Exiliarse y seguir: qué ha pasado con el periodismo independiente cubano tras el histórico 11J
“El dolor del presidio es el más rudo, el más devastador, el que mata la inteligencia y te seca el alma, dejando en ella huellas que no se borrarán jamás”, recuerda el periodista cubano Lázaro Yuri Valle Roca desde Estados Unidos, desterrado de la isla luego de casi tres años de prisión política.
Valle Roca fue arrestado el 15 de junio de 2021 cuando asistió a una citación oficial en la estación policial de Zapata y C, Vedado, en La Habana, para supuestamente concluir una investigación en curso por un presunto delito de “Desacato”.
Posteriormente fue trasladado a la sede principal de la Seguridad del Estado, conocida como Villa Marista, donde se declaró, casi de inmediato, en huelga de hambre en protesta por las violaciones a sus derechos. Un año después, en julio de 2022, fue condenado a cinco años de cárcel por un delito de propaganda enemiga.
La salud del opositor se deterioró notablemente en estos casi tres años de reclusión, con secuelas que permanecen en su cuerpo hasta hoy.
“En mi caso muy específico me fue muy duro (hacer periodismo), estresante y doloroso porque nunca he tenido, ni tengo, ni tendré, miedo de escribir y enfrentarme a la dictadura. Poco me importa que un tonto murmure, que un necio ofenda, un estúpido me idolatre, o un sensato me deteste. La dichosa libertad concedida en la Constitución cubana en sus artículos 54 y 56 permite que usted hable de lo que se le antoje, menos lo que le moleste a la dictadura. Lo que también permite que la Seguridad del Estado te envíe a la Fiscalía, de ahí al Juzgado y te encierre en el Combinado del Este, acusado de propaganda enemiga. Esto causa al pueblo y a los periodistas, dolor infinito”, agregó el reportero independiente.
Su historia, atravesada por la represión, torturas y tratos denigrantes, se repite una y otra vez en los últimos años contra quienes ejercen el periodismo independiente en Cuba. Tal vez ha tenido uno de sus puntos más críticos tras las históricas protestas antigubernamentales de julio de 2021, que sacudieron al poder dictatorial.
Según informes del Instituto Cubano por la Libertad de Expresión y Prensa (ICLEP), al menos 150 comunicadores cubanos se exiliaron entre 2022 y 2023. La organización no cuenta con datos del presente año.
El director del ICLEP, Normando Hernández, declaró a este medio que «desde siempre, no solo el periodismo independiente, sino también la disidencia y la oposición pacífica en Cuba se han visto obligados a reinventarse para poder mantenerse a flote. La represión del régimen después del 11J provocó un éxodo de periodistas independientes y exilios forzosos, lo que ha dejado al periodismo independiente cubano dentro de la isla casi en cero».
Sin embargo, no se ha dejado de hacer periodismo.
A continuación, ADN Cuba comparte cuatro entrevistas e historias de algunos periodistas exiliados que intentan continuar con su profesión, a pesar de la distancia y los retos de la inmigración.
Yadiris Luis Fuentes
La cubana Yadiris Luis Fuentes, graduada de Periodismo en 2015 en la Universidad Hermanos Saíz Montes de Oca de la ciudad Pinar del Río, fue desterrada en septiembre de 2022, tras meses de acoso por parte de la Seguridad del Estado.
Los agentes que la acosaban de forma sostenida en La Habana, donde residía, le dejaron claro que no podría regresar. El precio de la libertad era empezar de cero a miles de kilómetros, no por decisión propia.
Actualmente la periodista reside en Madrid, España y ha seguido, desde su profesión, denunciando la crisis cubana.
“Una de las pocas formas que hemos encontrado de seguir escribiendo sobre Cuba y seguir dando una versión que contraste la versión oficial, por lo general lo que haces es informar. Creo que lo hacemos desde un grandísimo esfuerzo. Definir si es sostenible o no sería algo que tendría que calificar cada persona. Siento que puede ser revictimizante en muchas ocasiones, porque terminas a veces escribiendo sobre temas que o situaciones muy parecidas a las que viviste, que terminan dañándote».
