martes, julio 29, 2025
Ciencia y Salud

La pandemia aceleró el envejecimiento del cerebro, incluso en personas que nunca se enfermaron de covid


A más de cinco años del inicio de la pandemia de covid-19, todavía estamos descubriendo las secuelas que ha tenido, no solo el contagio del virus, también aquel periodo marcado por condiciones prolongadas de estrés, aislamiento, pérdida e incertidumbre. Al caso, un nuevo estudio científico reveló que la pandemia pudo haber acelerado el envejecimiento cerebral de las personas, incluso cuando nunca llegaron a infectarse con el coronavirus.

Investigadores de la Universidad de Nottingham (en Reino Unido) analizaron imágenes cerebrales antes y después del inicio de la crisis sanitaria. Los científicos descubrieron que el cerebro de quienes vivieron la pandemia pareció envejecer unos 5.5 meses más por cada año vivido, un incremento significativo comparado con escaneos realizados antes de marzo de 2020.


resonancia magnética del cerebro coloreada.

DunedinPACNI es una nueva herramienta que evalúa el estado de deterioro del cerebro y fue entrenada con decenas de miles de escáneres cerebrales.


Nadie estuvo exento

“Lo que más me sorprendió fue que incluso las personas que no habían tenido covid-19 mostraron aumentos significativos en las tasas de envejecimiento cerebral”, dijo Ali-Reza Mohammadi-Nejad, coautor del estudio publicado este mes en Nature Communications. “Esto demuestra claramente cuánto la propia experiencia de la pandemia, desde el aislamiento hasta la incertidumbre, pudo haber afectado nuestra salud cerebral”.

El equipo utilizó datos longitudinales del UK Biobank, un recurso que incluye imágenes de resonancia magnética de casi mil adultos. De estos, algunos recibieron dos escaneos antes de la pandemia (el grupo de control), mientras que otros tuvieron uno antes y otro después del confinamiento y las restricciones sanitarias (el grupo “pandemia”). Para estimar la “edad cerebral” de cada persona, los investigadores entrenaron un modelo de aprendizaje automático con más de 15,000 voluntarios sanos sin enfermedades crónicas, lo que permitió predecir cuánto más viejo o joven parecía un cerebro respecto a su edad cronológica.

Stamatios Sotiropoulos, profesor de Neuroimagen computacional y coautor senior del estudio, señaló que “los datos longitudinales de resonancia magnética, adquiridos antes y después de la pandemia por el UK Biobank, brindaron una oportunidad excepcional para observar cómo un evento vital tan importante puede afectar al cerebro”. Un afectación inquietante, ya que los resultados arrojaron un aumento medio en el grupo “pandemia” de 5.5 meses al medir la brecha entre edad medida y edad cronológica respecto a su segundo escaneo, en comparación con los datos del grupo de control.

Además del impacto de factores sociales (aislamiento, estrés, incertidumbre o cambios abruptos de rutina) en la salud cerebral a nivel general, un elemento clave del hallazgo es que esta aceleración del envejecimiento fue más marcada en personas de mayor edad, hombres y quienes provenían de entornos socioeconómicos desfavorecidos, como aquellos con bajos niveles educativos, empleos precarizados o con dificultades de vivienda y salud.

“Este estudio nos recuerda que la salud cerebral se ve afectada no solo por la enfermedad, sino también por nuestro entorno cotidiano”, afirmó Dorothee Auer, autora principal del estudio, en declaraciones difundidas en un comunicado de la Universidad de Nottingham. “La pandemia afectó gravemente la vida de las personas, especialmente a aquellas que ya se encontraban en situación de desventaja».

No todas son malas noticias

Aunque el envejecimiento cerebral fue general, solo las personas infectadas llegaron mostrar deterioro cognitivo medible, síntoma del covid que ya ha sido documentado en el pasado. De igual forma, el estudio de Nottingham arrojó que aquellas personas del grupo “pandemia” que tuvieron covid entre los dos escaneos experimentaron una caída en pruebas de flexibilidad mental y velocidad de procesamiento. En cambio, quienes no se infectaron no mostraron cambios cognitivos significativos, lo que sugiere que el envejecimiento estructural no siempre se traduce en síntomas funcionales visibles.

Los autores reconocen limitaciones importantes en este estudio observacional, como los intervalos de tiempo en los escaneos entre un grupo y otro, lo que podría sesgar los resultados, así como la falta de representación de los sectores más marginados de la población en el UK Biobank.

Los investigadores también resaltaron que los resultados sugieren la posibilidad de reversibilidad, ya que sólo se analizaron los escaneos cerebrales de dos momentos en específico, lo que significa que puede haber recuperación neurológica en los años siguientes. «Todavía no sabemos si los cambios observados pueden revertirse, pero es una idea alentadora», comentó la profesora Auer.



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