jueves, noviembre 21, 2024
Economía

La cumbre ‘de los ausentes’ para decidir cómo y quién va a pagar la factura de la transición ecológica


Tal y como reza la letrilla satírica de Francisco de Quevedo: «Poderoso caballero es don dinero». Precisamente de esto se hablará en la cumbre del clima COP29, que arrancó este jueves en Bakú, capital de Azerbaiyán. Durante dos semanas, casi 50.000 delegados se reunirán en la tierra del fuego para poder negociar cuánto van a pagar los países del norte al conocido como «Sur global» para mantener el calentamiento del planeta por debajo de los 1,5ºC anuales, tal y como se fijó en el Acuerdo de París firmado en la capital gala en 2015. Una cita que los grandes líderes mundiales se van a perder.

La única cifra que se repite cumbre tras cumbre son los 100.000 millones de dólares anuales que se necesitan para hacer frente a la crisis climática. Una cifra que no se cumplió hasta el año 2022 y gran parte, señalan los expertos, son a través de préstamos. Es decir, que los países menos desarrollados, ya endeudados de por sí, añaden más leña al fuego de sus maltrechas cuentas públicas para enfrentarse a una emergencia climática de la cual son los menos culpables.

El debate de la financiación arrancó en la COP15 (Copenhague). E 2009, por fin, los países acordaron financiar la lucha contra el cambio climático y mitigar sus efectos en los países más vulnerables del globo, es decir, los menos desarrollados.

El presidente de la COP29, el ministro de Ecología y Recursos Naturales de Azerbaiyán, Mukhtar Babayev, aseguró en su discurso inaugural que «estamos en la carrera de nuestras vidas». El ministro azerí reiteró que las políticas actuales «llevarán al mundo a un calentamiento de más de tres grados de media». Babayev recordó que la deriva actual de las políticas industriales de los países desarrollados «llevarán al mundo a un calentamiento de más de tres grados de media, algo que provocará consecuencias catastróficas».

El presidente de la COP29, Mukhtar Babayev. / Foto: EP.

Por su parte, el secretario ejecutivo de la ONU sobre el Cambio Climático, Simon Stiell, remarcó que la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) es «el único lugar que tenemos para abordar la crisis climática desenfrenada y para exigirnos mutuamente responsabilidades para actuar al respecto. Y sabemos que este proceso está funcionando. Porque sin él, la humanidad se encaminaría hacia un calentamiento global de cinco grados».

Ambos mandatarios transmitieron un mensaje claro de que «no es un acto de caridad». Babayev reiteró que «es nuestro deber moral y porque nuestra supervivencia depende de ello». Por su parte, Stiell llamó a «dejar de lado» la idea de que la financiación climática es una obra de caridad.

El secretario ejecutivo explicó que las discusiones que se tienen en el marco de cualquier cumbre del clima pueden parecer alejadas de la realidad, pero en realidad es todo lo contrario. Además, recordó que «ningún país es inmune ante este problema».

Asimismo, sin hacer referencia a nada en concreto, recordó que la crisis climática se cobra la vida de miles de personas: «¿Quieren que sus facturas de comestibles y energía suban aún más? ¿Quieren que su país se vuelva económicamente poco competitivo? ¿Realmente quieren una inestabilidad global aún mayor, que cueste vidas preciosas? Esta crisis está afectando a cada individuo en el mundo de una manera u otra», dijo.

Esta cumbre del clima llega en un momento en el que España está sufriendo las consecuencias de la DANA en Valencia, que afectó a más de una treintena de municipios y que costó la vida de más de 200 personas. Esto sumado a las lluvias torrenciales que Colombia acaba de sufrir en estos últimos días. El presidente, Gustavo Petro, ha decretado la situación de «desastre natural» en todo el país a causa de este fenómeno meteorológicos extremos, después de suspender su viaje a Bakú por el «colapso climático» en el país sudamericano.

El presidente de la COP29 reiteró en su intervención que «estamos camino de la ruina» haciendo referencia, precisamente, a la DANA y otros fenómenos como los incendios forestales.

«Si al menos dos tercios de las naciones del mundo no pueden permitirse reducir las emisiones rápidamente, entonces todas las naciones pagarán un precio brutal», aseveró Stiell.

La sombra de la victoria de Trump

De todos es conocida la opinión del presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, acerca del cambio climático. El republicano aseveró que en sus primeras semanas en la Casa Blanca iba a «perforar, perforar y perforar». El presidente electo dijo esto haciendo referencia a la extracción de petróleo y otros combustibles fósiles, principales responsables del calentamiento global.

Asimismo, calificó el cambio climático de «gran engaño» y tachó las políticas de transición energética de su antecesor, Joe Biden, como «la nueva estafa verde». Los antecedentes de Trump son claros. En su anterior mandato (2016 a 2020) sacó a Estados Unidos del Acuerdo de París para seguir produciendo combustibles fósiles.

Ahora la cosa será más difícil para el republicano. La Ley de Reducción de la Inflación de 2022 (IRA, por sus siglas en inglés) entró en vigor a principios de marzo de 2023 y fue aprobada tanto por demócratas como por republicanos. Un enorme paquete millonario para la industria de energías renovables y automovilística. Muchos expertos aseguran que se puede poner en contra a los gobernadores de muchos Estados, ya que esta ley está generando muchos empleos.

Desde que se implantó el IRA, más de la mitad de los proyectos han ido a parar a Estados puramente republicanos como Texas, donde no han parado de instalar energías renovables.

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