jueves, noviembre 21, 2024
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El referéndum europeísta profundiza la división en Moldavia, candidata a entrar en la UE | internacional


Decía en la mañana de este domingo Maia Sandu, la presidenta de Moldavia, que el voto no es solo un “sello en un papel” sino la expresión de tu “destino”. El de los ciudadanos de este país (2,5 millones de habitantes) seguirá partido en dos, polarizado entre la posible adhesión a la Unión Europea, sobre la que se preguntaba en referéndum constitucional durante la jornada electoral y los cantos de sirena de Rusia ―formaciones prorrusas han hecho campaña por el boicot a la consulta―. Al cierre de los colegios, a las nueve de la noche (una hora menos en la España peninsular), la cifra de participación, aún preliminar, superaba ligeramente el 50% del censo electoral —ocho puntos por encima de la primera vuelta de los comicios de 2020—, una asistencia baja pero suficiente para validar la consulta, que requiere el voto de un tercio de los electores. Este domingo, los moldavos estaban también llamados a elegir presidente, con Sandu al frente del proeuropeo Partido de Acción y Solidaridad (PAS), como favorito, según los últimos sondeos previos a las elecciones.

A tenor de las encuestas de las últimas semanas, se prevé que el resultado del referéndum sea favorable a la inclusión en la Constitución de la adhesión al club comunitario como pilar para el futuro de este país de Europa del Este. Las negociaciones con la UE están abiertas desde diciembre, pero las autoridades prevén que el proceso no llegue a su última etapa hasta 2030, siempre y cuando Chisináu cumpla con las condiciones de Bruselas. Y si la presión de Moscú no surte su efecto.

La presidenta en funciones y candidata presidencial de Moldavia, Maia Sandu, deposita su voto para las elecciones presidenciales y el referéndum sobre la adhesión a la Unión Europea, en Chisináu, el 20 de octubre de 2024.
La presidenta en funciones y candidata presidencial de Moldavia, Maia Sandu, deposita su voto para las elecciones presidenciales y el referéndum sobre la adhesión a la Unión Europea, en Chisináu, el 20 de octubre de 2024.Vladislav Culiomza (REUTERS)

“La voluntad del pueblo debe determinar su destino, y no el dinero sucio o las mentiras”, dijo Sandu, rodeado de una maraña de cámaras en torno a las once de la mañana de este domingo desde el centro educativo Licelul Teoretic Petru Rares, en la capital. Sin mencionarlo, la candidata a la reelección hacía referencia a la campaña de presión híbrida desplegada por Moscú a través de propaganda, desinformación y compra de votos. La organización Promo-LEXobservadora del proceso electoral, ha denunciado varios casos de grupos de electores que acudieron a las urnas bajo pago de una cantidad de dinero a cambio de su apoyo a algunos de los candidatos en liza.

Entre los aspirantes con opciones de competir con Sandu en el escrutinio están el ex fiscal general Alexander Stoianoglo, del Partido de los Socialistas; el líder populista Renato Usatii; e Irina Vlah, aspirante independiente y exgobernadora de la región de Gagauzia. Estos tres han sido tachados en el pasado como pro-Moscú, aunque no han utilizado durante su campaña una narrativa favorable al Kremlin. Si ningún candidato obtiene más del 50% de los votos, habrá segunda vuelta el próximo 3 de noviembre.

La jornada electoral ha avanzado este domingo, fría y nublada, con unas cifras muy modestas de participación. Un goteo que ha mantenido en tensión a esos sectores de la sociedad que quieren acelerar el acercamiento hacia Bruselas. El mensaje de los que se han pronunciado ante los reporteros presentes en los colegios electorales ―el discurso prorruso es más escurridizo― es claro: más Europa.

“Todos los problemas vienen de allí, de Moscú”, señalaba este domingo por la mañana André Moraru, de 48 años, tras depositar junto a su hijo su papeleta en el Licelul Teoretic Petru Rares. “Si la UE significa más economía, Rusia significa más desinformación”, proseguía este empleado de una empresa de alquiler de coches.

Manoli Victor, de 35 años, ingeniero, acompañado de su mujer, Alina, profesora de 32, ofrecía junto a las escalinatas del mismo centro una respuesta muy sencilla: “Quiero mejores carreteras para mi país”. Una contestación práctica, pero muy en la línea de lo que Moldavia tiene por delante si continúa su apuesta por Bruselas. La mejora de las infraestructuras es uno de los apartados incluidos en el paquete de 1.800 millones de euros comprometido por Bruselas el día 10 bajo el nombre de Plan de Crecimiento.

La batalla por el voto joven

Más de 1,5 millones de personas han acudido a votar este domingo, aunque no todas han depositado las dos papeletas, las de las presidenciales y de la consulta constitucional. De ellas, cerca de 220.000, de acuerdo con los datos de participación preliminares, lo han hecho desde alguno de los puestos electorales del extranjero, donde residen otros 1,2 millones de ciudadanos moldavos. La antigua república soviética tiene que librar, como otras muchas democracias europeas, la batalla por atraer el voto joven: solo el 8% de los electores entre 18 y 25 años han ejercido el derecho al sufragio, según la Comisión Electoral Central.

Corina Raiu, de 40 años, se ha desplazado una primera hora de la tarde a su colegio electoral, una guardería en la pequeña localidad de Straseni, a las afueras de la capital. Mientras miraba cómo su hijo correteaba en el parque del centro educativo, Raiu explicaba que había votado para “elegir hacia donde va” el país para niños como el suyo: “Por la libertad de Moldavia, su estabilidad y su futuro”. No hace falta informar mucho para saber que esta empleada, dedicada a las finanzas en una empresa de comunicación, marcó la casilla del sí en la boleta del referéndum. Aclaraba, sin embargo, que los intentos de interferencia rusa, denunciada por las autoridades y fuerzas de seguridad, no la tocan tanto: “No está en mi cabeza ni en la de mis amigos o entorno, pero quizás sí en la de mis padres” .

A diez pasos de Raiu, Elena Mirón, de 72 años, acompañaba a su hija, Cristina, de 36 años, tras haber depositado el voto en familia. Con la risa que acompaña a los primeros rayos de sol de la tarde, la joven admitía que los de su generación están “más abiertos” a la UE que los mayores, que califican como “más manipulables”. “En cuanto les hablan de la pensión, por ejemplo, les afecta”. Su madre la interrumpía: “Todavía hay ciudadanos prorrusos, incluso en este pueblo, que quieren bloquear lo de Europa. Pero vamos a subir ese peldaño”. Para eso, el referéndum constitucional tendrá que obtener una mayoría de votos afirmativos. Con el escrutinio cerrado, será el Tribunal Constitucional el que verifique su validez para que pase automáticamente a la legislación moldava.



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