miércoles, julio 30, 2025
Ciencia y Salud

La radiólisis o por qué sí es posible que surja vida microscópica espacial en las lunas congeladas del sistema solar


Los rayos cósmicos que impactan los océanos de planetas como Marte, o satélites congelados como Encélado, podrían generar entornos energéticamente favorables para la vida microscópica, de acuerdo con el más reciente estudio de un equipo de astrónomos de la Universidad de Nueva York en Abu Dabi (en Emiratos Árabes Unidos).

El análisis expone que la radiación ionizante que proviene del espacio puede penetrar naturalmente los cuerpos fríos hasta llegar a sus océanos subterráneos, donde desencadena reacciones químicas que no podrían surgir con la luz solar disponible. Este proceso, a su vez, fomenta un entorno más amigable para que las moléculas orgánicas prebióticas inicien un proceso de complejización, como ocurrió en la Tierra.

El reporte profundiza en las implicaciones de la radiólisis en el espacio. Este proceso ocurre cuando partículas cargadas como protones, electrones o núcleos atómicos, descomponen moléculas y liberan energía al entorno. Por ejemplo, al someter una molécula de agua (H₂O) a radiación ionizante, uno de sus electrones se desprende y se rompe su enlace químico, dando lugar a un nuevo compuesto llamado radical hidroxilo (•OH).


Foto de la galaxia en forma de ojo.

Astrofísicos propusieron una nueva forma de calcular las probabilidades del surgimiento de vida inteligente en un universo en función de la energía oscura. Sus resultados explican por qué nos sentimos solos.


La zona habitable radiológica

Así como existe una zona habitable en cada sistema planetario donde los planetas y satélites pueden albergar agua líquida en su superficie, también debería existir una zona habitable radiológica, afirman los científicos de Abu Dabi. En esta zona, las partículas cargadas pueden transformar cuerpos de agua y generar las condiciones necesarias para sostener vida microbiana.

Según las estimaciones del equipo, el planeta Marte y las lunas Europa y Encélado se sitúan dentro de esta zona especial. Ello no implica que exista o existió vida en esos lugares, pero sí que la química primordial que la incentiva puede surgir. Encélado, una de las 274 lunas de Saturno, presenta el mayor potencial para albergar vida a través de la radiólisis, seguido de Marte y, finalmente, Europa, luna de Júpiter.

Estos tres cuerpos celestes comparten características como atmósferas delgadas y campos magnéticos débiles o ausentes, lo que los vuelve más vulnerables al bombardeo de partículas cósmicas.

En la Tierra, la radiación ionizante puede ser letal debido a su potencial para descomponer el ADN. En el espacio, en planetas alejados, esa forma de energía paradójicamente podría ser “un tomacorriente para la vida”, en palabras de los investigadores.

“Si bien la vida impulsada por la radiólisis puede ayudar a descubrir vida en ambientes extremos de la Tierra, comprender esa vida dependiente de alta energía podría ser especialmente útil para ampliar nuestra búsqueda de vida en satélites y planetas terrestres potencialmente habitables”, señala el artículo publicado en la revista International Journal of Astrobiology.

La investigación concluye con recomendaciones para futuras misiones de exploración. Cualquier rover o dron enviado con el objetivo de detectar vida marina debería concentrarse en zonas subsuperficiales poco profundas, donde la radiólisis modifica activamente el entorno.



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