Google pondrá un enjambre de satélites en órbita para vigilar los incendios forestales
Estos esfuerzos de FireSat también llegan en un momento de aumento de la inversión en tecnología destinada a combatir los incendios forestales. A saber, un incremento de las empresas privadas que esperan ayudar a construir nuevas soluciones de lucha contra incendios y beneficiarse de esa tecnología. En junio, el presidente Trump firmó una orden ejecutiva para un enfoque de «sentido común» en la lucha contra los incendios forestales, que pedía dar prioridad a los esfuerzos de las empresas de tecnología contra incendios, al tiempo que combinaba las agencias federales de desastres y daba instrucciones a las agencias federales para «desclasificar datos históricos de satélites para mejorar la predicción de incendios forestales y revisar o eliminar las normas que impiden la detección, prevención y respuesta a los incendios forestales».
Este enfoque, junto con los drásticos recortes en programas federales de catástrofes como FEMA y el Servicio Forestal de EE UU, significa que, con menos recursos públicos para abordar el problema, la industria privada se está movilizando para colmar esas lagunas.
Lo público y lo privado
Swain advierte que, aunque muchas de estas tecnologías pueden ser útiles, confiar en las empresas privadas para resolver problemas sociales generalizados como la respuesta ante catástrofes conlleva problemas.
«Incluso si se asume el mejor motivo posible», opina Swain. «Que esto es realmente de interés público y que las empresas privadas son capaces de llevarlo a cabo, se plantea la cuestión de si realmente vamos a tener acceso a estos datos a largo plazo, o si va a ser el equivalente a una prueba gratuita de 30 días».
Señala que las empresas de Internet de las Cosas (IoT) han quebrado y han dejado a los clientes con productos que ya no funcionan, y que la propia Google tiene un largo historial de eliminación de servicios.
«Es el clásico reto de continuidad de la industria tecnológica», indica Swain. «Hemos visto cómo ocurría».
Azelton cree que siempre será necesaria «una línea de base de datos gubernamentales, verdadera y totalmente públicos que estén ahí fuera, que sean accesibles a cualquiera y a todo el mundo que puedan y deban complementarse con datos comerciales y asociaciones como ésta, y que deben diseñarse de forma que puedan estar en manos de todo el que los necesite.»
Es una hazaña que Google parece dispuesta a facilitar, aunque no sea inmediatamente rentable para la empresa. También es fácil ver esto como una especie de mea culpa de Google, una empresa que ha asumido una serie de compromisos climáticos, a pesar del hecho de que, como todos los proveedores de tecnología de IA generativa, consume mucha, mucha energía. (En 2024, las emisiones de Google aumentaron un 50% debido a sus esfuerzos de IA generativa). El consumo cada vez mayor de energía por parte de la humanidad ha empeorado el cambio climático, lo que a su vez ha contribuido a agravar los incendios forestales.
«Si Google admite que lo que hacemos daña el planeta, pero también intentamos encontrar formas de administrarlo, y estas son las formas en las que intentamos ser regenerativos y restauradores», propone Moriba K. Jah, profesor de ingeniería aeroespacial en la Universidad de Texas en Austin, «al menos tener una conversación más honesta al respecto creo que sería refrescante».
A finales de mayo, Google destacó muy brevemente el programa FireSat al final de su conferencia de desarrolladores I/O. Fue un verdadero cambio de tono, un momento de angustia medioambiental y autocomplacencia tras dos horas de futurismo sin aliento alimentado por la inteligencia artificial. Tal vez el lanzamiento de suficientes satélites para hacer un seguimiento de todos los daños sea un esfuerzo por compensar la enorme cantidad de energía que utiliza la IA. Puede que incluso funcione.
Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.