La ofensiva antimercado del castrismo acude al pensamiento del Che
LA HABANA, Cuba. – Este 8 de octubre, coincidiendo con el 57 aniversario de la desaparición física del guerrillero cubano-argentino Ernesto Che Guevara, fue presentado en el Centro Fidel Castro Ruz una nueva edición del libro El pensamiento económico del Che Guevara, de la autoría del académico cubano Carlos Tablada. Se trata de un texto que ya cuenta con más de 40 ediciones, y que ha representado durante casi cuatro décadas una especie de catecismo para la izquierda más radical a nivel internacional.
Cualquiera podría pensar, sobre todo tomando en cuenta la total identificación del autor con el régimen cubano, que el libro siempre hubiese contado con un camino libre de obstáculos para su publicación. Y, en verdad, no ocurrió de esa manera.
Tablada comenzó a escribir el libro en 1969 y lo concluyó en 1984. Pero en este último año todavía la Isla transitaba por el período de sovietización que había comenzado en 1975 con la celebración del I Congreso del Partido Comunista de Cuba, y por tal motivo el Che, que había criticado fuertemente al sistema de Cálculo Económico imperante en la Unión Soviética ―y también copiado por los cubanos―, era mantenido en el olvido por la maquinaria castrista del poder.
Todo empezaría a cambiar en 1986, a raíz de la implementación de la política de eliminación de errores y tendencias negativas, anunciada por Fidel Castro, en parte temeroso por los aires de Perestroika que ya soplaban desde Moscú. El libro de Carlos Tablada obtuvo el Premio Casa de las Américas en 1987, y por fin pudo ser publicado en Cuba.
Significativo resultó el discurso del máximo líder en 1987, al conmemorarse el 20 aniversario de la muerte del Che. En esa ocasión el gobernante llamó a “estudiar” al Che. Se dice que Castro obligó a todos los funcionarios gubernamentales, así como al generalato de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior a leerse el citado libro.
El giro que dio la economía cubana en aquel año 1986 consistió, en lo fundamental, en abandonar las tímidas palancas del mercado contenidas en el sistema de cálculo económico para volver a un centralismo que aspiraba a no descuidar el trabajo sobre la conciencia del “hombre nuevo” que se deseaba formar.
En ese contexto, por supuesto, cabían perfectamente las ideas económicas del Che, que abogaban por suprimir las relaciones monetario-mercantiles entre las empresas, restringir la acción de la ley del valor en el socialismo, dar prioridad a los estímulos morales en detrimento de las estimulaciones materiales, y hacer que las personas trabajaran por conciencia, y se olvidasen de conceptos como el interés, la ganancia y la rentabilidad, entre otros.
Claro que semejantes ideas no conservan hoy ni una pizca de vigencia. La centralización económica, olvidando los mecanismos de mercado, ha fracasado en todas partes. Los ejemplos de China y Vietnam son una muestra elocuente de ello. A pesar de mantener el sistema político de corte totalitario, estos países implementaron reformas económicas promercado para sacar adelante a sus economías. Incluso, en el caso cubano, los gobernantes han debido acudir a palancas del mercado cada vez que la economía de la Isla toca fondo, como sucedió en los años 90.
Sin embargo, el libro de Carlos Tablada, que explica minuciosamente todas esas concepciones idealistas del malogrado guerrillero, les resulta útil, cada cierto tiempo, a determinados gobernantes. Ese es el caso de lo que acontece por estos días en Cuba, cuando asistimos a una ofensiva antimercado que pretende asfixiar a los actores económicos no estatales.
No dudamos que pronto el texto de Tablada sea incorporado a los planes de estudio del sistema nacional de enseñanza, así como a los círculos políticos de las organizaciones de masas del país, apéndices del Partido Comunista.