la escuela vitrina que visita el dictador
MIAMI.- El pasado lunes, el dictador cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez visitó la escuela primaria Vo Thi Thang, ubicada en el municipio habanero de Playa, donde entregó a los alumnos un regalo simbólico: réplicas de sitios históricos de Vietnam que él mismo visitó durante su viaje oficial a ese país.
La escena, difundida por los medios estatales, buscaba reforzar la narrativa de los lazos “inquebrantables” entre ambos regímenes socialistas. Pero, más allá del gesto diplomático, la visita volvió a poner el foco en un viejo recurso propagandístico:“escuelas vitrina”, con las que el gobierno intenta maquillar el profundo deterioro del sistema educativo cubano.
Fundada por Fidel Castro en 1968, la escuela Vo Thi Thang se encuentra en la Quinta Avenida del exclusivo barrio de Miramar, frente a la embajada rusa. Desde hace décadas, es uno de los centros educativos más presentables del país y una parada obligada para las delegaciones extranjeras que visitan La Habana.
Allí estudian hijos de diplomáticos, funcionarios y gerentes de empresas extranjeras, lo que ha contribuido a mantenerla en condiciones materiales muy superiores a las del resto de las escuelas cubanas.
El propio gobierno la exhibe como ejemplo de las supuestas “conquistas de la revolución” en materia de educación. Las aulas están equipadas con pupitres decentes, materiales docentes en abundancia y una sala de informática moderna, donada en 2018 por el entonces secretario general del Partido Comunista de Vietnam, Nguyen Phu Trong.
Sin embargo, fuera de ese pequeño escaparate, el panorama educativo nacional es otro.
Escuelas sin electricidad, baños inservibles, techos filtrados, falta de libros y útiles escolares son parte del día a día en todas las provincias del país. A eso se suma la falta de maestros. Padres y alumnos han denunciado tener que llevar hasta leña para que cocinen y poquitoz de arroz para preparar el almuerzo.
En septiembre de 2024, durante una visita anterior, la Primera Dama de Vietnam, Ngo Phuong Ly, junto a Lis Cuesta Peraza y la ministra de Educación cubana, Naima Ariatne Trujillo Barreto, también acudió a la Vo Thi Thang para entregar donaciones y material docente. Aquella escena, igualmente difundida por la prensa oficial, repitió el mismo guion: mostrar un pedazo impecable del sistema, mientras la realidad de la mayoría de las escuelas permanece invisible.
La Vo Thi Thang, junto con la primaria “Solidaridad con Chile”, forma parte de un circuito de instituciones seleccionadas para proyectar hacia el exterior una imagen de estabilidad y éxito. Son escenarios cuidadosamente mantenidos para esconder el colapso estructural de una educación que hoy sobrevive gracias al esfuerzo de padres y maestros.
Detrás de los murales coloridos y los regalos diplomáticos, Cuba vive una crisis educativa sin precedentes. Miles de docentes han abandonado las aulas o emigrado, los estudiantes aprenden con apagones, sin poder dormir y con escasez de recursos. Mientras tanto la dictadura continúa celebrando símbolos que ya no representan la realidad.