jueves, noviembre 21, 2024
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La lucha clave entre Harris y Trump por el voto puertorriqueño en la diáspora: de Anuel AA a Miguel Cardona


Camille Rivera recuerda que su abuela murió anhelando regresar a su patria, a su casa y su terreno en Puerto Rico. Su familia había decidido trasladarla a Nueva York después de que fuera diagnosticada con Alzhéimer para que recibiera un tratamiento mejor que el que podía obtener en la isla, que atraviesa una intensa crisis sanitaria. “Hasta que se acostó y tomó su último aliento, siempre dijo, ‘tengo tierra y tengo un hogar, y quiero volver’”, cuenta Rivera. Como su abuela, muchos de los seis millones de puertorriqueños en la diáspora en Estados Unidos sueñan con volver a pisar su país, pero la realidad en la isla les disuade: una red eléctrica en pedazos, escuelas clausuradas, barrios gentrificados, fondos públicos mal gestionados…

Es por ello que Rivera decidió fundar el pasado junio La Brega y Fuerza, una iniciativa que busca movilizar a la diáspora boricua a lo largo de Estados Unidos para que ejerza su derecho a votar en las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre, un privilegio del que se priva a los que residen en el territorio estadounidense. De esa manera, el electorado puertorriqueño en Estados como Florida, donde residen 1,2 millones de boricuas, Nueva York (con casi un millón) o Pensilvania (500.000), puede servir de portavoz para sus compatriotas en la isla y trasladar sus preocupaciones.

“Queremos construir un canal de poder que conecte a la gente de la isla con la diáspora de una manera más profunda”, sintetiza Rivera. Esa diáspora ha ido creciendo exponencialmente desde 2017, año que el huracán María devastó a la isla y forzó un éxodo masivo hacia el territorio continental de Estados Unidos. La llegada de miles de puertorriqueños desde entonces a Estados como Pensilvania, Florida, Carolina del Norte, Georgia y Nueva York les ha dado una influencia política significativa, especialmente dentro del cotizado voto latino, ya que, por ser ciudadanos estadounidenses, tan pronto se asientan en el país son elegibles para votar, a diferencia de otros inmigrantes latinoamericanos.

Esta realidad no se le ha escapado a Kamala Harris ni a Donald Trump. Ambos candidatos han redoblado recientemente sus esfuerzos para apelar al electorado boricua, en especial en el Estado clave de Pensilvania, donde el 80% del voto latino es puertorriqueño. Con solo una semana de diferencia, las campañas del republicano y la demócrata celebraron mitines en el Estado en los que intentaron de manera explícita atraer a los votantes puertorriqueños.

En el caso de Trump, el expresidente invitó a su rally en Johnstown (Pensilvania) el pasado 30 de agosto a dos personajes insólitos: los reguetoneros puertorriqueños Anuel AA y Justin Quiles. “Caballeros, súbanse aquí rápido porque no sé si esta gente sabe quiénes diablos son, pero es bueno para el voto puertorriqueño. Todos los puertorriqueños van a votar por Trump ahora”, dijo el candidato republicano al presentar a los cantantes. Ambos lucieron gorras con la frase insignia del candidato republicano, Make America Great Again, y dejaron claro por qué habían acudido a ese mitin. “El mundo sabe que el mejor presidente que ha visto este país se llama Donald Trump”, aseguró Anuel. “Muchos latinos nos mantenemos firmes junto a Trump”, añadió Quiles. Desde entonces, Nicky Jam, otro reguetonero boricua, también mostró su apoyo por la candidatura del republicano en un mitin en el que Trump lo confundió por una mujer.

Puerto Rican flags
Un voluntario de la campaña de Trump coloca un pin del candidato republicano junto a banderas puertorriqueñas, el 8 de septiembre en Reading (Pensilvania).Jaclyn Licht

Una semana después, a unas 200 millas de distancia, le tocó a los demócratas. El pasado 7 de septiembre, en Allentown, una de las ciudades de mayor proporción de votantes latinos en Pensilvania, el “segundo caballero” y esposo de Kamala Harris, Douglas Emhoff, fue recibido en el primer mitin de la campaña demócrata dedicado a la comunidad latina con pancartas que rezaban “Boricuas con Harris-Walz”. Lo acompañaba Miguel Cardona, Secretario de Educación y el único puertorriqueño en el gabinete del presidente Joe Biden. Cardona resaltó su origen boricua, identificándose como un orgulloso nieto de campesinos puertorriqueños que, según contó, le dijeron que para tener una buena cosecha, hay que saber sembrar semillas. “Plantar semillas para la generación futura es de lo que se trata la candidatura Harris-Walz”, aseguró.

Para los expertos y organizadores comunitarios, ya era hora de que ambos partidos reconocieran la importancia de este electorado, especialmente en Pensilvania, donde hay 500.000 latinos registrados para votar y 400.000 de ellos son boricuas. Nilda Ruiz, presidenta de la entidad National Puerto Rican Agenda y de la Asociación Puertorriqueños en Marcha, con sede en Filadelfia, explica que la clave está en las cifras. “Considerando esos 400.000 votantes y viendo el margen tan pequeño por el que ganó Biden en 2020 (81.660 votos) y por el que perdió Hillary Clinton en 2016 (44.292), si podemos activar el voto puertorriqueño, podemos cambiar las elecciones a favor de lo que nosotros queremos”, señala.

