Hisahito de Japón cumple 18 años: así es el más desconocido de los herederos reales
La familia imperial japonesa, la monarquía hereditaria continua más antigua del mundo,
se enfrenta a una crisis de sucesión
mientras las mujeres siguen sin poder acceder al trono. El emperador
Naruhito, de 64 años, solo ha tenido una hija con su esposa, la emperatriz
Masako:
la princesa Aiko
, que nació en 2001 después de que la pareja real se sometiera a un tratamiento de fertilidad. Ahora una pieza clave en el futuro de esta institución milenaria es
el príncipe Hisahito, el único hijo del príncipe heredero
Akishino, de 58 años, y la princesa heredera
Kiko, de 57. A sus 18 años recién cumplidos, es
el segundo en la línea de sucesión al trono de Crisantemo.
Los nacimientos femeninos han superado con creces a los masculinos en las últimas generaciones de los royals nipones y la dinastía cuenta actualmente con tres herederos varones. Ahora Hisahito, con la posibilidad de que en el futuro tenga un hijo varón, es
la última esperanza de la familia imperial de sobrevivir a largo plazo, a menos que se cambien las reglas para permitir la sucesión femenina.
Aunque su ceremonia formal de mayoría de edad
se ha retrasado al menos hasta 2025 para que pueda terminar sus estudios en el instituto, con motivo de su cumpleaños se ha publicado un vídeo en el que aparece paseando por el bosque el que asegura que quiere «aprender más a través de todas y cada una de las experiencias, absorbiendo diversos aspectos y creciendo a través de ellos».
El pasado 18 de julio, Yasuhiko Nishimura, gran chambelán de la corte, ofrecía una rueda de prensa para anunciar en detalle el calendario y las ceremonias que marcan la mayoría de edad del hijo del heredero al trono. Ya es efectivo que
su asignación pasará de 19.000 a 57.000 euros anuales. Además, se destinará un presupuesto de 16.000 euros a la creación de su
kanmuri, el espectacular tocado de seda negra con refuerzo de laca que llevan los príncipes imperiales durante el
Kakan-no-Gi, el ritual que marca su mayoría de edad. «Creo que es apropiado que participe en actos y rituales oficiales en palacio tras la celebración formal de su mayoría de edad», aseguró entonces Nishimura.
La posibilidad de una reforma histórica
La familia imperial, cuya historia según la leyenda, se remonta a 2.600 años atrás,
renunció formalmente a su estatus divino tras la derrota de Japón en la II Guerra Mundial y carece de poder político actualmente. Al
emperador Akihito
, que abdicó en 2019 por su edad y su mala salud, se le atribuye la (relativa) modernización de la institución.
La corte abrió
su primera cuenta de Instagram en abril, poco antes de que
lo hiciera también la casa real española
, pero muchas de las fotos son excesivamente formales, mostrando tan solo las actividades del emperador, su esposa y su hija.
En lo que supondría una reforma histórica en Japón, el pasado mes de mayo los legisladores de la Cámara baja y alta empezaron a debatir
posibles flexibilizaciones de las estrictas normas de sucesión, y una reciente encuesta reveló un
apoyo público del 90% a la sucesión femenina. Pero la resistencia de los diputados conservadores, que veneran a la realeza como el ejemplo perfecto de la familia patriarcal japonesa, hace improbable un cambio a corto plazo.
Las dos vías que se están explorando son la posibilidad de permitir que
las mujeres sigan siendo princesas después de su matrimonio o incluso que acceden a la sucesión al trono del Crisantemo, o la de
reintegrar en la familia imperial a algunas de las ramas más jóvenes que fueron apartadas de ella en 1945, con el fin de crear nuevos herederos varones.
El papel secundario de las mujeres en la familia imperial
Ser una mujer joven en la Casa Imperial del país
no es un papel del todo envidiable. Actualmente, una princesa japonesa nunca puede ser emperatriz y debe perder su título real si decide casarse con un plebeyo. Sus hijos con dicho plebeyo tampoco formarían parte de la casa imperial. La princesa Aiko, que ahora tiene 22 años, ya vive una vida moldeada por la dinastía de la que forma parte: rodeada una gran seguridad e
incapaz de manifestar sus opiniones políticas o de votar.
La joven vive con sus padres en el palacio imperial del Castillo de Edo, en Tokio, y trabaja como
editora de boletines informativos para la Cruz Roja Japonesa, función que compagina con sus compromisos reales. En el futuro, Aiko, comprometida con una vida de servicio público, podría seguir el camino de
su prima, la princesa Mako
, que disfruta de una vida prácticamente anónima en Nueva York.
En 2017, la hija mayor del príncipe heredero Fumihito
conmocionó al país cuando anunció que
renunciaba a su título real para casarse con Kei Komuro
, su novio de toda la vida. Mako y Komuro se conocieron en la Universidad Cristiana Internacional de Tokio en 2013 y se comprometieron en secreto, antes de anunciar su intención de casarse en septiembre de 2017, lo que desató un enorme revuelo en Japón. Ahora ambos residen en
un modesto apartamento en Hell’s Kitchen, carecen de protección oficial y usan el transporte público como el resto de neoyorquinos.