«Más allá del valor que para mí tiene lo que hacemos y la necesidad que existe de que lo hagamos, muchos trabajamos con diferencias de horarios exageradas con respecto a Cuba, o al horario de Florida. Eso hace que existan desajustes en los tiempos de dormir, en la forma de acomodar la sociedad en la que estás viviendo y que en la mayoría de los casos fuiste arrojada a ese exilio”.
En cuanto a los desafíos, como persona y periodista, en un país distinto diametralmente, explica que “vives en un país, pero tu cabeza, tus sentires están en otro, al que probablemente ya no puedas volver mientras haya dictadura. Integrarme en las dinámicas de España, que creo que para nada estoy integrada. De alguna forma se me escapan muchas cosas, muchos detalles de la vida nacional, precisamente porque estoy más conectada con Cuba que con España. Vivir en un país que no se parece en nada a niveles automatizados al tuyo, con una cultura diferente aunque hablemos la misma lengua”.
“Como periodista, el contacto con las fuentes y con la realidad. Aunque sigamos teniendo familia, amigos y conocidos en Cuba, es muy difícil que podamos dialogar sobre una realidad que ya no es la nuestra. Sí es la nuestra en el sentido de que la seguimos sintiendo, pero desde la distancia y esa distancia y también el contexto marcan que ya no la puedas vivenciar de la misma forma. No estar en el terreno es de las cosas que más pueden interferir con dar un periodismo de mayor calidad”.
“Es un reto inmenso para el periodismo cubano reinventarse, asumir que prácticamente no haya gente en el terreno; y eso evidentemente es culpa de la dictadura cubana que nos ha sacado a la gran mayoría de allá y nos ha impedido desarrollar un mejor periodismo”.
“Si tus redacciones completas han tenido que emigrar y tienes varios periodistas en países diferentes, con horarios diferentes, con rutinas de vida diferentes, poder llegar a un consenso para que subsistan los medios es más complicado. En esa situación creo que está ahora mismo el periodismo cubano, en una situación de subsistencia, pero que años atrás es probable que fuese mucho más difícil. Si hay algo que creo que ha logrado nuestra generación es que nos han echado de Cuba pero hemos seguido escribiendo a pesar de las distancias, de los condicionamientos, de las dificultades. Hemos seguido y hemos intentado darle a la gente otra visión, poder seguir investigando y creando para la gente que está dentro de Cuba y que no tiene otras fuentes de información que no sean las del régimen cubano”.
María Matienzo Puerto
Tras más de una década haciendo periodismo independiente en la isla, la periodista y escritora cubana María Matienzo tuvo que exiliarse en 2022. En una entrevista a un medio argentino confirmó que, tanto ella como su pareja, la activista Kirenia Yalit Núñez, padecen de estrés postraumático por la represión a la que fueron sometidas durante años.
Su frontalidad ante la dictadura le valió una escalada de la represión que le pasa factura hasta hoy. En 2021 recibió medidas cautelares deprotección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Ahora vive en España y reconoce que ha sido complejo para ella, una mujer migrante y negra, continuar haciendo periodismo de forma sostenible.
“Yo nunca he hecho un periodismo de manera sostenible. El periodismo que se hace en Cuba tiene muchos riesgos físicos, mentales y económicos. Está totalmente precarizado, entonces lo que es hacer periodismo sostenible, no sé qué es exactamente. En Cuba me gustaba decir que era un deporte de alto riesgo y me doy cuenta que desde afuera también. Al final nuestro público objetivo son los cubanos y tenemos muchísimos prejuicios a la hora de valorar qué cosa es una noticia y una opinión política. Los medios, cuando dan una noticia, necesariamente no se están posicionando: no es lo mismo un artículo de opinión, que otro género periodístico, donde sí hay opiniones emitidas. Todo es muy complejo; está en juego tu salud mental. Yo no he logrado hacer periodismo desde que salí. Llevo dos columnas: una en un medio mexicano y otra en Alas Tensas”.