“Con 400.000 votantes y el margen por el que ganó Biden en 2020 (81.660 votos) y perdió Hillary Clinton en 2016 (44.292), si podemos activar el voto puertorriqueño, podemos cambiar las elecciones”

Nilda Ruiz

“Muchos dicen que los puertorriqueños no votamos en grandes cantidades, pero es porque no ha habido incentivos”, añade Ruiz, en referencia a anteriores elecciones en las que la participación boricua ha sido baja, según varios estudios y encuestas a pie de urna. “Si podemos educar a las personas sobre las políticas que afectan a los puertorriqueños en Puerto Rico y aquí, se motivan más para votar”, asegura.

Jimmy Torres Vélez, vicepresidente de National Puerto Rican Agenda, concuerda. “Si salimos a votar tenemos la capacidad de virar la balanza”, apunta el también líder del Llamado Boricua, una nueva iniciativa dirigida a educar e incentivar el voto de los boricuas en Florida. “De los casi 1.2 millones de puertorriqueños que hay en Florida, debe haber 900.000 que tienen edad para votar y que cumplen con todos los requisitos”, señala Torres Vélez. En 2020 Trump se llevó este Estado por 371.686 votos y en 2016 por solo 112.911. Por tanto, a pesar de que muchos dan por sentado el hecho de que Florida se ha vuelto territorio republicano, el sindicalista resalta que el voto puertorriqueño sigue siendo clave y se merece más atención.

Sobre este último punto, Torres Vélez hace hincapié. Mientras ambas campañas luchan por Pensilvania, los organizadores comunitarios en Florida sienten que el Partido Demócrata se ha olvidado de ellos. Aunque es cierto que este Estado, históricamente considerado un territorio de enorme importancia para cualquier aspirante a la Casa Blanca, ha ido inclinándose más hacia la derecha en los últimos años, Torres Vélez insiste en que los demócratas no pueden simplemente “tirar las manos al aire”.

Puerto Rican Festival
Una niña espera el arranque del Festival de Puerto Rico en Reading (Pensilvania), el 8 de septiembre.Jaclyn Licht

Aunque los puertorriqueños tienden a votar azul, en Estados como Florida cada vez más votan rojo. ”Muchos puertorriqueños que conozco son republicanos porque cuando se mudaron a Florida no había más nada”, señala Torres Vélez. Para él, el problema está en que los demócratas no quieren invertir en el Estado porque no ven factible ganar en él. “Es una mentalidad de: ‘Invierto si gano, pero como no gano, no invierto”, explica. “Pero tú no puedes abandonar Florida aunque cojas una pela. Tenemos que romper con ese círculo vicioso”, resalta.

“Los demócratas se parecen naturalmente más a nosotros porque sus políticas van dirigidas más a la ayuda de nuestra gente. El otro lado, con sus acciones, lo que hacen es el ridículo y faltarnos el respecto constantemente. Buscan un trapero, lo sacan en una tarima y dicen ‘no sé quién es este, pero nos va a dar el voto puertorriqueño’. Esa no es la conversación que queremos tener ni necesitamos”, opina el líder del Llamado Boricua.

Trabajo de hormiga en las comunidades boricuas

Tanto o más importante que conseguir que ambos partidos presten atención al electorado puertorriqueño es educar a los votantes sobre el sistema electoral de Estados Unidos e inscribirlos para que participen. “Lo más importante es saber cómo acercarse a los votantes”, señala Natascha Otero-Santiago, fundadora de la campaña Boricuas con Kamala y quien lleva organizando el voto boricua a favor de los demócratas desde la candidatura de Barack Obama.

Puerto Rico delegation
La delegación de Puerto Rico en la convención demócrata, el 20 de agosto en Chicago (Illinois).Joe Raedle (Getty Images)

Otero-Santiago explica que “hay diferentes diásporas puertorriqueñas” que se caracterizan por “la cantidad de tiempo que han pasado en Estados Unidos”. Por ejemplo, la mayoría de los puertorriqueños en Florida llegaron al Estado en los últimos cinco a 10 años, mientras que a Nueva York los boricuas llevan arribando desde la segunda mitad del siglo pasado. Por tanto, esos nuevos votantes en Florida saben menos acerca de cómo funcionan las elecciones en el país, ya que en la isla los procedimientos son distintos, y necesitan más educación al respecto. “Es importante prestar atención a esos matices”, explica Otero-Santiago.

Organizaciones como La Brega y Fuerza se han lanzado a esta tarea en comunidades en Nueva York, Pensilvania y Carolina del Norte. “Hemos creado varios programas en zonas donde hay una gran densidad o una gran población de votantes puertorriqueños para ayudarles a registrarse y persuadirles para que hagan oír su voz”, cuenta Rivera. Además, el grupo está preparando una serie de recursos para difundir en los que explicarán las políticas de cada candidato sobre cuestiones que afectan a la comunidad boricua dentro y fuera de la isla.

Otra entidad laborando por movilizar a estas comunidades es Boricua Vota, dirigida por Torres Vélez desde Florida. El activista, que lleva 40 años abogando por Puerto Rico y sus diásporas, explica que la meta es elevar a la conversación nacional: “Lo que nos conviene a nosotros como Puerto Ricans y a nosotros como puertorriqueños, porque hay una diferencia. Cuando vivimos acá tenemos unos intereses particulares importantes —acceso a la educación, vivienda asequible, entre otros— pero también tenemos un compromiso porque dormimos aquí pero soñamos con Puerto Rico”, asegura. “Nuestro corazón está en Puerto Rico, así que tenemos que asegurarnos de que las políticas del Gobierno federal sean beneficiosos para la isla”.



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