Esta empresa busca superar a Neuralink sin tocar el cerebro
Mientras el campo madura y más empresas empiezan a trabajar para comercializarlos, las compañías y los reguladores intentan encontrar esas medidas. Ya existen herramientas para evaluar las capacidades funcionales o la calidad de vida de una persona, que podrían aplicarse a las BCI.
Cuando hablo con Jackson sobre esta idea, no duda de que las BCI tendrán un efecto positivo en la salud y el bienestar de las personas con el tiempo: «Veo que en el futuro esto podría dar independencia a alguien». No obstante, por ahora la configuración no es precisamente práctica. «Tengo que estar conectado físicamente con un cable exterior. Así que el único momento en que utilizo el dispositivo es cuando estoy conectado», explica. Eso ocurre dos veces por semana, cuando recibe la visita de la ingeniera clínica de campo de Synchron, Maria Nardozzi, para las sesiones de formación. En el diseño de segunda generación de Synchron, que se probará en el ensayo fundamental, las unidades internas y externas se conectarán de forma inalámbrica para que los sujetos no tengan que estar atados al sistema.
A pesar de tener una BCI, Jackson sigue dependiendo de la asistencia por voz para la mayoría de sus necesidades: «Para ser sincero, es el camino más fácil». Pero hay ocasiones en las que falla o en las que una aplicación no tiene opción de asistencia por voz. Por ejemplo, cuando intentó utilizar la aplicación de pago Venmo, no había forma de usar el asistente de voz para indicar el motivo del pago, un campo obligatorio.
«La tecnología de asistencia por voz no está ni de lejos donde tiene que estar», afirma Sharma. Cualquiera que haya utilizado Alexa o Siri sabe que hay problemas de precisión y tiempo de retraso entre una solicitud y la respuesta del dispositivo. Si las BCI pueden realizar tareas con más naturalidad que los asistentes de voz, Sharma cree que eso podría inclinar la balanza para los usuarios. Las BCI también ofrecen más privacidad: «Si hay otras personas en tu entorno, puede que no quieras compartir lo que intentas hacer o expresar en voz alta», subraya Sharma. Y, por supuesto, para algunos pacientes con parálisis que han perdido el uso de la voz, una BCI puede ser su único medio de comunicarse e interactuar con el mundo que les rodea.
Jackson es un conejillo de indias
Jackson sabe que, con el tiempo, la tecnología de Synchron será mejor, más rápida y más fluida. Disfruta probando nuevas aplicaciones con su BCI y explica que lo que más le gusta es utilizar las Apple Vision Pro. Ya no puede viajar, pero el visor puede transportarlo a los Alpes suizos o a un bosque templado de Nueva Zelanda. Pero todavía hay cosas fuera del mundo digital que le gustaría poder hacer y para las que la BCI aún no puede ayudarle: pintar, por ejemplo, y tallar madera.
Encima de su cama cuelga un cuadro de dos currucas fruteras amarillas. Lo pintó él mismo cuando tenía 20 años. Su madre lo conservó y lo enmarcó. Estaba deseando pintar más al óleo cuando se jubilara. Jackson sabe que la naturaleza de la ELA hace que su enfermedad empeore inevitablemente. Con el tiempo, podría perder el habla y el movimiento voluntario que le queda. Puede desarrollar un deterioro cognitivo y dejar de ser capaz de controlar su BCI; la esperanza de vida de un enfermo de ELA es de dos a cinco años tras el diagnóstico. De las 10 personas que han sido equipadas con la BCI de Synchron, solo Jackson y otro participante siguen utilizándola. Los demás dejaron de usarla debido a la evolución de la ELA o a su fallecimiento.
Antes de que le diagnosticaran ELA, Jackson había empezado a trabajar la madera. Quería aprender a tallar pájaros. En su mesilla de noche hay una talla de un cardenal que compró como recuerdo de la afición a la que nunca volverá debido a la ELA: «Si en el futuro se pudieran incorporar dispositivos robóticos en brazos o piernas, sería increíble». Neuralink está probando esa capacidad, pero los brazos robóticos actuales distan mucho de ser reales. Pueden realizar tareas sencillas con movimientos espasmódicos. Podrían pasar décadas antes de que las BCI permitan hacer algo tan complicado como tallar madera.
Por ahora, Jackson puede utilizar la BCI para explorar aplicaciones de museos de arte, pero le gustaría encontrar una forma de crear arte digital con sus pensamientos. Y aunque la configuración sigue siendo limitada en muchos aspectos, le permite hacer más de lo que nunca creyó posible. Después de todo, es capaz de mover objetos en una pantalla sin usar las manos, los pies, los ojos, los hombros, la cara o incluso la voz: «Por algo se trata de una tecnología revolucionaria», concluye Jackson.
Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.