“Las dos columnas me cuesta muchísimo sostenerlas porque tengo que hacer más cosas, relacionadas con la comunicación, pero que no tienen nada que ver con la escritura ni con el periodismo. Me hubiese gustado tener estas columnas dentro de Cuba porque tenía mucho más material relacionado con las temáticas que siempre he trabajado. En Cuba estaba para hacer reportajes o para hacer notas de prensa y ahora, desde el exilio, el único espacio que encuentro es el de las columnas y no de hacer reportaje u otro tipo de periodismo”.
A la pregunta de los retos que enfrenta en esta nueva vida menciona que en algunas luchas que da a diario, se siente sola.
“Siento que me he expuesto demasiado en luchas en las que yo creo, pero en luchas en la que estoy sola. Por ejemplo, la precariedad que tienen los periodistas cubanos ha sido una pelea en la que me he metido sola, porque me doy cuenta que muchos colegas prefieren callar y seguir asumiendo malos pagos y al yo decirlo, soy la excluida”.
“Me he metido también en la lucha antirracista que venía yo arrastrando desde Cuba, pero en Cuba era contra el sistema, contra la dictadura; afuera me doy cuenta que ya no tiene por qué ser necesariamente solo contra la dictadura; es contra todo un sistema que ha sido creado por la dictadura. Al final también quienes nos hemos formado dentro de Cuba, aún en oposición, tenemos una mentalidad creada por una emulación socialista donde la gente asegura que te lo mereces, como si otras personas no se lo merecieran, o donde la gente decanta solamente por el color de la piel. No solamente decanta, excluye a opositores que están en Cuba y que han estado, que son ejemplo de perseverancia, solamente porque son personas negras”.
Continúa: “Son los mismos retos amplificados. En el mundo estrecho que tenemos los cubanos yo quedo fuera y ese otro mundo amplio, siento que llegó tarde. Con 45 años es bien difícil encontrar otro espacio en en los medios donde ya hay gente bien asentada. En mi caso no tengo los contactos para llegar a esos medios, o sea que sigo haciendo lo que estoy haciendo, escritura de columnas en medios feministas. Pero no haciendo el periodismo que me hubiese gustado hacer”.
“El pretexto que ponne muchas veces es que ya no estás dentro de Cuba y no puedes a lo mejor hacer el mismo reportaje. Pero es que yo he visto gente que gana premios, incluso haciendo periodismo desde afuera, y nunca han estado dentro haciendo periodismo, o lo han hecho por muy poco tiempo dentro de Cuba. Hay como un filtro que no logro entender todavía”.
Sobre el estado del periodismo independiente cubano lamenta que “sigue estando súper precarizado, perseguido. Sigue siendo un deporte de alto riesgo. Siento que cada vez están más solos porque una buena parte ha tenido que irse al exilio, y con mucho menos recursos de lo que teníamos nosotros hace dos años; y ya estábamos precarizados”.
“Estamos en un fuego cruzado todo el tiempo los periodistas, no importa donde estemos. También eso se supone que sea la idea de hacer periodismo, que no se hace para complacer a nadie, sino para fiscalizar la realidad”.
Waldo Fernández Cuenca
Desde España igualmente, el periodista Waldo Fernández Cuenca comenta que es complejo sostenerse fuera de la isla haciendo periodismo y, muchas veces, los profesionales deben realizar otros trabajos.
“En España el tema Cuba no interesa tanto, no es un tema prioritario en la en la agenda política europea. Depende mucho de varios factores. Yo ahora mismo no puedo vivir del periodismo, por ejemplo”.
“El periodismo no me da para sostenerme económicamente en España. Tengo que buscar otras alternativas y así, la mayoría. Siempre va a ser difícil hacer periodismo desde el exilio, porque ya no estás en contacto directo con muchas fuentes, ya no puedes visitar el terreno y eso merma un poco la capacidad. Tienes más libertad para escribir, ya no tienes temor a las represalias, pero pierdes muchísimas noticias por no estar directamente en el terreno. Eso es lo principal en un periodismo de verdad de calidad”.
Fernández Cuenca salió de Cuba el 30 de septiembre de 2021, luego de meses de presiones tras participar en las protestas populares del 11J.
Tras ejercer el periodismo sobre el terreno durante varios años, añora el contacto directo con las fuentes.
