octubre, y es así, pero en la dictadura del resultado, que todo lo tapa, y en un club de la exigencia del Madrid, el cielo se llena de nubes. Chus pedía paciencia y apelaba al trabajo.
Y debe ser la mejor medicina para un equipo obligado a reconstruirse por las salidas de Rudy, Sergio Rodríguez, Causeur, Poirier y Yabusele y que ha sufrido percances en forma de lesiones por las bajas de Garuba y Feliz. En Vitoria tampoco jugó Facu por sanción. Es cierto que el Madrid juega mal (especialmente en el 5×5), defiende sólo a ratos, que los fichajes no encajan y que muchos apartados estadísticos le son esquivos. Los malos porcentajes en el triple hablan de la necesidad de resolver rápido, de cierta urgencia. Tener a Hezonja de portavoz tampoco es bueno. Pero el margen de mejora es amplio. No se puede estar peor.
Vienen turbulencias
Seguramente sea pronto para decir esto y a simple vista la plantilla es poderosa con un poco de salud y tiempo, con más horas de vuelo, pero sin calma para asumir lo que toca ahora pueden venir turbulencias para el Madrid. El viaje era previsible: un vestuario sin tanta cohesión que ha perdido referentes; un entrenador que nunca se sintió seguro al máximo, que hizo del triunfo un colchón para su tranquilidad y que se protege cargando de minutos a los ‘buenos; una competencia que mejora en España (Unicaja y Barça) y en Europa (con los equipos griegos, Olympiacos y PAO, próximo rival, casi inaccesibles) y un inicio plagado de derrotas que ponen nervioso al más calmado, especialmente en las altas esferas del club. No es el mejor panorama para este otoño que después de tantos años de primavera comienza a ser gris oscuro. Tenía que llover.