lunes, diciembre 23, 2024
Ciencia y Salud

¿Está el universo diseñado para los humanos? Dos físicos buscan poner esta idea a prueba


No hay nada que enfurezca más a un físico que una teoría que no se puede refutar. Trabajar con entidades y procesos teóricos inobservables es una necesidad: la materia y la energía oscura son un ejemplo, nunca las hemos visto, pero las damos por sentado hasta nuevo aviso. Sin embargo, tales conceptos deben ser teoréticamente demostrables o al menos falsables, es decir, que puedan ser rebatidas. Así procede el llamado «método científico»; de lo contrario, volveríamos a justificar las leyes de la naturaleza invocando al «creador».

En cosmología hay un principio al que a menudo se apela para explicar el estado de nuestro Universo y que nadie sería capaz de demostrar o refutar experimentalmente. Se trata del «principio antrópico», el cual teoriza que si algunas coincidencias que surgen cuando se observan los parámetros fundamentales del cosmos (la constante gravitacional, la masa de los protones o la edad del Universo), hubieran sido distintas, nuestra especie no existiría. Funciona más o menos así: las cosas son como son porque nosotros estamos en el mundo, o más formalmente: «Nosotros, como observadores, solo podemos observar condiciones que se permiten a los observadores».

Al no poder refutar tal razonamiento, solo quedaba discutirlo. Sin embargo, en el futuro las cosas podrían cambiar: en un artículo publicado en Journal of Cosmology and Astroparticle Physics, dos físicos de la Universidad de California en Davis y del Deutsches Elektronen-Synchrotron, Alemania, proponen un método para probar la falsabilidad el principio.


Foto de la galaxia en forma de ojo.

Astrofísicos propusieron una nueva forma de calcular las probabilidades del surgimiento de vida inteligente en un universo en función de la energía oscura. Sus resultados explican por qué nos sentimos solos.


Razonamiento a posteriori

En física, el principio antrópico es un tipo razonamiento que nos encontramos a menudo cuando intentamos explicar a posteriori por qué lo que vemos es exactamente como lo vemos. Pensemos en nuestra especie: ¿cómo es posible que hayamos evolucionado hasta convertirnos en Homo sapiens y que nuestros antepasados hayan sobrevivido a millones de circunstancias que podrían haberlos borrado de la historia?

O también, exploremos la cantidad de coincidencias increíbles que influyeron para que cada uno de nosotros esté hoy aquí. Tu madre tuvo que conocer a tu padre, se conocieron, se gustaron, y así hacia atrás en el tiempo; nuestros antepasados homínidos y todas las especies que les precedieron, hasta llegar al primer fragmento de ADN, o lo que fuera que comenzó a replicarse dando lugar a la vida tal y como la conocemos. Mucha gente se lo pregunta, y algunos han intentado hacer cálculos: la probabilidad de la existencia de cada uno de nosotros sería aproximadamente de una entre 400 mil millones. Muy poco, y sin embargo aquí estamos.

En estos casos, la única respuesta posible es que si las cosas no hubieran resultado así, sencillamente no estaríamos aquí tratando de darles sentido. Para muchos de nosotros, esa respuesta puede ser suficiente; pero para un cosmólogo acostumbrado a sondear las leyes más esenciales de la naturaleza, no lo es. De hecho es fastidioso. Tanto es así que cuando Steven Weinberg recibió el Premio Nobel de Física en 1979, declaró: «Un físico que habla del principio antrópico corre los mismos riesgos que un cura que habla de pornografía: por mucho que diga que está en contra, algunas personas seguirán pensando que está un poco demasiado interesado».


Una imagen de donde está la galaxia REBELS-25.

REBELS-25 es una galaxia en espiral como la Vía Láctea, pero no debería estar presente en el “universo temprano”.


El principio antrópico

El primero en hablar del principio antrópico en cosmología fue el físico teórico australiano Brandon Carter, en una conferencia organizada en 1973 con motivo del quinto centenario del nacimiento de Copérnico. Y lo hizo en reacción a otro concepto indemostrable de la cosmología, el «principio copernicano», según el cual la Tierra no es un mirador privilegiado del Universo. Se explica que lo que vemos y experimentamos desde aquí es lo que se vería y experimentaría desde la mayoría de los planetas y galaxias que pueblan el especio.

En respuesta a tales argumentos, Carter afirmó que, «aunque nuestra situación no es necesariamente central, es inevitablemente privilegiada, al menos hasta cierto punto». A lo que se refería era al hecho, ya constatado y debatido por físicos de la época, de que existen varias relaciones numéricas inexplicables entre algunas de las constantes físicas fundamentales que mantienen nuestro universo en equilibrio, y que solo son válidas para la época en que vivimos. Un período que, desde el punto de vista cosmológico, es el «más adecuado para albergar vida».



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