La famosa estrella Betelgeuse esconde a una compañera inexplicablemente joven
Betelgeuse es una de las 10 estrellas más brillantes en el firmamento y forma parte de la constelación de Orión. Esta supergigante roja, entre 14 y 20 veces más masiva que el Sol y situada a unos 640 años luz de la Tierra, siempre ha intrigado a los científicos. Su luz varía de forma abrupta cada seis años y, en ocasiones, sufre oscurecimientos drásticos.
Muchos entusiastas de la astronomía interpretaron esos patrones anómalos como señales de una inminente explosión. Al fin y al cabo, Betelgeuse es una estrella masiva y envejecida que algún día morirá en una supernova. Para ellos, los cambios de brillo podrían demostrar que la estrella es ya demasiado inestable. Los investigadores, en cambio, proponen una hipótesis menos catastrófica: Betelgeuse forma un sistema binario, y parte de su brillo extraño proviene de una estrella compañera. La idea resultaba posible, pero carecía de pruebas.
Un equipo de investigadores publicó recientemente en The Astrophysical Journal mediciones que revelan parte de la naturaleza de esa compañera. El hallazgo no coincidió con lo que esperaban: probablemente sea una estrella joven de baja masa, y no un objeto compacto como una estrella de neutrones, lo que explica el extraño brillo del astro rojizo.
Descubrir una estrella eclipsada
No es sencillo encontrar la estrella que gira alrededor de Betelgeuse. La supergigante roja brilla con tanta intensidad que oculta o eclipsa cualquier objeto cercano. Por ello, para definir algunas de las características de la compañera, los astrónomos recurrieron a enfoques indirectos: dedujeron todo lo que no podía estar emitiendo radiación y avanzaron en sentido contrario.
Los investigadores aprovecharon el momento de máxima separación orbital para observar el sistema con el telescopio espacial Chandra en rayos X. Si la compañera es un objeto compacto, como una enana blanca o una estrella de neutrones, debería brillar intensamente al absorber el viento denso de la supergigante roja.
Sin embargo, no detectaron emisiones significativas de rayos X. Los límites de luminosidad que midieron resultaron demasiado bajos para un objeto compacto. Esa ausencia de señal les permitió descartar la hipótesis de una enana blanca o una estrella de neutrones y concluir, en cambio, que la compañera es una estrella joven de baja masa cuya actividad magnética y emisión en rayos X encajan con los valores observados.
Los sistemas binarios suelen reunir estrellas con masas similares. La teoría explica que este equilibrio surge en el colapso de la nube molecular original, que se divide en dos núcleos. Al crecer, ambos astros tienden a igualar sus masas. Betelgeuse, sin embargo, rompe el patrón: es un objeto gigantesco acompañado, al parecer, por una estrella entre 500 y 900 veces más pequeña. Esta desproporción plantea un nuevo enigma que los astrónomos deberán resolver.
El hallazgo también coincide con observaciones paralelas de la supergigante roja. En 2024, el Centro de Análisis y Procesamiento de Infrarrojo (IPAC), en el campus del Instituto Tecnológico de California (Caltech), captó un “coágulo” de gas alrededor de Betelgeuse que podría corresponder a esa estrella de baja masa. Ambos estudios refuerzan la hipótesis de la compañera estelar.
Betelgeuse, ese faro rojizo, revela ahora que no está sola: una compañera discreta orbita a su lado, casi invisible bajo el resplandor de la supergigante. El hallazgo no resuelve el enigma, sino que lo multiplica: ¿cómo conviven dos astros tan desiguales en un mismo sistema?