Extrañas auras visuales podrían ser la clave para mejorar el tratamiento de la migraña
No hay una única experiencia del «aura». Para algunos, comienza con un brillo blanco en el borde de su visión, como estrellas fugaces a medio ver; otros ven las caras distorsionadas o las palabras repentinamente difíciles de formar. Las revistas científicas recogen casos insólitos, como el de Oliver Sacks, que al despertarse descubrió que su enfermera se había «vuelto inorgánica» y se separaba como un conjunto de azulejos de mosaico. En raras ocasiones, una persona puede sentir que crece hasta alcanzar un tamaño enorme o que desaparece por completo de la vista, lo que se conoce como síndrome de «Alicia en el País de las Maravillas».
Para la mayoría, estas auras aparecen de la nada, normalmente como un conjunto de zigzags centelleantes que crecen durante unos 20 minutos por el borde del campo de visión. Intrigantes en sí mismos, estos fenómenos son presagios funestos. Advierten de la llegada, en menos de una hora, del dolor sostenido de una migraña.
Las migrañas son la tercera causa mundial de discapacidad y, según algunas estimaciones, afectan a mil millones de personas al año. Alrededor de un tercio experimenta algún tipo de aura previa, a menudo acompañada de síntomas debilitantes, desde vómitos hasta vértigo, o, en los peores casos, ceguera temporal o hemiplejía, parálisis de un lado del cuerpo. Pero recientes descubrimientos sobre los mecanismos que relacionan auras y migrañas podrían conducir a nuevos tratamientos. Martin Kaag Rasmussen, neurocientífico de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, afirma que la investigación sobre las auras puede revelar nuevas respuestas a una de las mayores preguntas en torno a estos padecimientos.
¿Cómo surgen los dolores de cabeza?
El cerebro, como otros órganos internos, es insensible, y su falta de receptores sensoriales queda patente en los videos de virtuosos violinistas que tocan sin inmutarse mientras los neurocirujanos trabajan dentro de sus cráneos. El sistema nervioso central, el cerebro y la médula espinal, suelen considerarse sellados tras la llamada barrera hematoencefálica, explica Rasmussen. Pero las auras que, según los escáneres de resonancia magnética funcional, se originan como una especie de apagón en el cerebro, sugieren que la información pasa del cerebro a los sensores de dolor del sistema nervioso periférico, los nervios externos que se extienden por el resto del cuerpo. Pero, ¿cómo y dónde se comunica? La migraña con aura es una especie de modelo perfecto para responder a esta pregunta.
Fotografía: Djavan Rodriguez/ Getty Images