La “invasión silenciosa” de comunistas es todo un escándalo
LA HABANA.-La lista de represores escondidos en los Estados Unidos crece, y con ella las evidencias de que no se trataba solo de una “emigración masiva” sino de una operación de infiltración meticulosamente planeada, que resolvía tanto al régimen cubano como a sus aliados más próximos (sobre todo a Daniel Ortega, que ha aumentado su fortuna personal a costa del libre visado a cubanos) varios problemas en una sola jugada.
El primero de todos, y a partir del cual se derivaron los otros como “oportunidades”, sería aliviar la presión dentro de Cuba luego del estallido del 11 de julio de 2021. A lo que siguió la determinación de aumentar el número de emisores y receptores de remesas en una economía que hoy depende absolutamente de estas, así como de las probables operaciones de lavado de dinero que hay tras la persistente construcción de hoteles cuando se sabe que los turistas no llegarán.
Y, no como por carambola, sino porque, para los comunistas más fieles a la envidia y al odio enfermizos de Fidel Castro, ha sido siempre el verdadero objetivo enmascarado en todo cuanto tiene a los Estados Unidos como contraparte: crear crisis en la región, esta vez en la frontera Sur. La cual si no logró conducir a un proceso de negociaciones similar al de la época de Barack Obama, al menos desembocó en esa política de puertas abiertas de par en par por donde pudieron colar —enmascarados entre los miles que de verdad huyen de la dictadura—, a ese ejército de “leales” que lleva por misiones principales el convertirse en agentes de influencia ya sea dentro de la comunidad cubana en el exterior, en las mismísimas estructuras del Gobierno norteamericano o en sus núcleos de pensamiento; además del monitoreo directo o indirecto de aquellos “sujetos de interés” marcados por la policía política.
Una fuerza enviada a renovar la cuadrilla procastrista diezmada por el paso de los años, las decepciones, el cansancio y las “nuevas tecnologías”. Un “paquete de actualización” dispuesto a realizar —sobre todo en Miami— ese “trabajo político-ideológico” que hoy ha sido señalado como prioridad por un castrismo que se sabe condenado a muerte si no encuentra urgentemente el modo de mutar en algo que lo haga parecer “saludable”, “lindo”, “sexi” a los ojos del mundo (es decir, de la Casa Blanca), y por ahí anda la estrategia del romance de Ana de Armas y Manuel Anido, así como el coqueteo con reparteros e “influencers” al estilo de la deportada Cintumbare, la cena en el Capitolio y hasta la desfachatez premeditada de Sandro Castro, entre otras “señales”.
Mientras tanto, es decir, mientras nos distraen con trucos y disfraces, el verdadero monstruo se cuece en las cocinas del infierno insular donde ya hasta los funcionarios más “del montón”, es decir, los que ayudan a cortar el bacalao pero no alcanzan a chupar sino el espinazo, andan al destape.
No me refiero tanto a aquellos que como Alejandro Gil o Jorge Luis Perdomo DiLella cayeron en desgracia (aunque solo por la mala suerte de haber sido expuestos como corruptos por el “enemigo”, por los “odiadores”, y por la prensa independiente), ni siquiera a los “cuadros” provinciales y municipales recientemente destituidos por “mal trabajo” (es decir, por “desvío de recursos”, que así se le llama al robo cuando salpica a más de uno) sino a ejemplares como, por ejemplo, Johana Tablada que no solo se burla del hambre de los cubanos posteando en su cuenta oficial un artículo sobre los beneficios del ayuno intermitente sino que lo hace remitiendo a una página en Facebook que lleva por título “Soy Exitoso y Millonario”.
Los que entendemos algo sobre cómo funcionan los algoritmos de Meta, logramos intuir por qué un grupo que lleva tan peculiar nombre le aparece entre las sugerencias de páginas a seguir, precisamente a ella, una “humilde” funcionaria de la cancillería cubana que, desde esa misma cuenta, nos quiere hacer creer que el “bloqueo” nos afecta a todos por igual. Tanto así que le sobra el tiempo para “resistir creativamente” cuidando su figura con ayunos intermitentes pero, sobre todo, para buscar consejos en internet sobre cómo ser exitosa en el manejo de una fortuna.
Quizás, al igual que sumergidos como Johana Tablada en páginas y grupos similares, fue que tipos como Eduardo Enríquez Blanco, el ingeniero informático del Ministerio del Interior; y Raúl Herrero Robles, Teniente Coronel de la Dirección de Seguridad Personal, concluyeron que sus fortunas no crecerían jamás dependiendo de un salario estatal sino que estaban “del otro lado del charco”. Mas cuando las posibilidades de escalar en la “pirámide de éxito” del régimen cubano, cuando no se es parte de la élite militar, pasa precisamente por salir, hacer dinero (o méritos contra la “mafia de Miami”), y más tarde retornar, aunque jamás definitivamente (a no ser que los atrape la misma mala suerte que a la Cintumbare).
Pero no apostaría demasiado a que las cosas van por ahí, no cuando se trata de gente que ha sido identificada no solo como represores comunistas asalariados sino, además, como informantes que por voluntad propia trabajaron bajo las órdenes de la policía política, y en el caso de Eduardo Enríquez Blanco, con el “valor agregado” de ser personal especializado en temas de tecnologías de la información y manejo de datos en el seno del Ministerio del Interior, es decir, una pieza importante del aparato represivo de los comunistas que no sin una autorización, sin un “propósito oculto”, pudo salir de Cuba e instalarse escandalosamente en silencioso en los Estados Unidos.
Y así como él, debe haber muchos más intentando borrar el pasado a toda prisa para construirse un presente en el cual pasar inadvertidos, y más tarde, cuando la tormenta se calme, un futuro donde hacer mucho ruido, en favor de la dictadura, y que pocos se percaten de que su defensa del comunismo desde la distancia se trata nada más y nada menos que de una vieja misión.