“Los retos son la distancia. Yo hice periodismo en el terreno: muchísimas veces iba a lugares, sacaba fotos, hablaba con las personas; ya eso no es posible. Eso es lo más difícil. En el caso de la persona que se va sin familia también la distancia. Los retos son muchísimos: adaptarte a una nueva cultura, a una nueva vida, pensar que el regreso a Cuba es muy difícil. Es una salida sin regreso en muchísimos casos. La dictadura parece que va para va para largo o al menos eso es lo que se vislumbra. No soy muy optimista con que se vaya muy pronto del poder porque no hay una perspectiva de cambio”.
“Lo bueno que tiene es el hecho de que ya estás en un país extranjero hace que te reafirmen más tus raíces. Ahí te das cuenta de que eres cubano, que es lo que te distingue de los demás”.
Ahora considera que el periodismo independiente ha tenido un gran salto en cuanto a visibilidad, sobre todo para el cubano de a pie.
“Me parece que ha crecido muchísimo; el hecho de que han surgido muchísimos medios digitales hace que se diversifiquen las fuentes de información. Hace rato el régimen perdió el monopolio de la información con las redes, con el aumento del acceso a internet. Conozco muchísimos cubanos que han abierto los ojos. Han descubierto el mundo a través de Internet, a través de las redes sociales y el impacto del periodismo independiente ha sido muy bueno. Me parece que está en su mejor momento. Internet lo ha ayudado muchísimo”.
“Cuando yo estudié periodismo, 15 años atrás, Internet apenas existía en Cuba. Era muy difícil acceder a cualquier tipo de información fuera de los medios que monopolizaba el régimen. Ahora es muy fácil para la mayoría de los cubanos y eso es importante. Le falta muchísimo al periodismo independiente; lo principal es poder tener personas en el terreno en Cuba y eso es debido a la represión tan fuerte que ejerce el régimen sobre los periodistas independientes o cualquier actor de la sociedad civil. La mayoría actualmente escribe con seudónimo y cada vez son menos porque la mayoría opta por el exilio. La represión es muy fuerte. Por lo demás, tratar de hacer un trabajo excelente desde fuera”.
José Antonio Fornaris, un caso singular
Los periodistas veteranos José Antonio Fornaris y Amarilis Cortina se exiliaron en Costa Rica el 3 de febrero de 2023, luego de cruzar la frontera terrestre de Nicaragua.
Fundadores de la Asociación Pro Libertad de Prensa (APLP) en la isla y pioneros del periodismo independiente cubano, llevaban más de una década resistiendo la represión del régimen, que cada vez se cerraba más en su contra.
Solicitaron refugio político ante la Dirección de Migración y Extranjería de Costa Rica y nunca obtuvieron respuesta positiva sobre su situación migratoria.
“Siempre respondían que nuestro caso estaba en proceso. En febrero del actual año indagamos por última vez sobre nuestro estatus porque necesitábamos con urgencia conseguir empleo. Una funcionaria de Migración nos dijo que por nuestra edad, 76 años yo, 69 mi esposa, no podíamos trabajar en Costa Rica, una situación sumamente compleja para nosotros porque tampoco existía una ayuda económica oficial”, contó Fornaris.
A esta pareja de reporteros se les hizo insostenible continuar viviendo en el país centroamericano y tomaron una decisión compleja, atravesada por la falta de oportunidades y burocracia. Regresaron a Cuba el 9 de abril de 2024.
Ya han pasado cinco meses desde su llegada a la isla, tras un exilio que se extendió por más de un año.
“Han sido muchos años de interrogatorios, arrestos arbitrarios y amenazas, hasta de muerte. En noviembre de 2017 me permitieron hablar dos minutos en el Palacio de las Naciones; a partir de ese momento todo se complicó aún más para nosotros”, explicó el presidente de la APLP.
Actualmente se sienten vigilados. “Hay una especie de cuestión psicológica. A cada rato se para un auto patrulla acá frente a la casa y entonces, como en las películas, cuando salgo al portal, se van. Es un poco desagradable. Tengo por ahí anotados los números de esos autos”.
*Este texto contó con el apoyo de People in Need (PIN).